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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Alarma por el crédito

El retraso en el saneamiento bancario pone en riesgo la recuperación y la solvencia empresarial

Seis años después de declarada la crisis financiera, la banca europea (incluida la española) sigue sin resolver satisfactoriamente los problemas de sus balances, debido al crecimiento de la morosidad procedente de la recesión (más de 800.000 millones de activos morosos en toda Europa) y a los retrasos en aplicar normas muy estrictas de consolidación o saneamiento de los balances. El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha llamado la atención sobre las graves consecuencias del retraso del saneamiento bancario, tanto en lo que se refiere al crecimiento del crédito, imprescindible para apuntalar la recuperación, como para reducir el endeudamiento privado.

La realidad que describe el Fondo es que los casi 700.000 millones de capital público inyectados en el sistema bancario europeo no han conseguido restablecer unas condiciones normales de crédito ni disipar la sospecha de que puede ser necesaria otra ronda de ayudas. Entendiendo por condiciones normales una tasa de aumento del stock crediticio en torno al crecimiento nominal del PIB en cada país. Si esto no sucede así —sobre todo en España— se debe a varias causas que los programas de saneamiento de la troika, centrados sobre todo en la recapitalización, no han acertado a corregir. La primera es que la crisis ha modificado drásticamente los criterios de riesgo que exige la banca para conceder un préstamo. El demandante de capital tiene que ofrecer una solvencia superior a la de 2008 y en una fase incipiente de crecimiento ese nivel de solvencia es más difícil de ofrecer.

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La crisis ha cambiado también las condiciones de capital exigidas a los bancos. Casi todas las operaciones consumen más capital y los créditos en especial, con la notable y extravagante excepción de la deuda pública. Hay que apuntar además los problemas de liquidez de los bancos (en este caso, cada vez con menos influencia, aunque todavía frene con frecuencia las concesiones de préstamos).

La advertencia del Fondo no debe caer en saco roto. Sin crédito no hay recuperación y el endeudamiento privado seguirá siendo un obstáculo para empresas y Gobiernos. Quizá el crédito empiece a restablecerse el primer trimestre de 2015 —si los tests de solvencia y sostenibilidad se ejecutan con la debida seriedad—, pero todo el empleo que se destruya hasta entonces tardará años en recuperarse.

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