_
_
_
_
punto de observación
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

@marianorajoy

¿Dará el presidente información completa de la situación económica o se recostará en la herencia?

Soledad Gallego-Díaz

La idea de respeto suele sugerir reciprocidad. Es difícil respetar a quien te trata despectivamente. No ha habido respeto en el hecho de que, el día en que se anunció que el paro ha llegado al 27,19% de la población activa, fuera un portavoz de segunda fila del PP quien apareciera en las pantallas de televisión para asegurar que no debíamos “cegarnos” porque “la política económica da buenos resultados”.

Lo que realmente importa, sin embargo, no son los portavoces del PP, sino el presidente del Gobierno: es él quien lidera el partido a quien votaron hace un año y medio más de diez millones de ciudadanos y es él quien dirige hoy un Gobierno que representa a toda la sociedad. Es a él a quien hay que pedirle, y no a la oposición, por muchas críticas que merezca, que saque a este país del hoyo en el que se encuentra.

No se trata de que el presidente no esté gobernando. En absoluto. Seguramente, si mañana ocurriera una catástrofe natural, Rajoy se pondría al frente de la emergencia y aparecería en TVE explicando cuántos medios había puesto en marcha para paliar los efectos. De hecho, lo hizo cuando ocurrió el hundimiento del Prestige y él era vicepresidente. Apareció en televisión, concedió una decena de entrevistas y se sometió a las preguntas de los periodistas. Incluso sufrió sin alarmarse un escrache (entonces no se llamaba así) ante su domicilio en Pontevedra.

Mariano Rajoy dirige hoy la política económica y las relaciones con la Unión Europea y es el responsable también de la situación política y social. Pero rehúsa comparecer en conferencias de prensa (con preguntas) para explicar qué medios ha puesto en marcha para hacer frente a la catástrofe del paro, qué resultados se obtienen, qué modificaciones piensa incorporar y qué futuro ofrece a este país.

Rajoy cree que no ha contraído ninguna responsabilidad en ese plano, fuera de los debates formales sobre el estado de la nación y unas ridículas comparecencias parlamentarias en las que contesta durante unos minutos con menudencias, como si se tratara de repartir chucherías a la oposición.

Esta semana, finalmente, el presidente acudirá al Congreso, a un pleno monográfico y extraordinario. Acude de forma voluntaria, pero hubiera sido realmente inconcebible seguir ignorando al Parlamento cuando ha enviado a Bruselas un Plan de Estabilidad en el que reconoce sin tapujos que acabará esta legislatura con una tasa de desempleo aproximadamente tres puntos por encima de la que recibió en 2011.

La cuestión ahora es: ¿qué hará el presidente? Hace solo un mes, en una de esas absurdas sesiones de control del Congreso, anunció que la economía estaba a punto de crecer y crear empleo. ¿Respetará esta vez a los ciudadanos, ofrecerá una información completa? ¿Dará datos razonados sobre los nuevos recortes previstos? ¿Asumirá el liderazgo para anunciar un cambio de política que permita hacer frente a la realidad?

Nadie le pide que renuncie al control del déficit, necesario en cualquier caso. Pero una cosa es mantener esa filosofía y otra supeditar el futuro del país a una idea. ¿Cómo piensa el presidente hacer compatible el control de déficit con políticas de estímulo que permitan centrar todas las fuerzas en el objetivo esencial: lograr revertir esas terribles cifras del paro? Con pacto político, o sin él, ¿piensa renunciar a llegar a 2015 con menos desempleo que en 2011?

La segunda pregunta es: ¿qué puede hacer la ciudadanía si el presidente sale del Congreso sin asumir responsabilidades y sin anunciar un cambio de política? ¿Qué puede hacer si el presidente, al ignorar a los ciudadanos, les falta al respeto y se limita a hablar de herencias?

Lo primero, no perderse el respeto ella misma. Protestar. Exigir que el presidente cambie esa actitud. Y hacerlo utilizando todos los sistemas legales de que disponga, los antiguos, como la calle o los medios de comunicación, y los modernos, como Twitter (@marianorajoy). No dar ella también por perdido el objetivo esencial de cambiar la curva del desempleo, porque no es cierto que no exista más que resignación, paciencia y mansedumbre.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_