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El acento
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Acoso virtual al gamberro

La inscripción sobre un bajorrelieve egipcio "Ding Jinhao estuvo aquí", provoca una caza y captura en las redes sociales chinas

SOLEDAD CALÉS

La sociedad china, dispuesta a abrirse al mundo y a mostrar lo mejor de sí misma, ha puesto en marcha un original sistema para afear las malas conductas de sus ciudadanos tanto en casa como en el extranjero: el acoso cibernético, que no se queda frente a la puerta de casa, sino que se introduce hasta los ordenadores de familia y amigos para sonrojo del culpable. Ding Jinhao, un adolescente de 14 años de familia acomodada de Nankín, era, seguramente, ajeno a estas prácticas y al valor de los bajorrelieves milenarios egipcios cuando se le ocurrió la felizidea de hacer una inscripción en uno de ellos del templo de Amenofis III, en Luxor. “Ding Jinhao estuvo aquí” rotuló con una piedra con evidente falta de originalidad cuando visitaba el lugar junto a sus padres, cometiendo un error flagrante, dado que China es muy sensible a la propia imagen que proyecta fuera.

Un conciudadano denunció la fechoría fotografiando el graffiti y subiéndolo a la red social más importante del país, Weibo, dando inicio así a la caza del vándalo.

Su foto fue replicada en la red hasta 100.000 veces y el lunes varios periódicos chinos ofrecían en portada la historia de la caza, espoleada por las recientes declaraciones del vicejefe del gobierno Wang Yang, que lamentó los malos modales de algunos de sus compatriotas: “Hablan alto en público, realizan inscripciones en sitios turísticos, cruzan con el semáforo en rojo, escupen por todas partes...”. El caso es que los internautas terminaron dando con Ding Jinhao y hasta lograron hackear la web de su escuela de manera que el que quería entrar en ella se topaba con la ya famosa inscripción del chaval.

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Finalmente, los padres de Ding han pedido clemencia. Se han excusado por el fallo educativo que ha demostrado su hijo y han pedido que se detenga el acoso (la verdad, un poco excesivo) mientras desde El Cairo los expertos anunciaban que el bajorrelieve dañado ya está restaurado.

Esta es, en fin, una anécdota cuyo valor se multiplica en un país tan gigantesco. 82 millones de chinos viajan ya cada año al extranjero. Ahora saben que un desmán fuera les puede acarrear en casa un incómodo problema.

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