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Columna
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14 de abril

La República es ese futuro irreal e incontaminado al que, de momento, solo se puede llegar por el camino del romanticismo

Manuel Vicent

La República se ha convertido en un parque natural de la política española. Se trata de un espacio de la memoria colectiva, que habría que preservar como se hace con un paisaje muy singular o con las especies biológicas en peligro de extinción. Puede que los ciudadanos que vivieron aquel episodio nacional lo recuerden con la nostalgia de un sueño de libertad, igualdad y fraternidad o con el horror de un mal parto, que terminó en la tragedia de una guerra civil. Para muchos españoles que no conocimos aquel tiempo sino a través de libros y relatos melancólicos o envenenados, más allá de los tópicos en que ha llegado hasta nosotros, la República es ese futuro irreal e incontaminado al que, de momento, solo se puede llegar por el camino del romanticismo. Los más profundos poemas de amor se deben a poetas que han experimentado amores frustrados o prohibidos. Las mejores novelas de aventuras han sido escritas en la mesa camilla imaginando piratas en el ventanuco del patio de luces y, por supuesto, las pasiones más morbosas suelen proceder de escritores de vida funcionarial, muy ordenada. Probablemente la República hoy sería otra cosa si se hubiera proclamado un día de invierno con niebla, pero llegó un 14 de abril bajo la flor de las acacias y en el sentimiento popular está asociada a la primavera y a la Niña Bonita, el número mágico en la rueda de la fortuna. En las manifestaciones de protesta en la calle se ve crecer cada vez más alta la marea de banderas republicanas enarboladas por jóvenes, que sueñan con una primavera política, que limpie la suciedad de estos tiempos en que vivimos. La crisis económica unida a la basura de la corrupción cuyo hedor no cesa de apoderarse de la sociedad, sin respetar siquiera la escalinata de la casa real, hace que en medio del aire irrespirable, la República se haya convertido en ese parque natural que es necesario proteger, aunque solo sea para purificar la mente de los ciudadanos. No todo está perdido. En medio de la frustración, cada año, cuando se acerca el 14 de abril, muchos españoles divisan un espacio limpio por donde asoma el gorro frigio de aquella Niña Bonita con un mensaje de armonía y libertad. Tal vez se trata solo de un sentimiento, pero ahí está, creciendo más cada día.

 

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Sobre la firma

Manuel Vicent
Escritor y periodista. Ganador, entre otros, de los premios de novela Alfaguara y Nadal. Como periodista empezó en el diario 'Madrid' y las revistas 'Hermano Lobo' y 'Triunfo'. Se incorporó a EL PAÍS como cronista parlamentario. Desde entonces ha publicado artículos, crónicas de viajes, reportajes y daguerrotipos de diferentes personalidades.

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