Castigar el ciberacoso
Condena ejemplar de 29 años de prisión a un acosador que abusó de dos niñas de 12 años
Las redes sociales son ahora las nuevas plazas públicas donde niños y adolescentes entablan contacto, pero a diferencia de la calle o la plaza de verdad, en la virtual hablan, se comportan y sienten como si estuvieran ante su interlocutor, pero sin verlo y sin tener la certeza de que realmente es quien dice ser. Así es como algunos menores, chicas en su mayoría, inician unas relaciones que acaban en suplicio.
Malochico17 era el apodo que utilizaba el ciberacosador que sedujo y abusó de dos niñas en Madrid. El Tribunal Supremo acaba de confirmar la condena de 29 años de prisión que le había impuesto la Audiencia Provincial de Madrid. Se trata de un ingeniero de 59 años con gran dominio de la informática que no solo engañó a las chicas, sino que llegó a controlar sus cuentas de Internet.
En sus ordenadores se ha encontrado el historial de más de mil conversaciones con menores y fotos de niñas desnudas. Se trata de una condena ejemplar, acorde con la gravedad del delito. La forma de operar encaja con un patrón que se repite en la mayoría de los casos investigados por la Policía Nacional.
El abusador adopta una falsa personalidad de edad algo mayor a la de sus víctimas. El ingeniero se hizo pasar por un chico de 17 años y utilizó un alias y un lenguaje juvenil que le permitió ganarse primero el interés y después la confianza de las víctimas, dos chicas de 12 años.
Una vez consolidada la relación, el acosador suele pedir una foto de la chica desnuda. Es lo que hizo el ingeniero. Otros han llegado a manipular fotos normales hasta convertirlas en imágenes sexuales. A partir de ese momento, el lenguaje se vuelve imperativo y comienza el chantaje.
Suele ser el punto de no retorno. La víctima entra entonces en una espiral de miedo y angustia. La vergüenza le impide muchas veces pedir ayuda, hasta el punto de que algunas niñas han buscado en el suicidio una salida. El ingeniero citó por separado a las chicas en un hotel y, con la habitación a oscuras, se las arregló para que no vieran la edad, hasta que una lo descubrió y se atrevió a explicarlo a sus padres.
Es, pues, muy importante que tanto los menores como los padres conozcan la forma de operar de los acosadores porque eso les permitirá desenmascararles. El conocimiento es en este triste asunto la llave de la prevención.
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