Reaparece la ‘lideresa’ norcoreana
Tras 50 días de ausencia pública y en medio del temor a que hubiera caído en desgracia, Ri Sol-ju, esposa de Kim Jong-un, asiste a un concierto
Con la elegancia que la distingue del resto de sus conciudadanas norcoreanas, Ri Sol-ju, esposa del líder norcoreano Kim Jong-un, reapareció en la noche del lunes para asistir a un concierto por el 60º aniversario de la fundación de la Universidad Militar de Kim Il-sung. Ri, que llevaba 50 días de ausencia pública —lo que había destado toda suerte de rumores sobre su eventual caída en desgracia—, vestía un elegante abrigo beige que dejaba traslucir una cierta redondez de su cuerpo, por lo que no se descarta que esté embarazada. Esto justificaría, según los antiguos cánones confucianos que gobiernan la tradición coreana, su retirada de la vida pública.
La agencia estatal norcoreana KCNA distribuyó ayer la foto en el concierto de Ri y Kim Jong-un, que gobierna el futuro de Corea del Norte desde la muerte de su padre, Kim Jong-il, en diciembre pasado. Es evidente que con ella pretendía acallar los rumores sobre la desaparición de la mujer que ha revolucionado con su estilo occidental el rancio ambiente del reino ermitaño.
Ri Sol-ju ha sido la nota de color en la monotonía del país más cerrado del mundo. También la más discordante: se atrevió a salir a la calle sin la omnipresente insignia de Kim Il-sung, fundador de la dinastía y abuelo de su esposo. Todos los norcoreanos la llevan en la solapa, pero Sol-ju se la olvidó en el cajón e incluso se permitió lucir en su lugar distintos broches de flores. De ahí, que su desaparición desatara el temor a que había sido víctima del ala más ultraortodoxa del régimen.
Sin dar explicaciones y de la noche a la mañana, el único canal de televisión y la agencia oficial de noticias de Corea del Norte comenzaron a emitir imágenes y fotos de Kim Jong-un con una desconocida de la que pronto se dijo que era su esposa. No dieron más detalles, pero el espionaje surcoreano, con el apoyo de los disidentes norcoreanos exiliados, concluyó que la pareja se casó en 2009 y que ya tiene un hijo.
Entre el 25 de julio y el 4 de septiembre —fecha de la última vez que se la vio en público, durante la visita a un complejo de apartamentos en Pyongyang—, Ri Sol-ju dio un vuelco a la cotidianidad de este aislado país. Su forma de vestir, con faldas por encima de la rodilla que recuerdan los diseños de Chanel, dejó a sus compatriotas con los ojos en blanco, mientras la prensa surcoreana le dedicaba ríos de tinta.
En pocas semanas se convirtió en el icono de la juventud norcoreana, aunque sus modelos, que incluyeron un bolso de Christian Dior y un reloj de Movado, son absolutamente inalcanzables para la casi totalidad de los 24 millones de norcoreanos, de los que un tercio sufre malnutrición.
Pero el régimen no parece estar muy preocupado por el hambre de su pueblo. El Servicio de Inteligencia Nacional surcoreano indicó el lunes durante una sesión parlamentaria que Pyongyang ha dedicado 256 millones de euros a construir un jardín de estilo versallesco frente al palacio Kumsunsan (en las afueras de la capital), donde se encuentran los cuerpos embalsamados de Kim Il-sung y Kim Jong-il, además de un parque de atracciones en torno al culto de la dinastía Kim, según informó ayer el Chosun Ilbo, uno de los diarios surcoreanos de mayor tirada.
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