Letizia, vestida para reinar
Tras la llegada al trono de Felipe VI, ha cambiado de estilo y usa nuevas firmas
“Trece vestidos que dicen a gritos: Reina Letizia y Duquesa Kate”. Así titulaba hace unas horas la edición americana de la revista Glamour su crónica del desfile de Jenny Packham, diseñadora habitual en las alfombras rojas de Hollywood. Si antes su presencia era recurrente en la prensa de moda europea, su ascenso al reinado del país el pasado verano la ha convertido en un icono de estilo internacional. Pero no solo ha alcanzado ese puesto por su nuevo rango. Su aspecto también ha cambiado silenciosa pero notablemente.
“Ahora está fuera de las posibles críticas internas que podrían haber surgido con anterioridad dentro de la Casa Real. En sus primeros años como princesa su imagen le echaba años encima, tal vez para dar entender que había dejado de ser periodista. Pero ella no es la reina Sofía, Letizia se educó como plebeya y se nota en su aspecto. Ahora, como reina, se siente libre para vestir sin presiones. Hasta sonríe más”, explica Patrycia Centeno, autora de los libros “Política y Moda” y “El espejo de Marx”, donde analiza la indumentaria de miembros de los gobiernos y las monarquías.
Lo cierto es que la reina sigue fiel a su uniforme: faldas a la rodilla, zapatos peep toe y, en ocasiones, esos simbólicos tonos blancos tan característicos de la Casa española. También a Felipe Varela, su modisto de cabecera. Sin embargo, desde que ostenta la corona se atreve con un esmoquin negro de corte masculino firmado por Hugo Boss, con marcas danesas como Designers of remix (su jersey de cuadros lo ha lucido públicamente en tres ocasiones distintas) o con un ajustado vestido bicolor de Carolina Herrera. Estas firmas se han unido ahora a su lista de favoritas.
“Sigue recurriendo a Varela, en quien confía, pero poco a poco se va abriendo a otras marcas. Cuando visitó a Angela Merkel vistió de Hugo Boss, lo que se interpretó como un guiño a Alemania”, afirma Centeno. Junto a la enseña germana, su otra nueva no es casual: Carolina Herrera, diseñadora venezolana afincada en Nueva York, lleva décadas encarnando el estilo Lady propio de las princesas y primeras damas más clásicas. De Jackie Onassis a Rania de Jordania.
“Doña Letizia es consciente del poder de la moda a la hora de comunicar. Cuando Felipe VI tiene que enfrentarse a algún acto polémico, ella se decanta por algo más transgresor para captar la atención. Cuando sucede al revés, y el rey tiene que ser el protagonista, se viste para resguardarse en un segundo plano”. Así sucedió en la visita de los monarcas a Nueva York el pasado septiembre, que fue considerada como una de sus pruebas de fuego. La reina quiso redundar en el clasicismo con un traje de chaqueta azul y un vestido del mismo color, ambos de Felipe Varela. Y eso que tuvo que medirse frente a Michelle Obama, la mujer que en la actualidad mejor maneja la ecuación entre imagen y poder.
Varela sigue agotando las existencias de los modelos que luce públicamente su mejor clienta. “Sin embargo, se echa en falta más transgresión y más firmas locales. La Primera Dama norteamericana da publicidad a sus diseñadores. Y ha llegado a lucir prendas tan arriesgadas como las de la marca japonesa Comme des Garçons. Recurrir a Carolina Herrera y a Hugo Boss no significa gran cosa en términos comunicativos”, sentencia Centeno.
Lo que sí resulta significativo es su empeño en seguir llevando marcas nacionales low cost, sobre todo si vienen de Mango. Las piezas de la gran cadena catalana, los zapatos Magrit y las joyas de Tous son “su forma de difundir la marca España”. Y la cercanía, porque pese a ser reina, no duda en repetir atuendo en numerosas ocasiones o en mezclar prendas asequibles con otras que no lo son tanto. “Ella se suma a la estrategia de otras princesas y Primeras Damas. Lo hacen para reflejar cotidianidad”, apunta Centeno.
La nueva Doña Letizia “está muy al tanto de las tendencias y sabe que su papel, aunque suene controvertido, se basa en distraer la atención mediante los estilismos”. Sabe, por ejemplo, que a día de hoy una corona no es incompatible con una extensa colección de chaquetas de cuero. O que los labios rojos son, en ocasiones, un poderoso elemento de distracción.
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