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Cressida llama a las puertas de Buckingham

Dos apariciones públicas esta semana han disparado las alarmas. El rígido protocolo para anunciar el compromiso está en marcha. Una joven de 24 años licenciada en danza acude al rescate de la dañada reputación del príncipe Enrique

Mábel Galaz
Enrique de Inglaterra y detrás Cressida Bonas.
Enrique de Inglaterra y detrás Cressida Bonas.STEFAN WERMUTH (REUTERS)

Se llama Cressida Bonas, ha cumplido 24 años, se da un aire a la modelo Cara Delevingne y posee un currículo escueto: estudios de danza contemporánea en la Universidad de Leeds y en el Conservatorio de Música y Danza Trinity Laban en Greenwich; ahora trabaja en una empresa familiar como comercial. Su compromiso matrimonial con Enrique de Inglaterra es solo cuestión de tiempo. Todo está preparado para que Cressy se convierta en la nueva princesa de Reino Unido. El operativo está en marcha.

En la casa real británica hay un protocolo no escrito que sus miembros siguen al milímetro para no contrariar a la jefa, la reina Isabel. Este dicta, por ejemplo, que los noviazgos no existen hasta que son oficiales y que las parejas no deben aparecer en las fotos de la prensa a no ser que lleven camino de convertirse en una relación con futuro. Carlos de Inglaterra, el padre de Enrique, no se dejó ver con Lady Di hasta poco antes del compromiso. Y Guillermo, su hermano, hizo lo propio con Kate Middleton, aunque llevaban nueve años viviendo juntos. Las prevenciones con Enrique han sido mayores dada la fama de juerguista y ligón que arrastra. Famosas son sus fotos vestido de oficial nazi en una fiesta de disfraces, esas en las que se sube a un coche bastante perjudicado y con una copa en la mano, aquellas otras en una piscina en Las Vegas, rodeado de chicas que luego se supo eran prostitutas, o sus declaraciones al regresar de Afganistán, en las que aseguró que había disparado en el campo de batalla.

Enrique no ha sido nunca un miembro cómodo para la familia real británica, aunque para él tampoco lo ha sido pertenecer a ella. No solo perdió a su madre en 1997 siendo un niño; además, ha tenido que vivir con los comentarios de que no es hijo de Carlos de Inglaterra sino de James Hewitt, un militar que fue durante cinco años amante de Diana de Gales. Aunque el propio Hewitt ha dicho que el romance empezó cuando Enrique ya había nacido, el pelo pelirrojo del joven y su carácter abierto, tan diferente del de los Windsor, no han hecho más que alimentar esta hipótesis. En lo que coincide con el clan paterno es en su aversión por los fotógrafos. Por eso, el hecho de que esta semana Enrique haya permitido ser fotografiado con Cressida es la clara señal de que lo suyo va en serio. La joven lo acompañó a un acto con un carácter semioficial, el WE Day en Wembley Arena, un concierto solidario en el que Enrique tenía que subir al escenario y dirigirse a 12.000 personas. Cressida contempló la escena desde su localidad, luego siguió junto a él en la grada las actuaciones y soportó que los objetivos de las cámaras fijaran su atención en ellos más que en el concierto. Al día siguiente, los medios de comunicación británicos aseguraron que el compromiso está a punto de anunciarse, que la reina ha dado luz verde. Horas después y conocedores del impacto generado, Enrique y Cressida se dejaron ver juntos otra vez. The Daily Telegrah, que cita fuentes próximas al protagonista, ha asegurado: “Cressy se va a casar con Enrique”.

La decisión de formalizar la relación ha llegado también una vez que Cressida Bonas ha superado sus temores acerca de casarse con un miembro de la familia real, con todo lo que ello conlleva. La pareja lleva saliendo desde mayo de 2012. Eugenia, hija de Andrés de Inglaterra y Sarah Ferguson, fue quien los presentó. “Ella piensa que es demasiado joven para casarse y se asusta con la idea del matrimonio, pero está muy enamorada de Enrique”, han contado amigas de la joven a la prensa británica. Y es que Cressy no parece una princesa al uso. No le gustan las fotos ni las formalidades, sus trajes hippies no se asemejan a los sobrios modelitos de Kate Middleton y su melena rubia algo despeinada nada tiene que ver con la impecable que luce aquella.

Cressida tiene la mezcla justa de sangre noble y plebeya. Descendiente lejana de Carlos II (está emparentada en noveno grado con Enrique) es hija de lady Mary-Gaye Georgiana Lorna Curzon, hija del sexto conde de Howe, y del empresario e historiador Jeffrey Bonas. Tanto el padre como la madre se casaron dos veces antes de hacerlo entre ellos. De esos matrimonios tiene cuatro medios hermanos. Una de ellas es Pandora, diseñadora de accesorios de Vivienne Westwood y otra, Isabel, está casada con uno de los hijos de Richard Branson, Sam.

En septiembre, la revista Tatler desvelaba algunos datos de su personalidad: su familia la llama Cressy o Smally, el tenis es su deporte preferido, le encanta un pastel de chocolate llamado Wicky Biccie, también las velas aromáticas y el ron. Su serie preferida es El ala Oeste de la Casa Blanca y su actor, Sean Penn. Tuvo un novio que también se llamaba Enrique, pero ha sido Enrique de Inglaterra quien le ha convencido de que merece la pena dejar su vida de it girl para pisar las alfombras de palacio. Cressida pasa ya mucho tiempo en la residencia del príncipe, cuenta con un pase especial de seguridad y conoce a la reina.

Enrique, a punto de cumplir 30 años, también se está preparando para la nueva etapa: ha aceptado un puesto de oficial del Estado Mayor después de dejar de servir en su etapa de piloto de helicópteros y dedica mucho tiempo a organizaciones solidarias y a proyectos medioambientales con viajes a la Antártida incluidos. Ahora será el protocolo de la reina el que fije la fecha para el anuncio del compromiso. Los británicos ya se han lanzado a las casas de apuestas. La primavera es la fecha que cotiza al alza.

Sobre la firma

Mábel Galaz
Fue la primera mujer en pertenecer a la sección de Deportes de EL PAÍS. Luego hizo información de Madrid y Cultura. Impulsó la creación de las páginas de Gente y Estilo. Ha colaborado con varias cadenas de televisión y con la Cadena Ser. Ahora escribe en El País Semanal.

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