Deslocalización
No está claro que la fuga de cerebros vaya a ser beneficiosa, aunque sirva para dar salida a unos profesionales con expectativas que ahora se sienten frustrados
Con una tasa de desempleo del 27,2%, más de un millón de parados de larga duración y nulas perspectivas de que se pueda crear empleo a corto plazo, el único horizonte que se abre para muchos jóvenes españoles es irse al extranjero. Alemania se perfila, por su envidiable situación económica, como el destino más deseado. Casi 30.000 españoles emigraron allí en 2012, la cifra más alta desde 1973. Cuando una economía expulsa a sus trabajadores, los primeros en hacer las maletas suelen ser los más dinámicos o los más desesperados. Eso es así también en esta crisis, pero ahora ya no es suficiente con estar dispuesto a marchar. Para ser bien recibido, hay que tener algo valioso que ofrecer.
Alemania y España acaban de firmar un memorando de colaboración por el que el país germano ofrecerá trabajo a unos 5.000 españoles cada año. Una parte de ellos serán jóvenes preparados para ocupar puestos de alta cualificación. El resto, jóvenes dispuestos a integrarse en el muy eficiente sistema de formación profesional dual alemán que, a diferencia de lo que ocurre en España, está basado en una cultura empresarial que considera la formación de sus empleados como la mejor inversión.
España tiene mucho que aprender de este sistema, y los jóvenes que se acojan a él mucho que ganar. No está en cambio tan claro que la fuga de cerebros vaya a ser tan beneficiosa, aunque sirva para dar salida a unos profesionales que tenían altas expectativas y ahora se sienten decepcionados y frustrados. Porque España pierde con estas fugas de materia gris una parte del potencial que debería emplear en su progreso. El sistema MIR de formación de médicos, por ejemplo, está considerado como uno de los mejores del mundo.
Muchos de los médicos formados en ese sistema han iniciado el éxodo a otros países deficitarios. Ahora es Brasil el que se está interesado en importar médicos de España. La sociedad española ha invertido en la formación de ingenieros, médicos y arquitectos, y ahora su economía es incapaz de crear las condiciones para que el esfuerzo invertido revierta en beneficio del país. Pagaremos cara esta forma de deslocalización.
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