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Enrique y Cressida: ¿ruptura o pausa?

La novia del príncipe no ha soportado la atención mediática que padecía

Enrique de Inglaterra y Cressida Bonas.
Enrique de Inglaterra y Cressida Bonas.CORDON

Hay muchos cuentos que empiezan con la tópico “érase una vez un príncipe enamorado de una princesa” y acaban con el inevitable “y vivieron felices comiendo perdices”. Para los Windsor, sin embargo, encontrar a la princesa —o, más bien, no princesa, como marcan los cánones de las monarquías contemporáneas— con la que ser feliz es más complicado que comer perdices. El príncipe Enrique ha roto con su novia de hace dos años, Cressida Bonas, y todo indica que la resistencia de ella a sacrificar su vida personal para cumplir con las servidumbres que van implícitas con la pertenencia a la familia real, ha sido un factor decisivo en la ruptura.

Solo el tiempo dirá si la separación es definitiva o se trata de darse un respiro, como ha apuntado The Daily Telegraph. Enrique y Cressida tienen, en ese sentido, ejemplos a seguir en el pasado reciente de la familia. El más próximo, el del príncipe Guillermo y Kate Middleton, que en la primavera de 2007 decidieron separarse tras cuatro años de noviazgo más o menos formal. Meses después decidieron reanudar la relación y esta misma semana se han cumplido tres años de su boda. Ahora, Catalina y Guillermo son los duques de Cambridge y son padres del príncipe Jorge, nacido en julio pasado y tercero en la línea de sucesión

Tienen también un precedente bastante más complejo. El príncipe Carlos prefirió en su día terminar con la relación que le unía al gran amor de su vida, Camila. Incapaz de enfrentarse a las convenciones, cedió a la presión de quienes consideraban inaceptable que el príncipe de Gales se casara con una mujer algo mayor que él. Y sobre todo, que había perdido la virginidad antes de llegar al altar, acabó casándose con Diana. Un matrimonio tormentoso que acabó mal. Con el tiempo, Carlos y Camila también acabaron casándose.

¿Acabarán casándose también Enrique y Cressida? Está por ver. La ruptura, o la pausa, ha llegado tan solo unas semanas después de que la pareja se pusiera a tiro de los fotógrafos abrazándose y besándose durante un festival en Wembley a principios de marzo pasado y al día siguiente durante un partido de rugby en Twickenham. Eso desató intensísimos rumores de que la pareja iba a dar el paso de anunciar su compromiso de boda.

Entonces se dijo que las apariciones públicas de aquel fin de semana habían sido planeadas por los asesores del príncipe y que este estaba siendo presionado por la familia real para que tomara una decisión: o boda, o separación. Ahora se asegura que en realidad todo fue más espontáneo y que la intensa atención que despertó en los medios nacionales e internacionales no hizo más que multiplicar las reservas que Cressida tiene a la idea de sacrificar su planeada carrera como actriz y bailarina debido a las responsabilidades que asumiría como miembro de la familia real. Y que es ella la que ha pedido tiempo para pensárselo.

Para Enrique, no es algo nuevo. Su anterior relación con la sudafricana Chelsy Davy se rompió porque ella se resistió a someterse a la rigidez de las responsabilidades de un miembro de la familia Windsor. El príncipe pareció aludir a eso cuando en marzo de 2012, en una entrevista en una televisión de Estados Unidos, habló de las dificultades que tenía para encontrar a una mujer con la que casarse. “No estoy tanto buscando solo a alguien que cumpla ese papel pero, obviamente, en fin, sí buscando a alguien que quiera aceptarlo”, dijo. No está claro que Cressida, hija de un conde pero definida por sus amigos como muy independiente y con los pies en el suelo, quiera jugar a casarse con un príncipe para ser felices comiendo perdices.

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