El sueño de una princesa con pulsera dorada
El fotógrafo canario Ángel Luis Aldai presenta en Casa África “Géntu Ndaw”, una muestra con cinco años de trabajo sobre la infancia en África occidental
Una niña que se apoya contra una pared en descomposición, arrinconada por una montaña de conchas de ostra vacías en Fadiouth. Una cabrera envuelta en un velo que vigila su pequeño rebaño a la sombra de un gigantesco árbol de Boubon. Un adolescente apoyado en el dintel azul de un locutorio de la isla de Gorée; un chiquillo que acude al muelle a recoger a su padre que llega en barco desde el puerto de Dakar, arrastrando una fina tanza de la que se prende un caballito de madera. Criaturas memorizando sus versículos del Corán en la madraza y garrapateando letras y números en las pizarras de colegios públicos, privados, religiosos. Chiquillos que empujan piraguas en la playa de Yoff o hacen equilibrios bajo el peso de sacos de rafia en los camellones de las salinas de Temet. Pescadores que nadan en las aguas del Volta, entre anzuelos y mallas mil veces remendadas. Acróbatas temerarios sobre la blanca arena de San Pedro. Vendedoras ambulantes varadas a la orilla de una carretera nigerina, sobre las que se cierne una tormenta. Bebés pataleando entre las cebollas del mercado de Konni, el sexo circuncidado al aire, los ojos desmesurados siguiendo los movimientos de sus madres. Infancia que juega, baila, estudia o ayuda a sus padres en Juffureh, Bandiagara o Gagnoa.
Géntu Ndaw
Exposición fotográfica:
- 5 febrero – 30 abril
- De lunes a viernes, de 09.00 a 18.00 horas
- Lugar: Casa África
- Entrada gratuita
Este es el recorrido que nos propone el fotógrafo Ángel Luis Aldai (Las Palmas de Gran Canaria, 1949) en la exposición que inaugura mañana en Casa África, donde permanecerá abierta al público hasta el 30 de abril. Se titula Géntu Ndaw, sueños de infancia en wolof, y retrata a niños de Níger, Ghana, Mali, Costa de Marfil, Burkina Faso, Togo, Senegal y Gambia. La excusa: 25 años de la Convención de los Derechos del Niño. No en vano, UNICEF participó en la presentación de la exposición ante los medios esta mañana, con la presencia del director ejecutivo del Comité Español de la agencia de la ONU para la infancia, Javier Martos.
Las imágenes de Géntu Ndaw abarcan cinco años de trabajo y viajes por África occidental: desde 2008 a 2013. Aldai aterrizó en la región con un proyecto de Casa África, Soutoura, que le llevó a cuatro países de la región donde las embajadas de España eran dirigidas por mujeres: Costa de Marfil, Níger, Ghana y Mali. Se embarcó en un periplo creativo sin fechas ni otras fronteras que temores justificados por su propia seguridad, como los que le impidieron llegar al mítico Tombuctú o al norte de Níger. Sin embargo, el fotógrafo pudo arribar a otros enclaves de leyenda, como el mágico país dogón, o a zonas del continente que no eran tan recomendables en ese momento, como el norte de Costa de Marfil, ocupado por una rebelión que torció la historia del país el 19 de septiembre de 2002. Por el camino y con el billete abierto, Aldai pisó muchas carreteras, pueblos y ciudades. Siempre amarrado a su cámara y sus objetivos de 35 y 50 milímetros, aptos para trabajos más íntimos, a corta distancia. Siempre armado con su manual de trabajo africano: contacto visual, gestos universales y petición oficial de permiso antes de disparar su cámara. Compartiendo vivencias, bissap (jugo de la flor de hibisco), momentos en cada rincón del camino.
La exposición, con imágenes de ocho países africanos, permanecerá abierta hasta el 30 de abril
“Géntu Ndaw surgió de Soutura”, precisa Ángel Luis Aldai. “Tenía el encargo de realizar retratos de mujeres en cuatro países africanos y la idea de trabajar contra los estereotipos que marcan a esas mujeres en nuestros medios de comunicación. Al fotografiar a las mujeres, siempre encontraba a los niños ante el objetivo. Empecé a sacarles fotos. También porque ya barajaba la idea de un proyecto sobre la Convención de los Derechos del Niño con motivo de su vigesimoquinto aniversario. Tenía una buena colección privada de imágenes de niños que había tomado en mis viajes y en la que seguí trabajando hasta 2013”.
Géntu Ndaw fue libro antes que exposición y se presentó precisamente el 4 de diciembre pasado en Casa África, pocos días después de la efeméride y auspiciado por patrocinadores como la Fundación Mujeres por África o el Institut Catalunya Africa. Al pasar de las páginas de un libro a las paredes de una sala expositiva, subrayó su carácter marcadamente didáctico para dirigirse especialmente a los centros educativos. Alterna poemas y fotos con retazos de la Convención de los Derechos del Niño.
Aldai utilizó una cita de la altermundista maliense Aminata Traoré como cimiento de su proyecto Soutoura. Para Géntu Ndaw ha elegido los poemas y las reflexiones de otra mujer, Tanella Boni, profesora, escritora y filósofa marfileña que ha parido las palabras que figuran al borde de las fotos que cuelgan en las paredes de las salas expositivas de Casa África.
Precisamente Tanella Boni resume el espíritu de la exposición en los últimos versos de un poema dedicado a una niña que se estira, quizás adormilada, sobre un banco de madera: “Y yo princesa con pulsera dorada / no voy a contarles mi vida / guardo mis secretos para mí / No sabréis nada de mi historia / incluso si sabéis ya / que no muero de hambre”. Sus rimas y los retratos de Ángel Luis Aldai dibujan a princesas y príncipes luminosos, que borran entre juegos, tablas de multiplicar y puestos de mercado, otras imágenes más duras del continente africano que estamos habituados a ver en nuestros medios. Sus risas y sus cantos despreocupados espantan, aunque solo sea por un momento, las noticias de hambrunas, ébola, guerras y campos de refugiados.
Seis poemas de Tanella Boni, para seis instantáneas
Mi tableta eterna se funde con mi cuerpo
No es una pizarra digital ni un smartphone
sino un tablón de madera donde los signos sagrados
acompañan mis días de tristeza o de júbilo
Mi tableta calcula la resistencia de mis manos
Puede ser que cayera del cielo o de la lluvia
para mostrarme el sentido del día y de la noche
en la escuela o junto a la casa donde vivo
Seca y concluyente se estampa la tinta en mi tableta
donde leo las leyes del mundo desde el albor de los siglos
es aquí sin embargo donde aprendo el sabor de las palabras
que conforman la fuente de mis sueños futuros
Esos sueños lejanos de la lengua extranjera que me inspira
construyendo el espesor de mi ingenua mirada
Una mirada infantil en mitad de otras tantas
a la búsqueda de un mínimo lugar en el mundo
donde soy invisible a los ojos de muchos
Nací entre los vientos de la mar infinita
donde fragmentos de acantilado
varados sobre la playa
dibujan en el lecho de la quieta arena
un paisaje soleado
Aquí frente a la mar nacen
mis sueños de viaje
Frente a la mar sueño
con el país de las maravillas
Sentado en el trono del Tiempo
no puedo contar los granos de arena
no sé entonar el canto de la travesía
Mis antepasados se embarcaron
desde aquí para las Américas
Pero la mar canta para los vivos
y yo soy el guardián del futuro
que dibujo a la luz
de mis ojos infantiles
Los nenúfares de los pantanos
sueñan con viajes lejanos
Olvidamos escuchar su canto
Sólo cuenta el lugar
donde posamos el pie
Este no es un juego de niños
buscamos nuestro camino
en el rayo de sol que danza
a la sombra de nuestros ojos abiertos
Y andamos con la paz en el alma
un cuenco de hierbas salvajes sobre la cabeza
Hierbas para alimentar nuestras bestias hierbas para todo
para tejer el lazo entre lo humao y lo animal
Cargamos la vida en brazos
La vida para alentar para cuidar para confirmar
todos los días que Dios crea
El camino entre dos hace la distancia más breve
para olvidar la dureza que rodea la vida
No nací la última lluvia
Calibré la medida de los vientos seculares
y me hago una con la resistente madera
El tablón rescatado de las intemperies
donde largamente me recuesto
abre sus fisuras a los rastros del tiempo
y navego hacia el futuro
Y me hago una con la resistente madera
mis ojos centellean malicia
y expresan mis caprichos
de niña digna y orgullosa de serlo
Y yo princesa con pulsera dorada
no voy a contarles mi vida
guardo mis secretos para mí
No sabréis de mi historia
incluso si sabéis ya
que no muero de hambre
Un paño me sujeta en sus brazos
y mi cabeza mecida por la música de sus paso
se posa suave en su pecho junto a su seno
Acompaño a mi madre-coraje por los caminos que cruza
Cuanto tiempo pasamos juntas
Cuánto vale su inmenso amor
y el mío sin límites
Somos inseparables
desde la primera mañana del Mundo
El secreto que guardo en los hondo de mis sueños
es el lazo que entretejemos día tras día
es el fuego que alimenta mi mirada
y la llama que incubo hasta el fin de los tiempos
Madre es mi luz y yo su razón de ser
Somos indisolubles como el sol y la luna
pero me falta paciencia y no asiento mi cabeza
Yo el primer paseante del mundo venidero
No hay duda alguna en nuestras caras radiantes
Hemos cruzado el lago a nado y ahogado
la dureza de nuestras vidas en el agua que alimenta nuestros sueños
El viento la tierra y el sol protegen nuestras rutas infantiles
Un cocotero nos regala la sombre de sus palmas
Una alfombra de plantas verdes amortigua el son de nuestros pasos
He aquí las marcas del agua en nuestros cuerpos infantiles
Aquí dos caminos paralelos en el torso desnudo de un amigo
Allá un toque de ternura sobre mi humilde piel
Niños del agua que traza nuestros sueños sin fronteras
Mañana en nuestras caras brillarán las centellas del viaje
que nos lleva en sus alas hasta el confín del mundo
Sin embargo las calles del mundo se reducen a cada instante
la orilla encantada constata en silencio los rumores del horizonte
recopila las palabras del agua comparte los olores del día
Ajenos a las sombras distantes que se alejan en la corriente nuestros sueños florecen en la intensa luminosidad del día
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