Sofía la pacificadora
La reina cumple 75 y deja atrás un año en el que su vida más íntima ha salido a la luz y su yerno ha sido imputado Ella ha combatido las dificultades con trabajo, ha ejercido el papel de conciliadora y ganado en popularidad
Bajó rápidamente las escaleras de la entrada principal del palacio de la Zarzuela para unirse al recibimiento a los reyes de Holanda, de visita en España. Allí ya se encontraba el Rey. Cuando llegó a su lado, le preguntó en voz baja: “¿Cómo estás?”. “Tengo muchos dolores, me van a volver a operar”, respondió él. Ella, entonces, le dio un fugaz beso en la mejilla. La infanta Elena, testigo cercano del momento, sonrió. Sucedió el pasado 18 de septiembre. Hacía mucho tiempo que nadie veía en palacio una situación similar, esa muestra de cariño entre ambos. El próximo 2 de noviembre, Sofía de Grecia cumple 75 años de una vida cargada de historia. La de una hija de reyes, esposa de rey y madre de un heredero. Una trayectoria vital en la que su vida personal ha estado siempre marcada por sus obligaciones con la Corona. En esta ocasión no habrá celebración oficial, pero sí una reunión familiar a la que espera acudan sus hijos y nietos, y también el Rey. Doña Sofía cambia la hoja de su calendario y deja atrás un año muy difícil para ella, en el que ha sufrido mucho al ver cómo su vida más íntima y privada salía por primera vez a la luz.
“La Reina está mejor que nunca”, asegura uno de los colaboradores de doña Sofía. Hay datos que avalan esta afirmación. Las encuestas que periódicamente encarga la Casa del Rey sobre el grado de aceptación de los diferentes miembros de la familia real desvelan que su popularidad en el último año ha subido y ahora se mantiene estable. Es la preferida de los españoles junto con su hijo, el príncipe de Asturias, por delante de don Juan Carlos —que va recuperando apoyos— y de la princesa Letizia, según informa un portavoz de La Zarzuela. Pero hay más. La página web de la Casa del Rey recibe muchos mensajes dirigidos a ella. “Cartas en las que le piden cosas, pero también muchas en las que le animan a seguir y le muestran su cariño”, explica un portavoz del palacio de la Zarzuela. La Reina las lee todas y la mayor parte se contestan desde su secretaría.
La crisis de Botsuana y la aparición de la princesa Corinna en varios medios de comunicación hablando de su “entrañable” amistad con don Juan Carlos colocó a doña Sofía en una situación hasta ese momento inédita para ella. Pero lejos de dar un paso atrás, decidió seguir con más empeño su trabajo. Pidió a los miembros de la Casa del Rey que ampliaran su agenda. En lo que va de año ha asistido a 97 actos, el 28% relacionados ocn el mundo de la cultura y el 26%, con el de la solidaridad. Desde mayo ha realizado tres viajes de trabajo a Lisboa, Nueva York y Monzambique. Solo el tipo de educación recibida le ha permitido solventar estos meses pasados.
En el último año ha incrementado el número de actos a los que ha acudido. También los viajes. No ha sido una casualidad. Pidió a los miembros de la Casa del Rey que ampliaran su agenda y rara es la semana en la que no comparece en público en varias ocasiones.
Hija de reyes, siempre antepone su compromiso con la Corona a cualquier otra situación. Piensa en el futuro de su hijo, el príncipe Felipe, pero también tiene presente sus obligaciones. Solo se permite alguna debilidad con sus nietos.
En estos tiempos convulsos en que vive la Corona a causa de la imputación de Iñaki Urdangarin por el caso Nóos, doña Sofía debe hacer equilibrios para que los suyos se mantengan unidos. Apartados los duques de Palma de la agenda oficial, la Reina trabaja para que doña Cristina no pierda también su lugar en la familia. Como suegra, espera el dictamen de la justicia; como madre, sufre por su hija; como abuela, intenta dar todo el apoyo posible a sus cuatro nietos Urdangarin. En las reuniones de trabajo de la Casa del Rey, doña Sofía deja claro que no va a renunciar a esa parte de la familia, aunque ha hecho algunos cambios en el protocolo de sus visitas.
Recién instalados los duques de Palma en Estados Unidos, la Reina aprovechó un compromiso oficial para a continuación realizarles una visita. Las imágenes fueron captadas por la revista ¡Hola! casi a la vez en que la Casa del Rey declaraba como “poco ejemplar” la conducta de Iñaki Urdangarin. La Reina fue criticada, y ella misma admitió, tiempo después, su error. Ahora ha cambiado su proceder. Hace un mes acudió a Ginebra para celebrar el cumpleaños de su nieto Juan Urdangarin. Esta vez, los servicios de La Zarzuela prepararon un protocolo para la llegada de la Reina. Sus cuatro nietos bajaron al portal a recibirla y a los medios de comunicación se les facilitó el trabajo. De los duques de Palma, ni rastro.
Doña Sofía es una gran lectora de prensa. No se despega de su iPad, ni en casa, ni en los viajes... ni en la última estancia de don Juan Carlos en el hospital. “Cuando viaja fuera de España, aprovecha los momentos en que hay wifi para bajarse todo”, explican integrantes de la comitiva. En La Zarzuela hay orden de anular la itinerancia de datos de los móviles cuando se sale al extranjero para ahorrar en la factura. Ella sigue también esa norma, pero utiliza mucho su teléfono móvil. Es frecuente que las personas que trabajan en La Zarzuela reciban llamadas suyas hasta para comentar pequeñas cosas, pero es con sus hijos con quienes está en permanente contacto.
El Príncipe es el que más se parece a su madre. Ambos mantienen una estrecha y cómplice relación. Entre ellos hablan en inglés. Quienes les tratan de cerca aseguran que don Felipe cuida y protege a su madre; también le consulta. En la pasada recepción del 12 de octubre en el Palacio Real, en la que el heredero representaba a su padre convaleciente, mostró previamente a su madre las palabras que iba a pronunciar. Si la Reina es la pacificadora, la mediadora en la familia, el Príncipe hace ese papel con sus padres.
En estos tiempos de baja del Rey por motivos de salud, las visitas de don Felipe a las habitaciones de don Juan Carlos en La Zarzuela son las mejor recibidas. Los sábados acude acompañado de las infantas Leonor y Sofía.
La Reina también ve a las niñas en La Zarzuela. Ya no es ella quien acude a la casa de los Príncipes. La relación con doña Letizia cuando se cumplen 10 años de su llegada a la familia real es correcta, como de suegra y nuera, pero su estilo es muy diferente. Este verano, por primera vez, la Princesa permitió a las infantas estar unos días en Palma con su abuela. También estuvieron en Marivent sus otros nietos, los Marichalar y los Urdangarin, todo gracias a la diplomacia pacificadora de doña Sofía.
A sus 75 años, la Reina disfruta de una fortaleza que demuestra a diario y, en especial, en los viajes. Sus colaboradores terminan derrotados, pero ella no da nunca señales de cansancio. La socialista Soraya Rodríguez, que fue secretaria de Estado de Cooperación, lo sabe bien. “Estábamos en Ecuador. Una noche no bajé a cenar porque no me encontraba bien. Me puse el pijama y, cuando me estaba metiendo en la cama, tocaron a la puerta. Era la Reina para ver qué me pasaba y para decirme que llamara si necesitaba algo por la noche”, recuerda. “Se involucró mucho en todos los proyectos. Tengo un muy buen recuerdo de ella. Es una gran profesional. Parece que estuviera obligada a hablar bien de ella, pero si no lo pensara, me callaría. La gente creo que también ha llegado a conocerla, por eso en este año tan difícil ha salido fortalecida”.
Ahora es Jesús Gracia (PP) quien viaja con ella como actual secretario de Estado de Cooperación. “Es cercana, de trato fácil. Se involucra en todos los proyectos y sigue su evolución. Tiene una memoria increíble. Ahora estamos preparando un viaje a Guatemala para el próximo año”, cuenta. “Sus jornadas son agotadoras. Hay que sacarla de los hospitales a la fuerza. No se va hasta que da un beso a cada niño y saluda a todo el mundo. Con ella, los horarios no se cumplen”.
No es puntual y ello le ha ocasionado algún problema de protocolo, como una pitada en el Auditorio de Madrid. No hace deporte, pero sí da largas caminatas con sus perros por el recinto de La Zarzuela. Cuida mucho su alimentación, no come carne e intenta mantenerse delgada. Es muy austera en todo, también en la mesa. Solo muestra debilidad cuando ve un bombón. “Esta noche no ceno”, suele decir tras caer en la tentación. Acostumbra a almorzar con su hermana Irene, que vive con ella en La Zarzuela. Solo comparte mesa con el Rey cuando tienen algún compromiso oficial o los visita alguno de sus hijos. La vida en palacio de los Reyes está perfectamente delimitada para que cada uno tenga su espacio.
Doña Sofía tiene pocos amigos. Sus grandes confidentes son su hermana y su prima Tatiana Radziwill. También mantiene mucho contacto con las hermanas del Rey. De hecho, es más frecuente verla a ella en fiestas familiares que a don Juan Carlos.
A la Reina no le importa el paso del tiempo. Cuando cambió de década, comentó: “Ahora estreno el 7, pero lo importante es encontrarse bien”. No es partidaria de la cirugía estética, pero cuida mucho su aspecto. Su look apenas ha cambiado, una doncella de plantilla y una peluquera contratada por horas la ayudan a arreglarse. Sale a cenar alguna que otra vez, pero le gusta sentarse ante la televisión. Le encanta el programa de Televisión Española Entre todos, presentado por Toñi Moreno, que intenta canalizar la generosidad de la audiencia con personas que necesitan ayuda. Ella también trabaja en ello. Ante la grave crisis económica, la Reina, a través de su fundación, ha dado prioridad a la cooperación en proyectos y organizaciones en España. A los comedores sociales, al banco de alimentos y a Cáritas ha destinado todo el dinero que ha podido. Su receta en tiempos de crisis es el trabajo. Con trabajo ha superado, también, este tiempo en que su vida más personal e íntima se ha convertido en pública.
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