Acento español en Nueva York
staba en Nueva York, escuchando las noticias en la televisión mientras trabajaba, cuando de pronto, en medio del inglés, oí un español hablado como en el norte de España. Era la voz de Carmen Farina, recién nombrada responsable de las escuelas de Nueva York por nuestro nuevo alcalde, Bill de Blasio. Me sorprendió porque no es el español que se suele oír aquí. Los padres de Farina emigraron desde Galicia durante la Guerra Civil, y en su casa siempre conservaron su acento. Farina va a tratar de aplicar sus famosos e innovadores métodos pedagógicos a nuestro mediocre sistema educativo.
Nueva York ha tenido mala suerte. En los años setenta estuvo al borde de la bancarrota. La llamaban la “ciudad del pecado”. A mis amigos europeos les asombraba que viviera en un piso enorme y magnífico, y con vistas a Central Park, por casi nada. Pero poco a poco las cosas cambiaron. Muchos dejaron las afueras y volvieron al centro, a Manhattan y al maravilloso Brooklyn. Después llegaron Wall Street, los restaurantes y el alcalde Bloomberg, que, aunque ahora sea impopular, contribuyó con sus miles de millones de dólares a reconstruir la ciudad y volverla segura.
Pero lo más impresionante es que, por primera vez desde mi niñez, desde los tiempos de Orson Welles y el alcalde Fiorello LaGuardia, Nueva York tiene hoy fama de ser de izquierdas. De Blasio no va a encontrarse con los problemas de Obama, que ha tenido que contentar al Tea Party y al sur y suroeste. No tiene que contentar más que a Nueva York, que, por lo visto, aguardaba con ansiedad a que apareciera en el horizonte. Y tiene la buena suerte de que, antes, Bloomberg haya arreglado la ciudad con su dinero.— Barbara Probst Solomon.
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