Revuelo en la pista
Polémica por el nombramiento de Gala León como capitana del equipo español de Copa Davis
El nombramiento de Gala León como seleccionadora española de tenis ha provocado un terremoto entre tenistas, entrenadores y federativos de consecuencias impredecibles. La reacción de una minoría de los implicados, poniendo un tosco acento en que la nueva capitana sea mujer, ha centrado la cuestión en el machismo de sus palabras, dejando en un segundo plano el debate sobre qué requisitos técnicos debe cumplir quien ocupe el cargo. Sin embargo, tras la desbandada de los mejores jugadores y el consecuente descenso del equipo a la Segunda División de la Copa Davis, también conviene valorar si la persona elegida por la Federación —hombre o mujer— está cualificada para dirigir uno de los transatlánticos del deporte español, ganador de cinco Copas desde 2000 y capitaneado por Rafael Nadal, uno de los mejores deportistas de la historia.
¿Se habría producido la polémica si la nueva seleccionadora fuera Arantxa Sánchez Vicario o Conchita Martínez, ganadoras de torneos del Grand Slam que tras su retirada han dirigido torneos, han ocupado banquillos y se han mantenido en contacto con los jugadores del circuito, por lo que conocen el estilo de los propios y los contrarios?
¿Resulta lógico que ocupe el puesto una persona que admite no haber hablado nunca con varios de los tenistas a los que tiene que dirigir? ¿Era León, ex número 29 del mundo, la elección más sencilla en un país en el que abundan los antiguos jugadores y jugadoras con currículos espectaculares que desean ocupar el banquillo? Finalmente, ¿queda reforzada en su puesto la nueva seleccionadora cuando la Federación la nombra solo unas horas después de ofrecer la renovación a Carlos Moyá, su predecesor?
De aquí a julio de 2015, cuando España viajará en el primer paso de la lucha por el ascenso, hay tiempo de sobra para que León entre en contacto con los tenistas que no conoce, para que intente convencer a los mejores españoles de que vuelvan a vestir la casaca roja y para que estudie cómo juegan los rivales. Entonces se sabrá si el cambio radical de perfil en el banquillo sirve para reactivar en España una competición que ha dejado de enganchar a los tenistas, saciados de éxitos, y sometida a los caprichos de sus protagonistas.
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