Decisión arriesgada

El anuncio solemne que dio ayer Isabel II con su discurso ante el Parlamento británico sobre el proyecto de David Cameron de convocar un referéndum sobre la permanencia de Reino Unido en la UE abre una importante etapa en la que están en juego factores fundamentales relativos a la construcción del proyecto europeo, probablemente —conviene recordarlo— el ejemplo de cooperación internacional más exitoso de la historia. Un proyecto que ha garantizado la paz en gran parte del Viejo Continente en los últimos 60 años.

En primer lugar, está en juego el papel de Reino Unido en la Europa común. Históricamente, no se ha sentido cómodo ni comprometido con la idea de una Europa unida, pero su aportación es fundamental. Por eso sería un grave error minusvalorar las consecuencias que el desafío tiene para la UE. Cameron —sometido a la presión de los euroescépticos conservadores— confirma una iniciativa reforzado por su reelección, pero en la que hay riesgos para todos.

El segundo gran tema es el mismo funcionamiento de Europa. La táctica del primer ministro consiste en negociar con sus homólogos del continente asuntos que pueden ser debatibles, pero siempre con la amenaza del referéndum sobre la mesa. No es precisamente la mejor de las situaciones. Cameron puede verse entre la espada y la pared: la espada de los que, internamente, le exigen excepciones y privilegios, y la pared de los europeos, que pueden negociar pero no ceder al chantaje.