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Restaurar mi honor en tiempos de Google

Si tecleas su nombre en la web, aparece asociado a conceptos como “prostituta” Bettina Wulff, ex primera dama alemana, abre una guerra legal contra los criterios de búsqueda

Bettina Wulff, esposa del expresidente alemán Christian Wulff, fotografiada en 2010 en el palacio de Bellevue (Berlín).
Bettina Wulff, esposa del expresidente alemán Christian Wulff, fotografiada en 2010 en el palacio de Bellevue (Berlín).ODD ANDERSEN (AFP)

Google no olvida. En Alemania basta con escribir la palabra “Bettina” en el buscador para que su sistema automático plantee las siguientes propuestas: “Bettina Wulff prostituta”, “Bettina Wulff escort”, “Bettina Wulff pasado”. La esposa del expresidente federal de Alemania niega ahora explícitamente haber trabajado como prostituta antes de casarse con Christian Wulff y ha presentado una demanda contra el gigante informático estadounidense para que inhiba del buscador estas propuestas automáticas asociadas a su nombre. Pero Google se niega a intervenir alegando que esas sugerencias responden a la asiduidad con la que los usuarios introducen una combinación de palabras.

También ha demandado a Günther Jauch, uno de los presentadores más famosos de Alemania. En directo y ante millones de espectadores, Jauch preguntó en diciembre a uno de los jefes del diario sensacionalista Bild si guardan “informaciones en el cajón sobre el pasado de Bettina Wulff”. Un pasado de prostitución que ella niega y del que no hay ninguna prueba pública.

El rumor se había extendido durante años, pero la pregunta de Jauch le concedió enorme credibilidad. Por unas semanas dejó de hablarse de otra cosa: Bettina, se repetía a finales de 2011, trabajó como meretriz en una reputada casa de citas antes de quedar embarazada del que se convertiría en presidente federal de Alemania. Parecía saberse todo: el nombre del burdel (Artemis), su seudónimo de trabajo (Victoria) o su especialización, supuestamente la compañía íntima de hombres adinerados e influyentes. Se convirtió en diana de críticos, satíricos y moralistas. Los cristianos –Wulff es católico, como muchos votantes de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de Angela Merkel– la acusaron de haber roto el primer matrimonio del mandatario. También se criticó su estilo de vida un tanto ostentoso y su decidido flirteo con la prensa rosa y sensacionalista. Del que su marido sacó provecho político hasta que se volvió en su contra.

Parecía saberse todo: el nombre del burdel (Artemis), su seudónimo de trabajo (Victoria) o su especialización, supuestamente la compañía íntima de hombres adinerados e influyentes

El diario conservador Bild fue durante años uno de los principales aliados de Wulff. Su sonado divorcio en 2008 para casarse con la embarazada Bettina, una madre soltera 14 años más joven, no perjudicó su carrera política. El entonces primer ministro de Baja Sajonia sonaba como uno de los posibles sucesores de la canciller Merkel al frente de la CDU. En 2010, Christian asumió la primera dignidad del Estado y Bettina se convirtió en “primera dama”. Bild siguió próximo a los Wulff: sus reportajes sobre la presidencial pareja solían incluir elogios a la “juvenil” o “glamurosa” Bettina, que como prenda de modernidad luce un tatuaje en el brazo. Su pasado oficial: nacida en Hannover en 1973, bachillerato en la ciudad, estudios de Gestión de Medios sin concluir entre 1993 y 2000. A partir de entonces, trabajó de relaciones públicas en una empresa industrial. En 2006 conoció a Wulff. Empezaron las habladurías, que encontraron su punto álgido en diciembre pasado.

El jefe del Estado estaba entonces metido hasta el cuello en un escándalo de corrupción y tráfico de influencias que terminó por forzar su dimisión el 17 de febrero de 2012. Bild había revelado en diciembre que el democristiano disfrutó de créditos muy ventajosos cuando era primer ministro de Baja Sajonia. El presidente trató de detener esa publicación con una llamada al director del rotativo, a quien amenazó con desencadenar “la guerra”, con la inusitada torpeza de dejar su bronca grabada en el buzón de voz. La publicación transcrita de esta imprudencia excitó aún más los rumores sobre su segunda esposa: ¿intentaba Wulff evitar la publicación de evidencias comprometedoras?

Jauch dice ahora que él consideró su deber periodístico planteárselo indirectamente al redactor de Bild en su programa. El presentador pasa por periodista serio y disfruta de un formidable crédito. No mencionó que Bettina fuera prostituta, pero, al preguntarle a un jefe de Bild sobre su pasado, hizo más creíble lo que había sido un rumor. Bild es un diario sensacionalista, conservador y célebre por retorcer la verdad según sus intereses, así que su desmentido no despejó ninguna sospecha. Probablemente tuvo el efecto contrario.

El caso del honor perdido de Bettina Wulff demuestra uno de los cambios que Internet ha introducido en la manera de contar lo que sucede. Durante semanas, decenas de periodistas alemanes rondaron a Bettina Wulff como tiburones en torno a un náufrago. No había pruebas fehacientes del pasado de la primera dama; sin embargo, las referencias a “los rumores en Internet” y las numerosas indirectas señalaban al lector el camino inequívoco hacia la dudosa información. Un columnista de Der Spiegel llegó a escribir que el presidente trabajaba “escoltado por su mujer”. Escort es un eufemismo corriente para calificar a una persona que se prostituye.

El diario Süddeutsche Zeitung publicó esta semana que el origen de las habladurías podría estar en la misma CDU. Rencillas políticas ventiladas con métodos sucios, nada nuevo. Tanto Jauch como Goo­gle quieren seguir lavándose las manos, pero en Internet proliferan ya otro tipo de acusaciones contra Bettina. La acusan de estar usando la polémica como propaganda de su libro biográfico, Jenseits des protokolls (Más allá del protocolo), que salió a la venta esta misma semana y donde explica los “duros meses” de rumores sobre ella. “Nunca trabajé de escort”, asegura. Precisamente Bild, el diario sensacionalista que desencadenó el escándalo que hundió a su marido, se ha encargado de publicar extractos de las memorias.

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