![<p><b>Mar</b></p><p> Un hombre lleva rato delante del mural de Gonçalo Mar. Al final se decide. “¿Es usted el que ha hecho eso? ¿Qué es?”. “Es la lucha del bien y del mal representados por el Capitán América, de azul, y por Magneto, de rojo. No vence ni uno ni otro. Y arriba hay una estrella, el Nirvana, el equilibrio en un universo de luchas constantes entre las dos fuerzas”. El hombre se aleja sin decir nada.</p><p> Mar está acostumbrado, le gusta esta cercanía. “Es un público que te dice la verdad, que no te debe nada, que se muestra orgulloso, por un lado, porque a su barrio lleguen artistas y, por otro, porque quieren participar y formar parte de ello”.</p><p> Mar proviene de las ciudades dormitorio de la Gran Lisboa, un vivero del movimiento callejero. “Me inicié en 1997 pintando letras, pero pronto me di cuenta de que eso no decía nada a la gente. Solo al mismo movimiento. Necesitaba llegar a otros”.</p><p> Mar ha pintado Portugal de norte a sur y en muchos países europeos, además de Turquía y Marruecos. Hace tiempo que su trabajo derivó hacia el dibujo figurativo, muy de cómic. “Trabajé dos años en un estudio de animación e incorporé el estilo a mis murales”.</p><p> El señor ha vuelto. Le da la mano a Mar: “Le felicito, me gusta mucho”.</p>](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/Y67PHJLJKNNSHAVR6Z6NHESNYA.jpg?auth=31394620c208a0aca2dcb66a0fdb47130d52f8ec51305d54004868c4820d684d&width=414)
El ‘grafiti’ legal de Lisboa
La capital lusa se ha convertido en la sexta del mundo con más y mejor arte urbano, según diversas publicaciones especializadas. Una iniciativa del Ayuntamiento para salvar las calles históricas
![<p><b>Smile</b></p><p>Smile se planta delante de su obra en la pared azul que bordea el hospital psiquiátrico. Con su gorra, su pendiente, su camiseta de tirantes, cumple con la tópica imagen de un grafitero, si no fuera porque viene de dejar a sus niños en el cole. Tiene 29 años.</p><p> “Todo lo aprendí en la calle. No estudié nada. Empiezas dejando tu marca, luego te fijas en otras pintadas, quieres hacer lo mismo, copias, experimentas, intercambias ideas…”.</p><p> Empezó en 2000 y ha estampado su firma en Alemania, Reino Unido, Francia y España, donde ganó el Premio de las Ramblas de Barcelona. En su obra hay color y caras, a veces hiperrealistas, como la de la fotografía. “Es mi tema preferido, aunque procuro variar para no aburrirme. Últimamente estoy haciendo letras por eso mismo”. </p><p>Smile se conoce el sector y puede comparar con otras ciudades y países. “En Lisboa empezamos tarde, cuando ya llevaban décadas en Estados Unidos, pero ahora es un lugar especial, con gran presencia de artistas internacionales. Prácticamente los mejores del mundo han dejado su obra aquí, y también a nosotros nos sirve de trampolín”.</p>](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/LDO4QX5VRVMVRLV4OLFBELYGLY.jpg?auth=a46502d732fc21a06befdaba26b67018cad913691365fca8ba4c3824e03e1d95&width=414)
Smile
Smile se planta delante de su obra en la pared azul que bordea el hospital psiquiátrico. Con su gorra, su pendiente, su camiseta de tirantes, cumple con la tópica imagen de un grafitero, si no fuera porque viene de dejar a sus niños en el cole. Tiene 29 años.
“Todo lo aprendí en la calle. No estudié nada. Empiezas dejando tu marca, luego te fijas en otras pintadas, quieres hacer lo mismo, copias, experimentas, intercambias ideas…”.
Empezó en 2000 y ha estampado su firma en Alemania, Reino Unido, Francia y España, donde ganó el Premio de las Ramblas de Barcelona. En su obra hay color y caras, a veces hiperrealistas, como la de la fotografía. “Es mi tema preferido, aunque procuro variar para no aburrirme. Últimamente estoy haciendo letras por eso mismo”.
Smile se conoce el sector y puede comparar con otras ciudades y países. “En Lisboa empezamos tarde, cuando ya llevaban décadas en Estados Unidos, pero ahora es un lugar especial, con gran presencia de artistas internacionales. Prácticamente los mejores del mundo han dejado su obra aquí, y también a nosotros nos sirve de trampolín”.
JOÃO HENRIQUES![<p><b>Tamara Alves</b></p><p>Más de 200 metros cuadrados de pared para ella sola. La firma de Tamara Alves (1983) se ve en este gran mural público. El reto era ilustrar la Revolución del 25 de Abril en su 40º aniversario. “Pensé en mí, en mis amistades, en mis familiares, y lo que me sugirió fue la fraternidad, aquel espíritu solidario, y quise recuperar ese sentimiento”.</p><p>Hombres y mujeres se abrazan en siluetas en negro y blanco sobre fondo rosa. “Quise darle continuidad a los colores de las fachadas de alrededor”. Tamara Alves es licenciada en Artes Plásticas y Arte Contemporáneo. En la escuela aprendió el arte urbano, que practica desde hace seis años. “Siempre sentí la necesidad de comunicarme con el público y no hay mayor proximidad que la que da la calle”.</p><p> Sus obras están en Nueva York y París, aunque en en esos lugares “ha sido destruida”, hecho que ella lamenta. “Hay siempre una mezcla de sentimientos cuando se elimina un mural. Por un lado te fastidia que desaparezca lo que has hecho, pero por otro entiendes que es parte del arte urbano. Yo siempre lo comparo con la destrucción del castillo en la arena. Lo más divertido es romperlo cuando lo has acabado”.</p>](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/3RIGHE2ZGZMWPDQUCOHEXTH6XA.jpg?auth=715a519c1f28db9a65306c60b77adb09fa0423ccbaa4bf468629381264be4463&width=414)
Tamara Alves
Más de 200 metros cuadrados de pared para ella sola. La firma de Tamara Alves (1983) se ve en este gran mural público. El reto era ilustrar la Revolución del 25 de Abril en su 40º aniversario. “Pensé en mí, en mis amistades, en mis familiares, y lo que me sugirió fue la fraternidad, aquel espíritu solidario, y quise recuperar ese sentimiento”.
Hombres y mujeres se abrazan en siluetas en negro y blanco sobre fondo rosa. “Quise darle continuidad a los colores de las fachadas de alrededor”. Tamara Alves es licenciada en Artes Plásticas y Arte Contemporáneo. En la escuela aprendió el arte urbano, que practica desde hace seis años. “Siempre sentí la necesidad de comunicarme con el público y no hay mayor proximidad que la que da la calle”.</p><p> Sus obras están en Nueva York y París, aunque en en esos lugares “ha sido destruida”, hecho que ella lamenta. “Hay siempre una mezcla de sentimientos cuando se elimina un mural. Por un lado te fastidia que desaparezca lo que has hecho, pero por otro entiendes que es parte del arte urbano. Yo siempre lo comparo con la destrucción del castillo en la arena. Lo más divertido es romperlo cuando lo has acabado”.
JOÃO HENRIQUES![<p><b>Mosaic</b></p><p> “Yo hago grafitis, ni street art ni arte urbano”. Mosaic lo deja claro pues se fotografía ante una de sus obras que desdice su presentación: el mundo submarino, plasmado en uno de los grandes pilares del puente que comunica la bahía lisboeta. “Los grafiteros tenemos que extraer dinero de pintadas legales para invertirlo en pintadas ilegales. Yo pinto letras desde siempre… desde 1995. Estamos estigmatizados por la gente por culpa del <i>tagging</i> [el trazo más simple del grafiti, una firma del artista], pero no nos importa. No hay necesidad de mejorar la imagen. No necesitamos nada ni a nadie para sobrevivir. Los grafiteros somos los más puros, los que nos mantenemos en lo que fue el movimiento original de pintar la calle. Lo hacemos para comunicarnos entre nosotros, no para satisfacer al público. Yo busco paredes abandonadas, fábricas, y pinto mis letras. No quiero que nadie me dicte dónde, el día, la temática y su estética”. </p><p>Mosaic ha estampado miles de letras por toda Europa. “Es como un sentido casi animalesco de querer marcar nuestro territorio. Los grafiteros somos parecidos a los <i>skaters</i>, vamos de aquí para allá, nos damos cobijo unos a otros y ofrecemos las mejores paredes al visitante”.</p>](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/4OQ3K3KPH5KOHFL5PVSANUL2YE.jpg?auth=0e149daf6a4f4c6690c086023fd506d1f8b2db69827007ae399d94b8f52f6b73&width=414)
Mosaic
“Yo hago grafitis, ni street art ni arte urbano”. Mosaic lo deja claro pues se fotografía ante una de sus obras que desdice su presentación: el mundo submarino, plasmado en uno de los grandes pilares del puente que comunica la bahía lisboeta. “Los grafiteros tenemos que extraer dinero de pintadas legales para invertirlo en pintadas ilegales. Yo pinto letras desde siempre… desde 1995. Estamos estigmatizados por la gente por culpa del tagging [el trazo más simple del grafiti, una firma del artista], pero no nos importa. No hay necesidad de mejorar la imagen. No necesitamos nada ni a nadie para sobrevivir. Los grafiteros somos los más puros, los que nos mantenemos en lo que fue el movimiento original de pintar la calle. Lo hacemos para comunicarnos entre nosotros, no para satisfacer al público. Yo busco paredes abandonadas, fábricas, y pinto mis letras. No quiero que nadie me dicte dónde, el día, la temática y su estética”.
Mosaic ha estampado miles de letras por toda Europa. “Es como un sentido casi animalesco de querer marcar nuestro territorio. Los grafiteros somos parecidos a los skaters, vamos de aquí para allá, nos damos cobijo unos a otros y ofrecemos las mejores paredes al visitante”.
JOÃO HENRIQUES![<b><p>±MaisMenos±</b></p><p>Miguel Januário (abajo, a la derecha) está detrás de las frases antisistema de ±MaisMenos±. “Surge como un cuestionamiento del mercado y del papel de la comunicación y del diseño, en contraposición, como un no-logo, un antimarca, aunque acaba funcionando como marca”, explica Januário sobre sus creaciones.</p><p> “Grandola Vila Corrupta”, “Terra da desigualdade”, “Orgulhosamente SOS” son algunos de sus mensajes. “La idea de la subversión está muy clara en todo el proyecto y es, en el fondo, representativo de la realidad en que vivimos, pero también quiere dar voz a las personas, a sus ideas y deseos. Funciona como un observador de la sociedad y como motor de debate y estímulo del pensamiento crítico”.</p><p> Januário (Porto, 1981) comenzó con MaisMenos en 2005. “Este lado reivindicativo fue ganando importancia, la voluntad de sintetizar mi trabajo en la calle y las ideas políticas que siempre me acompañaban”.</p><p> MaisMenos se ha extendido por París, Río de Janeiro, Newscastle o Luanda, donde fue invitado a las charlas de TEDx. “Utilizo todas las formas posibles de intervención, no solo las pintadas; también perfomances, vídeos, instalaciones o debates”. </p>](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/2BRRCHLMZVMNZBMO7KJ2EPUDJI.jpg?auth=53bb94eaa7536a9b7ab0b7ddfd81e3c771287cd2ccd5ebe184262de75aa82b85&width=414)
±MaisMenos±
Miguel Januário (abajo, a la derecha) está detrás de las frases antisistema de ±MaisMenos±. “Surge como un cuestionamiento del mercado y del papel de la comunicación y del diseño, en contraposición, como un no-logo, un antimarca, aunque acaba funcionando como marca”, explica Januário sobre sus creaciones.
“Grandola Vila Corrupta”, “Terra da desigualdade”, “Orgulhosamente SOS” son algunos de sus mensajes. “La idea de la subversión está muy clara en todo el proyecto y es, en el fondo, representativo de la realidad en que vivimos, pero también quiere dar voz a las personas, a sus ideas y deseos. Funciona como un observador de la sociedad y como motor de debate y estímulo del pensamiento crítico”.
Januário (Porto, 1981) comenzó con MaisMenos en 2005. “Este lado reivindicativo fue ganando importancia, la voluntad de sintetizar mi trabajo en la calle y las ideas políticas que siempre me acompañaban”.
MaisMenos se ha extendido por París, Río de Janeiro, Newscastle o Luanda, donde fue invitado a las charlas de TEDx. “Utilizo todas las formas posibles de intervención, no solo las pintadas; también perfomances, vídeos, instalaciones o debates”.
JOÃO HENRIQUES![<p><b>Mariana Dias Coutinho</p></b><p> Llega al muro de la Travesa do Monte, en el popular barrio de Graça, con pinceles y pinturas. Su mural de poetisas célebres portuguesas ha sido vandalizado con unos garabatos en rojo y quiere remaquillar la obra. Mariana Dias Coutinho (1978) es licenciada en Bellas Artes, en Conservación y Restauración. Hace un año empezó a pintar en la calle. La artista se presentó al concurso municipal para decorar una pared del barrio de Graça. La temática consistía en homenajear a poetisas que habían residido en el barrio. Ganó y por primera vez dispuso de un lienzo de casi 30 metros de largo. “Parto de la preexistencia de los colores y manchas de la pared. En función de esos elementos elaboro mi trabajo, siempre figuras humanas. El universo femenino es el eje de toda mi obra”. Dias Coutinho trabaja con tintas negras y raspa los muros para crear relieves. Escultora, pintora, restauradora…“La metodología en la calle es diferente: miro la pared y voy creando sin pensar; por eso recurro mucho a lo imaginario, a los sueños y a las fábulas infantiles”.</p><p> A veces se le va la mano, como en el techo de un pequeño pasadizo en Graça. “Lo vi y me enamoré del espacio. Pedí permiso a los vecinos y me dejaron pintarlo. Es mi pequeña Capilla Sixtina”.</p>](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/IPUJ3POVNFPU3GY6S5LKT4VGPA.jpg?auth=7309bcd5ff69ed3605a7d86f6c9cf42d20cb31f30e8b074f4cae8a5c804f1261&width=414)
Mariana Dias Coutinho
Llega al muro de la Travesa do Monte, en el popular barrio de Graça, con pinceles y pinturas. Su mural de poetisas célebres portuguesas ha sido vandalizado con unos garabatos en rojo y quiere remaquillar la obra. Mariana Dias Coutinho (1978) es licenciada en Bellas Artes, en Conservación y Restauración. Hace un año empezó a pintar en la calle. La artista se presentó al concurso municipal para decorar una pared del barrio de Graça. La temática consistía en homenajear a poetisas que habían residido en el barrio. Ganó y por primera vez dispuso de un lienzo de casi 30 metros de largo. “Parto de la preexistencia de los colores y manchas de la pared. En función de esos elementos elaboro mi trabajo, siempre figuras humanas. El universo femenino es el eje de toda mi obra”. Dias Coutinho trabaja con tintas negras y raspa los muros para crear relieves. Escultora, pintora, restauradora…“La metodología en la calle es diferente: miro la pared y voy creando sin pensar; por eso recurro mucho a lo imaginario, a los sueños y a las fábulas infantiles”.
A veces se le va la mano, como en el techo de un pequeño pasadizo en Graça. “Lo vi y me enamoré del espacio. Pedí permiso a los vecinos y me dejaron pintarlo. Es mi pequeña Capilla Sixtina”.
JOÃO HENRIQUES