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Hay vida fuera del paréntesis de la explotación sexual

Las Adoratrices han sido reconocidas con el VI Premio Derechos Humanos del Rey de España por su labor en favor de las mujeres de trata y violencia de género Esta es la historia de algunas de ellas

Rocío Mora, coordinadora de Apramp, en uno de los talleres de costura en los que se prepara a las víctimas de trata para su inserción laboral
Rocío Mora, coordinadora de Apramp, en uno de los talleres de costura en los que se prepara a las víctimas de trata para su inserción laboralJuan Serrano Corbella

No hay arma de destrucción masiva más eficaz que la cómplice indiferencia, ni músculo más delatador que el palpitante corazón. Así lo refleja María, de 34 años, que viajó de Sao Paulo (Brasil) a Madrid persiguiendo un sueño: estudiar una carrera universitaria. La amiga que la hizo creer en esa posibilidad, sin embargo, la introdujo en un club las 24 horas del día, de lunes a domingo, durante todo el año 2006. En Bogotá, Luz, de 37 años, se prostituyó desde los siete hasta los 23. En ese tiempo se hizo drogadicta, alcohólica y quedó embarazada en tres ocasiones; la primera vez fue dos meses antes de cumplir los 11.

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"Las líneas que trazan la frontera entre prostitución, prostitución forzada y trata con fines de explotación sexual para prostitución ajena son bastante difusas", señala el informe La trata y la explotación en Colombia: no se quiere ver, no se puede hablar, de la organización Women´s Link Worldwide. La trata de personas supone una violación de los derechos humanos que las víctimas padecen de forma continua en el país de origen, durante su tránsito y en el país de destino, donde son sometidas a explotación. Así lo demuestran las historias de las dos protagonistas. Luz nació en el seno de una familia sin recursos económicos y sin escolarizar. Para ella, la prostitución, más que una elección, fue una consecuencia y el único medio a su alcance para salir adelante. En cambio, María, administrativa en un despacho de abogados, cayó en una red de trata de personas engañada por una amiga que ya estaba dentro y fue obligada a ejercer la prostitución. El final de las dos mujeres fue el mismo; la manera de llegar hasta él es lo que las diferencia.

En esta historia, donde el pecado no es el sexo, sino la explotación, existen varios colectivos que trabajan para que tanto en el país de origen como en el de tránsito y/o destino haya una coordinación que haga posible erradicar el tercer negocio ilegal más lucrativo del mundo tras la venta de armas y de drogas: la trata de personas con fines de explotación sexual, que genera unos ingresos de 30.000 millones de euros al año, según la Oficina de Naciones Unidas contra la droga y el delito.

La Asociación para la Prevención, Reinserción y Atención a la Mujer Prostituida (Apramp) asistió en 2014 a 1.442 mujeres en España. Al día atiende una media de 280 en diferentes puntos de Madrid: pisos particulares, calles y otros espacios. Rocío Mora, coordinadora de esta organización, sostiene un discurso pragmático y eficiente, alejado del victimismo con que se enfoca este asunto. "Necesito alternativas para estas mujeres, no teorizar sobre cómo abordar el tema", manifiesta. Al otro lado del océano, en Colombia, uno de los principales puntos de origen en este drama, la Congregación de las Adoratrices atendió en 2014 a 4.500 muchachas, término con el que las hermanas se refieren a las mujeres que rescatan de la prostitución y de la trata. “Si lográramos que el Gobierno se sensibilizara sería más fácil incidir en la sociedad, visibilizar el programa, concienciar de que todos somos responsables", confiesa la hermana María Graciela, una religiosa de acción.

Una cuestión de género

El lenguaje que utilizan ambos colectivos es capital para hacer frente la estigmatización que sufren estas mujeres por parte de una sociedad que tiende a etiquetar. Luz así lo manifiesta: "Una no necesita que la vean como la pobrecita, sino como un ser humano". Por este motivo se diferencia entre prostituta y prostituida: "Muchas mujeres nos dicen que ellas no quieren seguir en esa situación y que necesitan alternativas", explica Rocío, en sintonía con el "paréntesis en su vida" del que habla la hermana María Graciela al referirse a una situación de prostitución —como fue el caso de Luz—. Por eso ninguno de los dos colectivos están a favor de la normalización de esta práctica. La hermana María Graciela argumenta que hay trabajos que dignifican y otros que explotan y, en el momento que un trabajo deja de dignificar, debe ser ilegal. Y pregunta: "¿La prostitución es dignificante?".

La Asociación para la Prevención, Reinserción y Atención a la Mujer Prostituida asistió en 2014 a 1.442 mujeres en España

No se habla de perfiles, sino de factores de riesgo vinculados al género y a la edad. El grueso de personas que atienden Apramp y las Adoratrices son mujeres que rozan la mayoría de edad, aunque también hay menores ya que, como argumenta Rocío, son más fáciles de convencer, y aleccionar, y son más saludables. "Las que rescatamos y acogemos nos hablan de 40 servicios al día", asevera.

El género es la clave que determina esta práctica. ¿Cuál sería el escenario si los hombres fueran las víctimas? —ya que otros tipos de trata, como la laboral, sí afectan al género masculino—. La desigualdad, la falta de oportunidades y la imposibilidad para acceder a la educación son dificultades que se suman a las chicas que ejercen la prostitución —fenómeno muy unido al tráfico de personas— como las que aunaba Luz. Confiesa no estar segura, pero cree que su mamá tuvo algo que ver con las calles. "Era una persona muy toma tragos y nos dejaba a mis hermanos y a mi encerrados en una pieza [habitación]", relata. Su madre murió al dar a luz a una de sus hermanas y ella se quedó a cargo de la familia. A los siete años, una muchacha le dijo: "¿Por qué no vende su virginidad? A eso le pagan bueno". De esta manera se inició en la prostitución. Por aquel servicio la dieron 5.000 pesos —aproximadamente dos euros—. Pronto vino el consumo de drogas y alcohol, incitado por el dueño del negocio donde Luz recibía al prostituidor. Para no sufrir, para relajarse, para atenderlo bien, "Por qué, al dueño del negocio, ¿quién le importa? El cliente. A él no le importa la muchacha. La vida de la mujer allá no vale nada", afirma Luz.

Ese tipo de abusos, como el alternar con copas —que provoca graves efectos secundarios físicos en las mujeres, aunque ellas ni lo saben— preocupan a Rocío, que se esmera en visibilizar y combatir. Además, el cliente demanda no utilizar preservativo, lo que aumenta el riesgo de contraer enfermedades de transmisión sexual o de sufrir embarazos no deseados. Luego ¿por qué lo hacen las mujeres? "Porque tienen que pagar en el día un dinero y, si no, les puede pasar algo mucho más negativo que el contraer una enfermedad o una infección", responde Rocío. Mientras permanecen bajo la acción de la red que las explota suelen perder la noción del tiempo y el espacio. "Viven al revés", resume la coordinadora de Apramp. Es tan extremo y fuerte por lo que estas mujeres pasan que no pueden construir una vida normal. “A una la vuelven nada”, describe Luz.

Se capta en el país de origen, se juzga en el destino

La mayoría de mujeres ejercen la prostitución por supervivencia más que por elección. Luz sabe de lo que habla: "No es fácil, pero sí se consigue plata más rápido". En sus países de origen han sufrido malos tratos, han sido violadas y tienen dificultades económicas. Deciden arriesgarse y viajar debido a la cantidad de cargas familiares que pesan sobre ellas para trabajar como asistentas del hogar, camareras y/o modelos. Eso les hacen creer. "A veces, se se les plantea la posibilidad de ejercer la prostitución, pero nunca en las condiciones en las que están cuando nos las encontramos", apunta Rocío. La red de trata suele estar formada por personas muy cercanas que ya han pasado por esa situación. Son redes muy familiares y es difícil que las mujeres denuncien. La historia es tan coherente como para que nadie dude de que ese viaje se va a hacer en las mejores condiciones, y el drama es tan retorcido que en ocasiones, son las madres quienes venden a sus hijas para ser explotadas. Para que una menor viaje a España hay que arreglar una serie de papeles que solo los padres pueden firmar. Así lo certifica Luz: "Yo allá vi mucho que el papá, la mamá, el hermano o el novio son los que inducen y venden a esa niña a la prostitución". "Es durísimo contar el daño que te han hecho y quién te lo ha hecho", añade Rocío.

Dos mujeres prostituídas en la Colonia Marconi, Madrid
Dos mujeres prostituídas en la Colonia Marconi, MadridJuan Serrano

Este tipo de delito se comete en el país de origen y se denuncia, cuando se hace, en el de destino, por lo que la red puede seguir captando a mujeres. Para desactivar este negocio de manera eficaz, la víctima tiene que denunciar en el país de origen y debe darse una comunicación entre éste y el lugar de destino. "Cuando nos coordinamos con las embajadas y consulados intentamos decirles cómo y en qué situación se encuentran sus compatriotas que están viniendo a España”, precisa Rocío. Son mujeres sin identidad que no pueden mostrar un documento en el que aparezca su nombre, apellidos y nacionalidad. La red confisca sus pasaportes, lo que hace que, en ocasiones, cuando la policía hace alguna redada, las detengan con el alegato de que están indocumentadas y, por tanto, han cometido una infracción por encontrarse en situación irregular en el país.

Las campañas de información en el país de origen dotan de herramientas a esas personas que desean buscar trabajo en otros países para que sepan cuándo les están haciendo una propuesta engañosa y, así, evitar caer en una red de prostitución. Un viaje a España, por ejemplo, no vale los 45.000 euros que pide una red de trata.

Tener sexo con una niña es la ilusión de esos desgraciados… Eso es horrible Luz, mujer prostituída

La demanda

"Tener sexo con una niña es la ilusión de esos desgraciados. A una la ponen de todas las formas posibles… Eso es horrible", cuenta Luz. "Todos los hombres saben que es un delito exigir servicios sexuales a una niña. Luego está siendo cómplice. Yo quiero visibilizar al que está demandando este tipo de servicios", dice Rocío de manera taxativa. Unicef calcula que 120 millones de niñas han sido víctimas de relaciones sexuales forzadas en todo el mundo (una de cada 10), aunque tanto esta organización como la principal red de lucha contra la lacra, Ecpat International, reconocen que son datos poco fiables y que trabajan en función a aproximaciones.

La coordinadora de Apramp desvela que en España existe demanda de estos servicios ilegales. En el año 2013, 16 menores fueron rescatados de redes de trata, según el informe Prevención y lucha contra la trata de seres humanos con fines de explotación sexual del Ministerio de Interior. En los últimos cinco años fueron arrestadas más de 1.200 personas relacionadas con estos delitos, según datos del III Plan de acción contra la explotación sexual de la infancia y la adolescencia del Observatorio de la Infancia. La dimensión real del problema es mucho mayor, no obstante. Hay que tener en cuenta que los datos no pasan de meras estimaciones debido a la naturaleza clandestina e ilegal de estos delitos, lo que dificulta la identificación de las víctimas.

La mejor manera de visibilizar a las víctimas es educando a los jóvenes sobre la lacra de la explotación sexual

En Apramp creen que visibilizar a estas mujeres es la manera en que la sociedad puede colaborar para erradicar la lacra de la trata. Para Rocío, la mejor manera quizá no es ir a por el demandante de prostitución, sino educar a los jóvenes sobre la situación de estas mujeres.

"El que dice que estas mujeres lo hacen porque quieren no están viendo la realidad, no quieren verla porque es duro". Mujeres como María saben lo que es contar su historia a hombres que al final se desentienden del tema y reclaman por su servicio pagado. En este punto cabe preguntarse qué tipo de relaciones sentimentales mantienen estas víctimas. Rocío explica que algunas encuentran pareja y otras no. Luz es tajante: "Para mí, todos los hombres son iguales. Me repugnan. Ahora no me motiva tener una relación". La hermana María Graciela desvela que algunas quedan marcadas para siempre y no quieren saber nada de hombres. "Precisamente por esta situación de rechazo al varón hay casos de lesbianismo", revela.

Una nueva vida

Apramp y las Adoratrices trabajan para ofrecer una alternativa de vida a través de la educación y la formación en el desempeño de un oficio para su inserción en la sociedad a estas mujeres que, como dice Rocío, en ningún caso eligen la situación que tienen. Del mismo modo, desempeñan una labor en la defensa de los derechos fundamentales, atención integral, recuperación del daño, seguimiento y acompañamiento en el proceso administrativo, judicial y penal.

Un premio a la labor de las Adoratrices

La congregación de las Adoratrices fue reconocida el día 13 de abril con el VI Premio Derechos Humanos del Rey de España por su labor en favor de las mujeres de trata y violencia de género. María Elisa Altadill Ardit, secretaria provincial de las Adoratrices en España, se mostró gratificada por este reconocimiento "que es a nivel iberoamericano, muy importante para nosotras". Para esta religiosa acabar con la lacra de la explotación sexual es muy complicado:  "el negocio de la trata no es la víctima, sino que viene respaldado por una serie de cosas que todos las conocemos. Son organizaciones internacionales y no siempre son las mismas personas ni proceden de los mismos lugares. ¿Cómo se llega hasta ahí?". La religiosa recalca que este negocio es lucrativo para las mafias,no para las mujeres explotadas. Para terminar, se lamenta de que parte de la sociedad no sea aún consciente de este problema y que no se conozcan los hilos que mueven este submundo. Por su vocación, las hermanas Adoratrices continúan haciendo ver a estas mujeres explotadas que hay personas que están ahí para hacer que salgan a flote.

Después de dejar la calle, de escapar de la red, hay que enfrentarse al y ahora ¿qué?. Hoy Luz, además de ser limpiadora de aseos, es una líder formada en el seno de las Adoratrices en Bogotá. María trabaja como agente social de Apramp en Madrid. Las dos desean ayudar a otras mujeres que están sufriendo lo mismo que vivieron en el pasado. "Que mujeres como ellas les digan a otras que han podido salir tiene mucho más sentido que si se lo dice una profesional que no ha pasado por esa experiencia", reconoce Rocío. Alcanzar el punto en el que una puede hablar sobre su historia es todo un proceso. "Hoy en día, gracias a Dios, puedo hablar con usted y no me duele. Antes, lloraba”, confiesa una serena y reforzada Luz.

La inserción laboral que se pretende desde ambos colectivos se nutre de nichos laborales donde sí hay empleo: asistenta doméstica, cuidadora de ancianos, de niños, o camarera de piso. También se facilita a las mujeres que participen en talleres de confección y otros oficios. "Si las formas y luego no encuentran trabajo, ¿de qué sirve?",  se preguntan en Apramp. Antes de salir de nuevo al mundo, estas mujeres experimentan un proceso de reconstrucción interna que les devuelve su autoestima y les permite decir: "Soy otra persona y puedo ser algo más". Pero, ahora, fuera del paréntesis.

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