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El acento
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Estudiantes endeudados

El cambio en la normativa ha pillado a muchos alumnos con el título, sin trabajo y la obligación de devolver al banco el crédito que lograron

SOLEDAD CALÉS

Atrapados en un préstamo antes de empezar. No se puede decir que estos deudores —2.235 estudiantes que solicitaron un crédito a través del Ministerio de Educación para seguir cursos de posgrado— hayan gastado más de lo debido o se hayan dejado llevar por un delirio especulativo. Simplemente, se dejaron tentar por la propaganda de la campaña ministerial que les invitaba a “solicitar un préstamo sin interés y sin ningún tipo de riesgo”. En concreto podían solicitar una cantidad única de hasta 6.000 euros o una renta mensual de 800 hasta un máximo de 22.800.

El plan, lanzado en septiembre de 2007, especificaba que el préstamo debía devolverse en ocho años, pero no habría que empezar a pagar hasta el tercer año o cuando el estudiante lograra un nivel de renta superior a 22.000 euros anuales. Aunque en agosto de ese año había estallado la crisis de las hipotecas subprime en Estados Unidos, ¿quién iba a imaginar que de ella se derivaría la peor recesión desde el crash del 29? Por aquel entonces predominaba la creencia de que la economía había entrado felizmente en una fase de estabilidad y control. De modo que la oferta era atractiva y segura, pues incluso en el improbable caso de que las cosas le fueran mal al estudiante, el plan especificaba que si tras 15 años no se había logrado alcanzar el nivel de renta citado, “la deuda quedaría extinguida”.

Pero en 2010, cuando la crisis había cruzado ya el Atlántico, cambiaron las condiciones. Habría que devolver el crédito obligatoriamente pasados dos años para los másteres de uno, y tres para los de dos. El pasado curso, y por sorpresa, el Gobierno del PP cerró el programa, pero para entonces, dos millares de jóvenes se encontraron con un título en el bolsillo, nulas perspectivas de empleo y un requerimiento del banco para empezar a devolver el dinero.

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No es de gran consuelo para estos deudores insolventes saber que peor lo tienen los 7,5 millones de estudiantes que en EE UU han suscrito préstamos universitarios por valor de un billón de dólares. Si no se alcanza el acuerdo que el presidente Obama ha pedido al Partido Republicano, verán cómo se incrementa el interés de sus préstamos del 3,4% actual al 6,8%. La dimensión del problema no es, pues, comparable, pero las angustias son exactamente las mismas.

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