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TORMENTAS PERFECTAS
Columna
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Un país con futuro

El ascenso del partido Hay Futuro es un buen augurio para las clases medias

Lluís Bassets

Las primeras elecciones después de la primavera árabe, la primera intervención aérea en la guerra civil Siria y el primer revés internacional después del reconocimiento de Palestina como Estado observador en Naciones Unidas. En Israel los acontecimientos se acumulan, tras dos años de glacial inmovilidad frente a las aguas agitadas del océano árabe circundante, signo de que el país está entrando en un viraje decisivo.

Las legislativas del 22 de enero han quebrado la tendencia hacia la derechización y han debilitado al primer ministro Benjamín Netanyahu. Un nuevo partido, laico, centrista, partidario del Estado palestino y defensor de las clases medias urbanas, se ha convertido en la segunda fuerza. Con el expresivo nombre de Hay Futuro (Yesh Atid) y un líder de carisma mediático como Yair Lapid, la nueva fuerza será determinante en la formación del gobierno; más que La Casa Judía, del multimillonario Neftalí Bennett, que propugna la anexión de Cisjordania en Israel y descarta la creación de un Estado palestino. Los perdedores son los partidos religiosos, cuyos privilegios son discutidos por ambos. Los israelíes han sido sensibles a la idea de que hay que compartir la carga militar que tiene que soportar Israel para garantizar su seguridad, a lo que escapan los ultraortodoxos gracias a la exención del servicio militar y a las subvenciones a sus escuelas.

Apenas una semana después de las elecciones, y cuando todavía no se sabe cómo será la ecuación de Gobierno de Netanyahu, Israel ha intervenido por primera vez con un ataque aéreo en el conflicto civil de Siria para evitar que Hezbolá, el partido libanés proiraní, reciba los arsenales de armas del régimen de Assad antes de caer. Netanyahu quería bombardear Irán, la potencia protectora de Siria y Hezbolá, para frenar su programa nuclear, pero finalmente ha bombardeado a sus protegidos, en el primer paso de lo que puede convertirse en escalada.

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Otra escalada distinta ha empezado en el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, que acusa a Israel de violación de la legislación internacional y de crímenes de guerra por la persistente anexión de los territorios ocupados de Cisjordania. Es el salto al plano internacional de la Intifada legal iniciada por los palestinos en los tribunales israelíes, con la Corte Penal Internacional como estación de llegada.

Toda la región está llena de religiosos barbados y de jóvenes violentos y armados, pero quienes construirán el futuro, si lo hay, serán las clases medias urbanas, preocupadas por el bienestar, la vivienda, la educación, la capacidad adquisitiva y por supuesto la seguridad. Es evidente la dificultad que tienen en el vecino Egipto para imponerse. Por eso es un buen augurio para Israel el ascenso de ese partido de las clases medias que con su propio nombre, Hay Futuro, anuncia su esperanza para el país y para la región.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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