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Tribuna
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Lo que va bien en el mundo

El pesimismo que causa la inestabilidad global tiene notorias excepciones

Javier Solana

Todavía no hay acuerdo sobre Irán. Obama ha sufrido una severa derrota en las elecciones para renovar parte del Senado y del Congreso. Si a ello sumamos el pobre crecimiento económico en la eurozona, la emergencia del yihadismo islámico o la tensión con Rusia, podría deducirse que el mundo vive en una espiral de pesimismo e inestabilidad. Noviembre deja, sin embargo, algunos puntos positivos, y es necesario reconocerlo para no dejarse llevar por el desánimo imperante.

Irán se mantiene en la cuenta del debe global. La negociación iraní ha llegado a la fecha límite sin acuerdo, pero con buenas vibraciones: Irán ha cumplido con el acuerdo interino y el E3+3 ha manifestado su voluntad de acabar con las sanciones. El plazo se ha prolongado hasta junio del año que viene, con la esperanza de lograr un acuerdo fundamental para la estabilidad regional y global. Irán requiere visión estratégica: la oportunidad es única. Pocas cosas hay más necesarias en este momento histórico. Un nuevo conflicto en Oriente Medio sería catastrófico. La negociación y la diplomacia son la única manera segura de resolver la cuestión nuclear iraní a largo plazo, que conllevaría la normalización del importante papel que Irán debe jugar en la estabilidad regional. Confío en que el acuerdo será finalmente posible.

Hay otros elementos en la cuenta del haber. La última reunión del G20 celebrada en Brisbane, Australia, a mediados de noviembre, aprobó un conjunto de medidas económicas que prevén un incremento del crecimiento global del 2,1% para 2018. El G20 apoyó también la Iniciativa Global de Infraestructuras mediante la creación de un Hub Global de Infraestructuras, que servirá como plataforma de encuentro para Gobiernos, sector privado, bancos de desarrollo y otras organizaciones internacionales. La nueva Comisión Europea, por su parte, tomó posesión el 1 de noviembre, y se estrena con el anuncio de un plan para añadir 315.000 millones durante tres años a inversión pública y privada en Europa.

La cumbre para la cooperación económica en Asia-Pacífico, APEC, de principios de noviembre en Pekín, China, deja algunos resultados positivos. El primero es el acuerdo bilateral entre China y Estados Unidos sobre cambio climático. El acuerdo allana el camino para la Cumbre del Clima de París de 2015, donde se espera un acuerdo global sobre el clima más inclusivo que el Protocolo de Kioto. Sería deseable que India avanzara también en esta dirección.

Túnez demuestra que se puede romper la vieja y dañina dinámica

El avance dentro del marco del Green Climate Fund, fondo establecido por el Marco para la Convención del Cambio Climático de Naciones Unidas (UNFCCC, por sus siglas en inglés) es otra buena noticia de cara a la Cumbre de París. Este fondo pretende redistribuir dinero de los países desarrollados hacia los países en vías de desarrollo para que hagan frente al coste que supone poner en marcha acciones para mitigar el cambio climático. Estados Unidos ha prometido 3.000 millones de euros, Japón 1.500 y Francia y Alemania ya manifestaron previamente su voluntad de contribuir. Estos fondos son un prerrequisito para que los países en vías de desarrollo participen en las negociaciones sobre cambio climático.

Europa también presenta buenas noticias de cara a París. El Consejo Europeo de octubre aprobó el Marco 2030 para el Clima y la Energía, propuesto por la Comisión Europea, con objetivos concretos para 2030 en materia de gases de efecto invernadero, uso de renovables, aumento de la eficiencia energética e interconexión entre Estados miembros.

China y Estados Unidos alcanzaron otro gran acuerdo bilateral en la Cumbre de la APEC que desbloquea el Information Technology Agreement de la Organización Mundial de Comercio, que China mantenía parado desde hacía un año para proteger su industria nacional. La Casa Blanca estima que la eliminación de casi un billón de dólares anuales en tarifas para las tecnologías de la comunicación y la información y un incremento del PIB global cada año de 190.000 millones de dólares.

Xi Jinping, el líder chino, aprovechó la cumbre de la APEC en la capital china para demostrar su protagonismo con la propuesta de una gran área de libre comercio en Asia-Pacífico (FTAAP por sus siglas en inglés). El acuerdo sumaría a 17 países. Podría suponer un gran avance en materia de cooperación comercial en una zona con alto riesgo geopolítico. El acuerdo transpacífico de libre comercio (TPP), promovido por Estados Unidos, también logró avances. Ambas iniciativas podrían llegar a ser complementarias, pese a que muchos las ven como rivales, ya que el TPP deja fuera a China. El triunfo de la visión estratégica, que aunaría ambas iniciativas, podría suponer un magnífico paso adelante para la estabilidad de Asia.

En Oriente Medio se ha producido alguna buena e inesperada noticia. El Consejo de Cooperación del Golfo logró que, tras ocho meses, Arabia Saudí, Bahréin y Emiratos Árabes Unidos vuelvan a enviar embajadores a Catar. Túnez celebró sus elecciones parlamentarias a finales de octubre tras unos meses de Gobierno de concentración. El partido secular Nidaa Tounes derrotó a los islamistas de Ennahda. Un mes después, hace muy pocos días, los tunecinos celebraron las primeras elecciones presidenciales libres desde el derrocamiento de Ben Alí. Túnez sigue siendo un faro de esperanza para la región. Su Gobierno de coalición demuestra que se puede romper la vieja y dañina dinámica de Oriente Medio que asume que el ganador se lleva todo. Túnez enseña que se puede compartir el poder, una lección que debiera ser aprendida en el mundo árabe.

Las tensiones tras los atentados en Jerusalén demuestran lo difícil que es avanzar en el proceso de paz entre Israel y Palestina. Conforme la violencia se acerca a Jerusalén, lugar sagrado por excelencia para las partes, el conflicto podría tomar un cariz más religioso y, por lo tanto, más difícil de gestionar. La iniciativa del Gobierno israelí de hacer del país el Estado nacional del pueblo judío en nada ayuda, ya que antepone el carácter judío del Estado incluso a su naturaleza democrática. Podría socavar los derechos de las minorías. Hoy, más que nunca, pienso que podrá lograrse una nueva dinámica en el proceso de paz mediante el reconocimiento del Estado palestino desde Europa. Una Europa que, no olvidemos, ha sostenido y sostiene económicamente a las instituciones provisionales palestinas.

Javier Solana es distinguished senior fellowen la Brookings Institution y presidente de ESADEgeo, el Centro de Economía y Geopolítica Global de ESADE.

© Project Syndicate, 2014.

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