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EL ACENTO
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Más madera; es la crisis

El aumento del precio del gasóleo ha obligado a reducir e incluso cortar el uso de la calefacción en muchos establecimientos griegos

SOLEDAD CALÉS

Españoles y griegos tocamos madera cuando queremos llamar a la suerte; la costumbre y la expresión existen, idénticas, en ambos países y ambas lenguas. Pero hoy los griegos están tocando más madera que nunca, y no precisamente con ánimo propiciatorio. La culpa la tiene la subida del impuesto sobre el gasóleo de calefacción, que la troika —los famosos hombres de negro— exigió se equiparase al que grava el de automoción. Nada menos que un 40% ha aumentado la tasa sobre el combustible de uso doméstico, mientras los ingresos familiares continúan cayendo en el abismo: los griegos tienen hoy la mitad de poder adquisitivo que antes de la crisis.

La ecuación de penurias se resuelve a la antigua: chimeneas, salamandras y estufas queman leña vorazmente desde mucho antes de empezar el invierno (las temperaturas fueron especialmente inclementes en noviembre), mientras las madereras hacen fortuna. Los sistemas de calefacción de gasóleo han sido clausurados hasta nueva orden, pero no solo en los domicilios, también en establecimientos públicos como colegios y hospitales. La madera y, en menor medida, la electricidad son los modos de energía alternativos.

Asfixiado por la crisis, el hospital general de Preveza enciende los radiadores dos horas al día, y solo para los pacientes. El resto —personal sanitario, otros enfermos, familiares— deben llevarse los calefactores desde casa, además del consabido ajuar de prendas de abrigo y alguna que otra manta de propina. Ítem más, para evitar tentaciones, la dirección del centro ha bloqueado la corriente eléctrica para impedir que los más frioleros le den a los interruptores fuera de hora. Muchos colegios, que han visto recortado su presupuesto en un 50%, tendrán que funcionar a pelo este invierno.

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Los riesgos del fuego han quedado en evidencia con la tragedia de Mesoropi (Tracia, norte). Tres hermanos murieron en el incendio de su casa —de piedra y madera, una construcción tradicional de la zona— tras prenderse una vieja estufa de leña. Había calefacción central, pero la familia no la usaba por la subida del precio del carburante.

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