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Pieter Hugo, el fotoperiodista ficticio

La primera retrospectiva del fotógrafo sudafricano llega a España Los hombres hiena o las víctimas del sida conviven con jueces de Ghana o nudistas de mediana edad

Ángeles Jurado
Mercado de Agbogbloshie, Accra, Ghana.
Mercado de Agbogbloshie, Accra, Ghana.©Pieter Hugo. Cortesía Stevenson, Cape Town and Johannesburg

Graham Ellis se repantiga, desafiante y sereno, en el viejo sofá de su hogar en Constantia, uno de los suburbios más antiguos de Ciudad del Cabo, reputado por sus vinos desde hace siglos. No lleva nada encima salvo las gafas, un par de anillos, un crucifijo y una fina bata estampada que se pliega a los lados de su cuerpo, dejando al descubierto el pecho velludo, la barriga prominente, las piernas plegadas y un sexo relajado, en reposo. Debe acercarse a los sesenta años y es un tipo desgastado por la edad pero digno, canoso y arrugado: la antítesis de Adriana Lima.

“Éste debe ser el lugar”

  • Sala San Antonio Abad (Centro Atlántico de Arte Moderno) y Casa África.
  • Del 11 de septiembre de 2014 al 4 de enero de 2015.
  • Entrada libre.

Graham respondió a un anuncio de periódico que pedía voluntarios para posar desnudos en sus casas. El fotógrafo que lo pagó fue Pieter Hugo (Johannesburgo, 1976). Lo hizo para responder a un encargo de Pirelli.

La multinacional italiana tuvo la temeridad de solicitarle que ilustrara uno de sus calendarios, famosos por presentar habitualmente a bellezas que rozan la anorexia en entornos sugerentes y glamurosos. El resultado del encargo no aparece en la web oficial del calendario Pirelli, donde sí figuran las imágenes de otros fotógrafos, como Annie Leibovitz o Peter Beard, que dieron una respuesta más convencional a la marca milanesa. Pieter Hugo eligió un camino diferente: decidió inmortalizar a Graham Ellis y otros adultos sudafricanos, muchos nudistas, rozando la tercera edad y en prosaicos salones de clase media-alta. Patas de gallo, incontinencia capilar, sobrepeso, cotidianeidad. Un desafío directo a todo lo que Pirelli ha convertido en parte de su marca a través de las imágenes de sus calendarios. La empresa pagó sus servicios puntualmente, sin rechistar, pero jamás utilizó los desnudos del fotógrafo sudafricano.

Cuatro de las imágenes de este proyecto, titulado En casa, se fijan a las paredes de una de las salas expositivas de Casa África, en Las Palmas de Gran Canaria, a partir de esta semana. Forman parte de la primera retrospectiva de Pieter Hugo que llega a España, titulada Éste debe ser el lugar y que pasará los próximos cuatro meses dividida entre el Centro Atlántico de Arte Moderno (CAAM) y Casa África. La muestra aterriza en Canarias procedente de Lisboa y aquí termina su periplo europeo, después de haber visitado Suecia, Holanda, Hungría y Portugal durante los dos últimos años. Arrancó en tierra holandesa, producida por el Museo de Fotografía de La Haya y comisariada por Wim van Sinderen, su conservador jefe, y abarca 121 fotos, una pequeña parte de la prolífica obra de Hugo.

Éste debe ser el lugar inicia su recorrido por la obra de Pieter Hugo con los retratos de estudio de la serie Looking aside (mirar de lado), que le propulsaron a la fama en el año 2001. Lo cierra con las imágenes de la serie At home, que datan de 2012, y con la serie denominada Kin (pariente), de 2011. Kin está de actualidad, precisamente, porque el autor hace doblete en nuestro país en este mes de septiembre: la próxima semana se muestra también en la Fundació Foto Colectania de Barcelona. Se trata de un proyecto agridulce y muy personal en el que compone un mosaico de su vida y la realidad actual de Sudáfrica a través de paisajes, retratos y composiciones diversas que hacen referencia a su entorno más íntimo.

Fantasía y realidad

"Pieter Hugo forma parte de la nueva generación de fotoperiodistas", precisó Van Sinderen este miércoles en la presentación ante los medios de comunicación de esta muestra. "No toma imágenes de las noticias, hace ficción, noticias inventadas, surgidas de su fantasía, algo que le convierte en un autor particularmente interesante para las galerías, los museos y el mundo del arte". El comisario de la retrospectiva de Pieter Hugo también resaltó que el fotógrafo sudafricano elige siempre el camino diferente: las imágenes que propuso a Pirelli no son la excepción en su carrera, si no la norma.

Hugo se detiene pocas veces en la parte más complaciente de las sociedades contemporáneas subsaharianas y prefiere poner cara y nombre, de modo casi documental, a sus historias y contraponer la prosperidad occidental a personajes como los heroicos jóvenes que recogen desechos en un vertedero tecnológico de Ghana, Agbogbloshie, rodeados de productos tóxicos y con una esperanza de vida irrisoria. O montar un complot artístico con el realizador nigeriano Gabazzini Zuo para implicar a actores y actrices de Nollywood en coreografías extravagantes, casi surrealistas, como la de un joven Darth Vader negro en cueros, plantando los pies en el lecho de un río casi extinto. O documentar la trashumancia de los artistas de circo nigerianos que viajan por su país en compañía de hienas, monos o pitones, anacrónicos pero extrañamente congruentes en paisajes urbanos de Lagos o Abuya y en pleno siglo XXI. O rendir homenaje a las víctimas del sida en Khayelitsha, el populoso suburbio negro de Ciudad del Cabo, retratadas en la morgue e identificadas como recordatorio de su humanidad y su tragedia.

Entre tantas historias, nombres y caras, flotan las imágenes de su madre recién operada del pecho, su mujer embarazada o una abuela con la que el vínculo afectivo casi se hace palpable... Codeándose con apicultores, albinos o magistrados del Tribunal Supremo de Ghana.

Outsider

Pieter Hugo está ahora en San Francisco, pero pronto se pondrá en camino hacia Ruanda. Ya ha estado en el país: sucedió 10 años después del genocidio. Entonces fijó su objetivo en los cuerpos conservados en cal en el Museo del Genocidio y en lugares convertidos en osario que se habían preservado intactos tras las matanzas y donde quedaban, entre el polvo y la mugre, huesos, sangre, ropa, rosarios y otras pertenencias de las víctimas. Rastros del holocausto tutsi que ya han sido borrados de la Ruanda de nuestros días pero que quedaron plasmados para la posteridad en las imágenes del autor.

Wim van Sinderen retrata a Pieter Hugo como un tipo alto, atlético, rubio y barbudo, con unos ojos de un desconcertante azul: un beach boy que no puede pasar desapercibido. "El anonimato para él es imposible", subraya. "Se presenta en un poblado remoto africano cargado con todo su material y a los cinco minutos, todo el mundo sabe que está ahí. Trabaja con su presencia".

Hugo se detiene pocas veces en la parte complaciente de las sociedades subsaharianas y prefiere poner cara y nombre a sus historias

Una presencia anómala, como la propia identidad de Hugo, sudafricano blanco rodeado de mayorías negras, un outsider en el contexto de su país y del continente.

La ambivalencia en la identidad de Hugo queda reflejada en otra de las series presentes en esta retrospectiva, There’s a place in hell for me and my friends (hay un lugar en el infierno para mí y mis amigos, 2011), en la que realizó medio centenar de retratos de sus amigos y de sí mismo teñidos por la culpa y la historia. Las imágenes de esta serie se hicieron, originalmente, en color para luego pasarlas a blanco y negro y tratarlas de manera que todas las rojeces, los defectos de la piel, las manchas y las pecas oscurecieran sus rostros. Pretendía mostrar a una generación que nació con el apartheid y vivió su caída y que, por el hecho de ser blanca bajo el sistema de la segregación racial sudafricana, fue racista en algún momento. Hugo se sabe parte de un mecanismo perverso pero económicamente boyante, pero también parte de una Sudáfrica nueva, que quieren construir entre todos y en la que eligió quedarse, formar su familia, crear un futuro.

En el plano estrictamente técnico, la obra de Pieter Hugo destaca por su estilo pictórico. Por los fondos calimosos y desvaídos de sus hombres hiena, las composiciones monumentales clásicas del vertedero ghanés y sus habitantes perfectamente situados en el centro del "lienzo". En algunas de sus series rehúye los efectismos y las prisas del fotoperiodista y prefiere exponer sus historias a lo largo de varios encuadres que no provocan emociones inmediatas, brindando espacio y tiempo a quien se acerca a su obra para que pueda explorar las imágenes y dejarse penetrar por ellas. Otras veces documenta y pone nombre, como en sus imágenes post-mortem de víctimas del sida. Otras veces, como sucede con sus retratos en estudio de Mirar de lado, nos enfrenta a albinos e invidentes con miradas directas que incomodan. Tiene cierta habilidad para sacudirnos como hizo con los directivos de Pirelli.

Sarcástico, directo y sin retoques. Aparentemente simple. Siempre deliberado, jamás aleatorio. En gran formato. Es Pieter Hugo y no pasa desapercibido ni deja indiferente.

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Sobre la firma

Ángeles Jurado
Escritora y periodista, parte del equipo de comunicación de Casa África. Coordinadora de 'Doce relatos urbanos', traduce autores africanos (cuentos de Nii Ayikwei Parkes y Edwige Dro y la novela Camarada Papá, de Armand Gauz, con Pedro Suárez) y prologa novelas de autoras africanas (Amanecía, de Fatou Keita, y Nubes de lluvia, de Bessie Head).

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