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Hacia un turismo responsable

Uno de los protagonistas de Fitur ha sido el turismo sostenible, que busca armonizar el respeto al medio ambiente, a la realidad local y al desarrollo económico de los destinos El precio y la falta de conocimiento por parte de muchos viajeros juegan en contra de este modelo; la experiencia de los usuarios y una creciente concienciación, a favor

Un turista en el desierto de Paracas, en Perú.
Un turista en el desierto de Paracas, en Perú.Jose Antonio Ballesteros

Realidad local, autenticidad, experimentación, descubrimiento, cercanía. Puede que el viajero no lo sepa, pero si quiere algo parecido a esto, muy probablemente está buscando un turismo sostenible. ¿Con qué? Con el medio ambiente, con la realidad social que visita y con su economía. Es probable que no lo sepa porque el turismo responsable -otra forma de nominarlo- puede resultar un concepto difuso. Suele primar el precio y el confort sobre cualquier otro criterio, pero en el sector apuntan que, consciente o inconscientemente, el viajero busca algo más.

Quizás el primer paso para aclarar este concepto difuso es saber qué no es turismo sostenible. Poca autenticidad hay en un resort de una multinacional que sirve comida extranjera; ninguna experimentación si no se sale de la piscina; raros serán los descubrimientos si las rutas se limitan a un autobús turístico; nula cercanía al pueblo local si no se sale de las rutas organizadas.

El segundo paso para comprender qué es turismo responsable puede ser un ejemplo real: Reserva Natural Isla Juan Venado, en la provincia de León, en Nicaragua. Las construcciones respetan el medio que las rodea, las excursiones no son agresivas con la naturaleza, el municipio trabaja con los operadores para empoderar a la comunidad local. “Hemos dado formación a los pescadores para que puedan ser también guías, así como a los jóvenes, que muestran las aves a los visitantes. Fomentamos la artesanía del mar y luchamos por que las mujeres no sean relegadas a al último escalón de la industria turística”, explica Ariel Somarriba, presidente de Icn Tours. Los beneficios del turismo revierten en la comunidad local sin dañar el medio ambiente.

Y, por último, un ejemplo genérico: “Cuando un hotel promete comida local, favorece producción del sitio donde está, revierte en la economía del lugar, aumenta la calidad de los productos. Es un un círculo que se cierra”, explica Luigi Cabrini, director consejero del secretario general sobre Sostenibilidad de la Organización Mundial del Turismo (OMT).

Tanto Somarriba como Cabrini han participado esta semana en Fitur en un foro sobre turismo sostenible en el que se ha debatido hacia dónde va y cómo atraer a más público. “Hay que tener en cuenta que no se trata de un sector separado. Se trata de hacer más sostenible todo tipo de turismo, reducir impacto negativo y aumentar positivo”, subraya Cabrini.

En esta línea insiste Jesús Blázquez, director de la agencia Pangea y cofundador del Centro Español de Turismo Responsable (CETR): “Salvo excepciones, no hay un turista totalmente responsable, todos somos poliédricos; nos puede gustar ir a una playa poco sostenible, sin que esto quite que queramos cuidar las costumbres locales. Los viajeros responsables tienen en común cierta inquietud por respetar las zonas a donde van, desde el punto de vista social y medioambiental. Todas las demás características económicas y sociológicas varían entre ellos”.

Con el lema No existen malos viajeros, sino viajeros mal informados, el CETR trata de concienciar a los turistas sobre las bondades de este tipo de turismo, que se encuentra con el escollo del precio. “Por definición, el turismo responsable no puede ser low cost. Y aunque en ocasiones es posible hablar incluso de lujo, en otras el confort es inferior al que se puede encontrar en un resort en la playa”, explica Blázquez. Pone como ejemplo un viaje en bicicleta por el desierto en Túnez que organiza su agencia, en el que solo cuatro de diez noches se pasan en hotel; el resto se pernocta en jaimas o en casas de ciudadanos locales habilitadas como albergues. Frente a este obstáculo, está la experiencia del usuario. “Son viajes que se suelen disfrutar mucho más que los convencionales. Los comentarios en redes sociales y las recomendaciones personales son nuestra mejor forma de publicidad”, subraya.

Stand de Colombia en la edición Fitur 2014.
Stand de Colombia en la edición Fitur 2014.Bernardo Pérez

La conciencia de los usuarios también juega a favor del turismo responsable. Un estudio del grupo Tui Travel entre 4.000 clientes mostraba que uno de cada dos está dispuesto a pasar unas vacaciones más sostenibles. Sin embargo, de estar dispuesto a hacerlo hay un trecho grande. Otra encuesta de IPK International y el Instituto de Turismo de la Universidad de Ciencias y Artes Aplicados de Lucerna entre 6.000 personas muestra que la sostenibilidad es tan solo el séptimo factor en importancia para los viajeros. Hay un grupo del 22% para quienes sí está entre los tres cruciales, aunque solo un tercio de ellos hace reservas acordes a esta preferencia.

Si nos vamos a España, la cifra es todavía más pequeña, según Susana Conde, directora de Agrotravel: “No hay estudios concretos, pero nuestras estimaciones son que el interés por este turismo está por debajo del 10%”. De este porcentaje, muchos son viajeros independientes, para quienes es casi imposible saber si realmente están haciendo turismo sostenible, ya que hay una maraña de certificaciones locales e internacionales que restringen a los especialistas conocer realmente si los lugares que se visitan están social y medioambientalmente comprometidos.

El camino hacia un turismo más sostenible también viene dado por los propios intereses económicos de los destinos. El ministro de turismo de Líbano, Fadi Abboud, explica gráficamente por qué su departamento está muy preocupado por el respeto a la naturaleza: “Muchas de las aguas residuales en mi país van al mar sin depurar. Estamos trabajando con el ministerio responsable del agua para hacer planes de saneamiento. A nadie le gusta estar bañándose en el Mediterráneo entre basura. También tenemos que cuidar los fondos marinos. El buceo es uno de nuestros reclamos; si destrozamos los fondos, los buzos dejarán de venir”.

Turismo verde es lo que muchos viajeros asocian a sostenible, pero la faceta social y económica son igualmente importantes. Silvia Masebo, ministra de Turismo de Zambia cuenta que en su país, la forma para que la riqueza del turismo revierta en la sociedad es directamente vía impuestos. Parte de lo que recaudan se destina a proyectos de comunidades locales, que van desde un hospital, hasta una escuela o un programa de igualdad.

En el extremo opuesto del turismo responsable estaría el de la explotación sexual comercial de niños. Una de las líneas de trabajo de la plataforma Ecpat, que lucha contra esta lacra, es precisamente el turismo. Más de 1.000 actores turísticos del mundo (aerolíneas, agentes de viaje, hoteles…) han suscrito un Código de Conducta para tratar de erradicar estas prácticas, que son especialmente preocupantes en el sudestes asiático y en países como la República Dominicana, México, Brasil y Colombia, según señala Cristina Alonso, responsable de Alianzas Corporativas de Unicef España. Se trata de concienciar a viajeros y a empleados turísticos de la gravedad de la situación. Alonso cuenta que han tenido bastante éxito expulsando de hoteles esta práctica gracias al trabajo hecho hasta ahora. “Lo que tenemos que fomentar es que todos los agentes, como pueden ser un taxista o un quiosquero de la playa, estén igualmente implicados para identificar y denunciar estas prácticas”, afirma. Un ejemplo es el de la policía turística dominicana, que se puso en marcha para proteger al turista y ahora está también siendo valiosa para salvaguardar a los menores de abusos sexuales.

Aunque no hace falta estar especialmente sensibilizado para percatarse de que la prostitución infantil es todo lo contrario a turismo responsable, las materias antedichas de sostenibilidad social y medioambiental no están muy asentadas en la mente de los viajeros. Pedro Ortún, director general de Empresa e Industria de la Comisión Europea, explica que llevan tiempo trabajando en una carta de recomendaciones sobre turismo responsable para fomentar estas actitudes: “El objetivo es que todos los actores del turismo sean responsables, empezando por las autoridades”.

Consejos para viajar con responsabilidad

El Centro Español de Turismo Responsable (CETR) hace las siguientes recomendaciones para que el turismo sea respetuoso:

Antes de partir

  • Busque la mayor cantidad de información posible sobre el país que va a visita. Siempre que pueda, elija operadores turísticos, compañías aéreas y hoteles comprometidos con las comunidades de acogida y con el medio ambiente.

Durante el viaje

  • Intente adaptarte a los usos y costumbres locales, sin imponer sus hábitos y estilos de vida.
  • Busque alojamientos, en la medida de lo posible (no es fácil encontrarlos en España), que utilicen energía solar, a los que se pueda llegar en transporte público.
  • Respete las normas del lugar. También es recomendable informarse sobre la práctica local de dejar propinas y abstente de dar limosnas.
  • En los lugares de culto, o cuando se viaja a zonas deprimidas económicamente, evitar llevar ropas llamativas y ostentaciones de riqueza que contrasten drásticamente con el nivel de vida local.
  • Apoyar las manifestaciones culturales y la artesanía local no solo mejorará la economía de la población local que trabaje en el sector, sino que los recuerdos serán más auténticos. Es preciso informarse sobre la práctica del regateo.
  • El mundo es bonito porque hay variedad: establecer relaciones correctas y cordiales con las poblaciones locales, sin prejuicios ni estereotipos previos, ayuda a disfrutar.
  • Usar siempre que se pueda los servicios gestionados por la población local, en particular los transportes y los alojamientos.
  • En el camino deje solo las huellas de sus pies y no otro tipo de marcas. No se deben dejar desperdicios ni graffitis.
  • Cierre el grifo, apague el aire acondicionado y las luces cuando salgas del alojamiento, sea un hotel rural o un gran complejo el que pague la factura.
  • Las personas no son parte del paisaje. Pídales permiso antes de sacarles una foto.
  • Diviértase probando la gastronomía local.

De vuelta en casa

  • Cuando vuelva a casa reflexione sobre lo que ha vivido y conocido. Si ha adquirido compromisos con la gente local (mandar postales, fotos u otros pequeños favores) intente mantenerlos.
  • Si ha sido testigo de situaciones graves e intolerables, hágalo saber a su agente de viajes o tour operador.

Sobre la firma

Pablo Linde
Escribe en EL PAÍS desde 2007 y está especializado en temas sanitarios y de salud. Ha cubierto la pandemia del coronavirus, escrito dos libros y ganado algunos premios en su área. Antes se dedicó varios años al periodismo local en Andalucía.

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