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Columna
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Sefarad

Franco fue un enemigo declarado de los judíos, con el entusiasta respaldo de nacionalcatólicos como el cardenal Isidro Gomá

Jorge M. Reverte

Todos los sefardíes que lo deseen podrán ser españoles de pleno derecho en el futuro. El Gobierno lo anuncia y, al parecer, la noticia ha generado un gran interés en Israel. Hasta tres millones y medio de judíos podrían beneficiarse de una norma que existe desde 1924. El dictador Miguel Primo de Rivera la promulgó y no ha sido revocada desde entonces, que se sepa. Aunque el procedimiento tenía un tope temporal, 1930.

Gracias a aquel texto legal, muchos sefardíes pudieron escapar del Holocausto. Menos de los que lo intentaron, porque las autoridades franquistas pusieron muchos palos a las ruedas de su aplicación. Hubo diplomáticos españoles, como Ángel Sanz Briz o Eduardo Propper que arriesgaron sus carreras y su seguridad por salvar a miles de judíos utilizando de forma ingeniosa la emisión de visados.

Pero Franco fue un enemigo declarado de los judíos, con el entusiasta respaldo de nacionalcatólicos como el cardenal Isidro Gomà.

A lo largo de los años, las cosas han ido cambiando. Algunos cientos de judíos han conseguido la nacionalidad española, pero a través de un trámite complejo que exige la decisión del Consejo de Ministros.

De lo que se trata ahora es de simplificar, de hacer que rija el principio de “carta de naturaleza” para unos ciudadanos que nunca quisieron dejar de ser españoles. Fueron forzados a ello por los reyes de Castilla y Aragón.

Una estúpida concepción antijudía, vestida de militancia propalestina, ha hecho que una parte de la opinión pública se haya sumado a la vieja querella ultraderechista para redondear el prejuicio.

Ya no valen argumentos en contra. Latinoamericanos con raíces, brigadistas internacionales y judíos sefardíes tienen derecho.

Y, aunque hoy no esté de moda, muchos quieren ser españoles.

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