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El acento
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Secuestradas...¿y olvidadas?

Los esfuerzos para rescatar a las más de 200 niñas secuestradas en Nigera por Boko Haram no han dado resultado

Soledad Calés

Han pasado más de tres meses desde que el 14 de abril militantes de la organización islamista Boko Haram disfrazados de soldados irrumpieron en la escuela de Chibok, en Borno (Nigeria), y se llevaron a 276 chicas. Al poco tiempo lograron escapar 53 de ellas y algunas otras días más tarde, pero quedan todavía 219 en poder del grupo radical islamista.

Nada se sabe de ellas. Si están vivas o muertas, si han sido vendidas como esclavas o si han sido obligadas a casarse con miembros de la organización, las tres posibilidades con que amenazó el líder del grupo terrorista, Abubaker Shekau, en un vídeo dirigido a Occidente. Y lo que es peor, el mundo parece haberlas olvidado, saturado como está de nuevas tragedias como el derribo de un avión de pasajeros en Ucrania o el sangriento bombardeo de Gaza. Mientras las niñas siguen en su cautiverio, la franquicia terrorista de Al Qaeda en África continúa sembrando el terror. Bombas en estaciones de autobuses y centros comerciales, incursiones sangrientas en poblados y disparos contra la multitud han provocado cientos de muertes.

Nigeria y los países vecinos afectados por la actividad de Boko Haram se muestran impotentes para frenar su avance mientras Occidente asiste, también impotente, a la emergencia de un nuevo territorio fuera de control democrático, dentro de la estrategia del islamismo radical de crear zonas de dominio, o califatos, donde imponer un régimen político teocrático basado en la ley islámica, la sharía.

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Como la traducción de su nombre indica, Boko Haram considera la cultura y la educación occidental como una fuente de pecado. De ahí que utilizara el secuestro de las niñas como una forma práctica de mostrar su ideario. Era un mensaje directo a las mujeres, a las que conminó a dejar la escuela y casarse. Ese es el destino que les reserva la sharía.

El secuestro de las niñas es un desafío al que Occidente no ha sabido responder. De poco ha servido la cumbre convocada en mayo en París por el presidente Hollande, a la que asistieron Estados Unidos, Reino Unido y los cinco países hostigados por Boko Haram. Allí acordaron coordinarse para rescatarlas, pero los resultados no pueden ser más decepcionantes.

No deberíamos olvidarlas.

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