Rihanna, entre israelíes y palestinos, sin querer
Una crónica en el diario 'Haaretz' informó por error de que en su concierto en Tel Aviv hizo un guiño a favor de Palestina
Es Rihanna. No hay más que citar su nombre para atraer la atención. Es la cantante de moda, de la que se conoce cada uno de sus (excéntricos) pasos. La polémica va de su mano. Ahora la persigue en Israel, pero esta vez la sufre sin comerlo ni beberlo. Una crónica en el diario Haaretz informó de que en su concierto del martes en Tel Aviv hizo un guiño a favor de Palestina. La reportera se equivocó al escucharla “en una actuación masiva”. “Escuchó mal”, justifica su medio. Pero el Haaretz se escribe en inglés, es el rotativo local más seguido fuera de Israel y el tema era de una enorme sensibilidad como para no saltar de inmediato a las redes sociales y crear un incendio. El fuego cruzado entre sus partidarios y sus detractores aún no ha cesado.
Según la reseña, Rihanna, en su tema Pour it up, alteró la letra. Pasó de decir: All I see is signs, all I see is dollar signs a cantar All I see is Palestine, lo que equivalía a una reivindicación de los derechos de los árabes sobre una tierra disputada desde hace 65 años, uno de los conflictos más enconados del mundo. Ningún otro medio captó el cambio. Tampoco los espectadores, que comenzaron a cuestionar la información en Twitter. Finalmente, las grabaciones caseras de los aficionados han demostrado que la ganadora de siete premios Grammy se ciñó a la letra original. Nada de política. “Todos nos equivocamos”, se ha disculpado el diario, que ha negado totalmente que haya un interés “deliberado” en su versión inicial del concierto.
Durante unas horas, los seguidores palestinos de Rihanna se mostraron exultantes en Internet. “¿Es hora de perdonarla?”, se preguntaba una asociación de mujeres de Ramala en Facebook. Y es que su visita a Tel Aviv, segunda en tres años, llevaba semanas cosechando las clásicas críticas de los palestinos a todo artista que decide actuar en Israel. La campaña BDS (boicot, desinversión, sanciones),que aboga por el aislamiento cultural de Israel como castigo por su ocupación de Cisjordania y el este de Jerusalén, le había pedido insistentemente que no diese el concierto, celebrado finalmente en el Parque HaYarkon ante 55.000 personas. Rihanna insistió en actuar.
Antes incluso de subirse al escenario ya caldeó aún más el ambiente, esta vez sí, con sus propios actos. Se marchó en un helicóptero a un lujoso hotel del Mar Muerto y publicó en su cuenta de Instagram fotos en las que se la veía guardando el equilibrio en el agua hipersalada o paseando con el desierto de fondo, imágenes que etiquetó con un “Hello #Israel”. ¿Es o no es Israel el Mar Muerto? De nuevo, cruces de unos y otros en las redes a costa suya.
El baño hizo que su show –dentro de un tour mundial llamado Diamante- comenzase una hora tarde sobre el horario previsto, lo que le obligó a dejarse en el tintero una decena de las canciones programadas, entre ellas sus éxitos Love song o Russian roulette, un fallo que no logró arreglar con sus infinitas referencias al cariño que tiene por Tel Aviv. Tampoco ayudó que apenas estuviese 75 minutos cantando y que bailase lo justo. Las entradas habían costado entre 75 y 280 euros.
Tras esa noche, “requete especial”, según dijo en las redes sociales, la cantante de Barbados se fue de inmediato a Turquía, a descansar, sin hacer ni la más mínima alusión a la tormenta que dejaba a sus espaldas. Sus días en Oriente Medio ya habían comenzado con un tropiezo, ya que fue expulsada de la mezquita del Sheik Zayed de Abu Dabi (Emiratos Árabes Unidos) por tomarse fotos en el recinto sin la correspondiente autorización y porque las instantáneas no eran “adecuadas” –iba cubierta con un velo pero con ropas muy ajustadas, tumbada sobre el suelo del patio central- para las normas de modestia del lugar.
Todas las visitas de estrellas internacionales a Israel acaban por generar una guerra de fuerzas y contrafuerzas a favor y en contra. Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina la sufrieron en el verano de 2012. Entonces sí, Sabina cambió la letra de Contigo –alteró el “… ni Venecia sin ti” por “… ni Samaria sin ti”, ahondando en la herida, ya que Samaria es como denominan en Israel a una parte de la Cisjordania ocupada-.
La vertiente cultural del boicot palestino es cada día más potente. Muchos son los cantantes que han incumplido sus contratos y no han acudido a Israel, bien por simpatía con la reivindicación palestina, bien por evitar la campaña. Es el caso de Elvis Costello, Carlos Santana, Bon Jovi, Suzanne Vega, Deep Purple o Gorillaz. Otros como U2, Bjork o Vanessa Paradis han suspendido actuaciones sin explicación, pero tras numerosas acusaciones de “sostenes de la ocupación”. Los que deciden venir, como Madonna, Guns and Roses, Alicia Keys, Julio Iglesias o José Mercé, hablan del “arte como arma de paz, para unir enemigos” como justificación.
No sólo es una cuestión musical. Jean Luc Godard, el director de cine, anuló hasta un ciclo-homenaje en Jerusalén y numerosos actos universitarios, y más de 200 actores (varios de ellos destacados como Kenneth Branagh o Susan Sarandon) escribieron un comunicado contra el festival de teatro de Ariel, una de las mayores colonias.
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