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El peligro de los niños modelo está en las webs

La legislación solo protege el trabajo infantil de pasarela

Modelos infantiles durante el desfile de Cóndor en la reciente pasarela 080 de Barcelona.
Modelos infantiles durante el desfile de Cóndor en la reciente pasarela 080 de Barcelona. david grau (cordon press)

“No estaba todo el papeleo. Todos los menores tienen que estar dados de alta y con todos los permisos”, explicaba Miquel Rodríguez, responsable de Comercio de la Generalitat de Cataluña, ante la ausencia de la modelo de nueve años, Kristina Pimenova, en el desfile de la marca Cóndor. “La niña más guapa del mundo”, como se la conoce, ha vuelto a reabrir el debate sobre la pertinencia de que los menores se conviertan en estrellas del modelaje o la interpretación y sobre la legislación (o la carencia de ella) que regula en España su trabajo. En una época en la que casi 700.000 personas siguen en Instagram las andanzas de la pequeña top rusa, en la que Prada, Chanel o Jean Paul Gaultier suben a la pasarela a preadolescentes junto a maniquíes adultos y en la que proliferan los blogs de niños vestidos como adultos (y gestionados por sus padres) cabe preguntarse si la exposición pública de la infancia se está yendo de las manos.

La 'top' infantil Kristina Pimenova, en Barcelona.
La 'top' infantil Kristina Pimenova, en Barcelona.alejandro garcía (efe)

“En el caso de los menores que salen en espectáculos, el ordenamiento jurídico actual permite el trabajo de menores de 16 años”, siempre y cuando sigan lo especificado en un real decreto “que considera este tipo de actividades como relaciones laborales de carácter especial”, explica la psicóloga infantil y juvenil Susana Pascual Valle, del gabinete AGS.

En el decreto se especifica que se permite la contratación en actividades como “el teatro, cine, radiodifusión, televisión, plazas de toros, instalaciones deportivas, circos, salas de fiestas, discotecas, y en general cualquier local destinado habitual o accidentalmente a espectáculos públicos”. Pascual aclara que, según la regulación europea, “la contratación se somete a un procedimiento de autorización previa expedido por la autoridad competente”.

Como argumenta Ángel Herrera, director de Salvador Models & Actors y presidente de la Asociación española de modelos y agencias de España, “se tiene que pedir un permiso especial que se otorgará teniendo en cuenta varios factores, como que no sea algo que pueda afectar al bienestar físico o psicológico del niño, que se respeten sus horarios y su educación”. Así, mientras en España no existe una regulación propiamente dicha, en otros lugares como Nueva York ya han tomado cartas en el asunto, y hace dos años el gobernador de la ciudad firmó una normativa que vela por el trabajo de los menores en las pasarelas. Entre sus cláusulas, destacan la supervisión parental, el toque de queda a medianoche o la prohibición de trabajar en dos lugares distintos si no median 12 horas de diferencia.

Otro tema son las bitácoras digitales que están surgiendo al calor de esta fascinación por los niños con talento, y que todavía gozan de un vacío legal. Entre ellas están el perfil de Instagram de Mayhem, una niña de cinco años que reproduce con papel los trajes que las famosas lucen en las alfombras rojas, Mini Style Hacker o la página protagonizada por un modelo de cuatro años que posa imitando el estilo y la actitud de David Beckham o Ryan Gosling.

Foto de la niña Mayhem en su blog de moda.
Foto de la niña Mayhem en su blog de moda.

“Normalmente, y salvo excepciones, es más común encontrarnos con casos donde son los propios padres los que invitan o proponen al menor este tipo de trabajo”, explica Susana Pascual. Y alerta de los potenciales peligros psíquicos que esta dinámica puede generar a medio/largo plazo. Para Ángel Herrera, de cuya agencia han salido los actores Mario Casas y Leticia Dolera y otras estrellas nacionales que antes fueron niños artistas, “se debe aconsejar a los padres que lo enfoquen como una actividad extraescolar, sin presiones. En el momento en que no se sientan a gusto, deben dejarlo”. Pero a estas edades es casi imposible distinguir entre lo que se quiere y lo que se debe hacer.

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