Paisaje y conversación
El Príncipe no solo está preparadísimo, tiene la paciencia más real del Reino. Y aguantó impasible el largo intercambio de naderías entre Rajoy, Mas y Pastor en el viaje inaugural del AVE a Girona
Qué divino momento el de Artur Mas, Mariano Rajoy, Ana Pastor (la ministra de Fomento) y el Príncipe de Asturias, sentados en un ajustado compartimento del nuevo AVE de Barcelona a Girona, que a toda velocidad te acerca a Francia, pero te deja en España.
Pocas veces en democracia habíamos visto tanto poder concentrado a alta velocidad. En los discursos posteriores se afanaron con todas esas palabras rimbombantes, pero durante el viaje una cámara del informativo de laSexta captó cómo Mariano le comenta a Artur que lo ve más delgado. Artur replica que no es cierto, que ha engordado en las fiestas. Y Pastor, fomentando un rol mediador, tranquiliza con que pronto recuperará la delgadez perdida, y asegura, además, que la televisión engorda.
Rajoy aprovecha para indagar si Artur practica algún deporte, y Artur precisa y lamenta que sea solo una vez por semana: una hora de natación. Eso pone felizmente a todos de acuerdo. Les encanta nadar. Mariano se lanza al agua asegurando que él nada todos los días, porque se levanta a las cinco de la mañana. Artur pone cara de ¡me has pillado!, y Pastor desatasca explicando que a ella le gusta la piscina, pero lo encuentra un poco “rollo” (sic). Rajoy indaga si se trata del pelo. En efecto, así es. Y los tres se manifiestan de acuerdo en que la piscina y el cloro son un desgaste para el cabello, y para el tinte, con una facilidad de la que carecen para entenderse en otros temas igual de importantes. A través de la ventana, la corrupción política, el caso Pallerols y el paisaje ampurdanés que tanto fascinó a Pla pasan a la velocidad del rayo.
Mariano le comenta a Artur que lo ve más delgado. Artur replica que no es cierto, que ha engordado en las fiestas. Y Pastor, fomentando un rol mediador, asegura que la televisión engorda
El diálogo demuestra que no hay nada en la vida como la nadería, eso que en Latinoamérica califican de “hablar paja” y aquí “conversaciones de ascensor”. Nancy Mitford, escritora inglesa un pelín conservadora, era experta en este tipo de diálogos, donde nada pasa y todo pasa. El que realmente no pasa desapercibido es el Príncipe. Su concentración, su absoluto silencio, incluso sus gestos, demuestran que no solo está preparadísimo, sino que tiene la paciencia más real del reino y aguanta impasible este largo intercambio de naderías sobre el nado. Él no nada, flota, quizá pensando en la nueva remesa de mails de Diego Torres, exsocio de Urdangarin, con más noticias de Nóos, de Corinna y de la madre que la parió. O en qué pensará la Reina si llega a enterarse de que su querido Iñaki es amigo de la amiga de su marido. O cómo es posible que un tipejo como Torres pueda poner en jaque al Rey. Ver, oír y callar es siempre mejor que nadar, son típicas cosas del cargo.
Como el delicado ejercicio de elección de palabras del segundo de a bordo de Ana Botella en la alcaldía de Madrid, Miguel Ángel Villanueva, quien no fue destituido, sino que dimitió, un poco para que la honorabilidad persista entre la impunidad alrededor de la tragedia del Madrid Arena. Botella asiste al espectáculo calmada y rejuvenecida, un curioso efecto de su desgaste político.
En el mundo de naderías, Obélix ahora es ruso y un poco Barbie grandota. Desde que Depardieu decidiera aceptar el pasaporte ruso no solo tiene que declamar bondades sobre su represiva democracia, sino que también acepta que le pongan lo que sea encima. En Chechenia le colocaron un abrigo; en otra república exsoviética, un gorro; cuando al fin llegue a San Petersburgo lo disfrazarán de gran duquesa de Rusia. Francia contrarresta a su manera creando dos monedas en homenaje a Rudolf Nureyev, el célebre bailarín que desertó de la Unión Soviética en los años sesenta y terminó su carrera como director del ballet de la Ópera de París. Las monedas, oro y plata, además están diseñadas por Christian Lacroix. Eso es saber responder un derechazo con un grand jeté.
Mientras el paisaje y la nadería intentan acoplar sus velocidades, tenemos un nuevo nadador entre nosotros: el calamar gigante de las fosas abisales. Una prodigiosa criatura de 16 metros que nada todos los días, en eso se parece más a Rajoy que a Mas. Pero lo hace en silencio. Sin conversación. Sabe que el hablar paja es de indolentes, de los que ven la vida pasar, los que en el fondo tienen poco que decirse.
Se ha informado de que el cefalópodo podría ser bisexual; desde luego, con tanta oscuridad es menos complejo diferenciar con quién intercambias un poquito de amor. Este gran calamar gusta de nadar hasta aguas asturianas, lo que indica que en España, aunque nos sintamos cerca del abismo, siempre hay ese poquito de luz y alegría que atrae a los gigantes. Por eso, Sergio Ramos y Pilar Rubio han decidido sacar a la superficie su felicidad.
¿Qué es la vida sino paisaje y conversación? Hemos llegado a un punto en el que las palabras no significan mucho. Ni son remedio, ni tampoco solución. Entonces solo nos queda mirar hacia fuera, al bello paisaje de campo. Y acompañar esa visión hermosa e intranquilizadora con una conversación en la que una buena parte del país se vuelca debatiendo si Messi fue adecuado con su esmoquin de lunares a la ceremonia de entrega del Balón de Oro. Aquí el debate aportó brillo a la nadería y transformó el traje del mejor futbolista del mundo en un paisaje del que todos teníamos una opinión. Y una conversación.
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