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El acento
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El caro lujo de un obispo

El prelado de Limburg Franz-Peter Tebartz-van Elst ha soliviantado a sus feligreses al gastarse más de 30 millones en construir su residencia

SOLEDAD CALÉS

Franz-Peter Tebartz-van Elst ha pasado de ser el obispo más joven de Alemania al más denostado del país. Su apego al lujo se ve en la Conferencia Episcopal alemana como una amenaza para el catolicismo germano, que hace tres años registró más deserciones que nunca por culpa de los escándalos de pederastia.

Tebartz-van Elst, obispo de Limburg, ha ocupado esta semana los titulares de los informativos del país por el alto precio de la construcción de su residencia, el obispado, que ha superado los 30 millones de euros. Tal dispendio ha generado ya un nuevo goteo de deserciones y ha llegado hasta el Vaticano, donde el presidente de la Conferencia Episcopal, Robert Zollitsch, abordará el asunto con el papa Francisco, el defensor de los pobres.

La pérdida de feligreses en Alemania tiene una repercusión inmediata en las finanzas de la Iglesia, porque son aquellos los que sufragan directamente sus gastos con el llamado impuesto religioso. Basta con una gestión administrativa para dejar de pagar. De modo que el lujo de este obispo le sale muy caro a todo el clero.

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En la diócesis de Limburg, donde se registraba una deserción cada dos días, la semana se ha iniciado con los peores presagios: una veintena de fieles al día han dejado la Iglesia. No quieren costear los dispendios de un obispo que, además de dilapidar el dinero, muestra una tendencia inquietante a la mentira o, al menos, el ocultamiento. La fiscalía le está investigando por negar a un medio de comunicación que voló en primera clase a India para un viaje pastoral y que el precio de su residencia no era de 5,5 millones de euros, sino de 30; lo que sabía desde el primer día, según ha declarado ahora su arquitecto.

Cuentan los cronistas que Tebartz-van Elst está desde el domingo en Roma, donde aterrizó de manera discreta para intentar parar lo que parece inevitable: su destitución. La campaña abierta por sus feligreses para que sea expulsado es tan dura que hasta la canciller Angela Merkel, hija de un pastor protestante, se ha involucrado en el asunto. Él, quizá para demostrar su propósito de enmienda, ha ido a Roma en un vuelo low cost.

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