Viaje a Chad (8): Camino de Pala
El día se ilumina temprano en esta parte del mundo. Djoro despierta poco a poco y las conversaciones de las personas y los mugidos de las vacas van llenando el ambiente. El objetivo del día es llegar hasta Pala, la capital de la región de Mayo-Kebi Oeste. El paisaje está precioso después de la fuerte lluvia de ayer. Lo negativo es que la carretera está llena de charcos y lodo, por lo que se hace muy difícil conducir.
Las primeras horas de la mañana las dedicamos a conocer la aldea de Djoro. No hay mucho que ver, concesiones, campos, un pequeño dispensario médico y muchas vacas. Hay una escuela secundaria: una clase de adobe y unos cobertizos construidos con palos y hojas de palmeras. Pregunto si en esas condiciones los jóvenes pueden estudiar. Me comentan que evidentemente no, además solo el director de la escuela recibe un sueldo del gobierno, el resto de los enseñantes son voluntarios pagados por los padres de los alumnos. Muchos de ellos no tienen un título de profesor. El nivel es bajo y es difícil que ningún alumno proveniente de estas escuelas rurales pase las pruebas de acceso a la universidad. No parece que el gobierno tenga ningún interés en promocionar la educación.
Es por eso por lo que la mayoría de las misiones católicas del Chad han optado por crear bibliotecas donde profesores y alumnos puedan acceder a los libros de texto. También ofrecen clases de apoyo a los estudiantes, en aulas construidas al aire libre, intentando así suplir las carencias del sistema educativo. El Padre Antonio López está contento porque este año, por primera vez, han conseguido que tres jóvenes de la zona accedan a la universidad. Un pequeño logro que les anima a seguir trabajando en este camino.
Terminada la visita nos ponemos en marcha. Tenemos que deshacer el camino que ayer hicimos para volver a salir a Sorga e incorporarnos a la pista de tierra principal. Entramos en territorio moundang. Me comentan que este grupo es famoso por comer perros y que los días de mercado se vende sopa hecha con la carne de este animal.
El espectáculo que contemplamos desde el coche es similar al de los días anteriores: campesinos labrando sus campos, algunos con la ayuda de yuntas de bueyes o asnos, niños cuidando de los ganados, gente que camina hacia el pueblo que hoy celebra mercado…
Poco a poco se produce un pequeño cambio en el paisaje, ya no es todo llano como lo ha sido durante todos estos días. Kilómetros de llanura que se pierden en la lejanía, siendo los enormes termiteros los puntos más altos del terreno. Ahora el horizonte empieza a arrugarse un poco, pequeñas ondulaciones, aprendices de colinas se dibujan al fondo del camino de tierra roja, rompiendo la monotonía.
La entrada a Pala está presidida por el nuevo palacio del gobernador, similar al que se está terminando de construir en Bongor. El resto es parecido a cualquier otra ciudad chadiana de las que hemos visto: la plaza de la independencia con su tribuna para presidir desfiles, el mercado, algunos chinos, mucha gente caminando…
He venido hasta aquí a visitar a Marta Barral, una voluntaria madrileña (del barrio de Oporto) que dirige el Centro Diocesano de información y atención a los enfermos de SIDA de la diócesis de Pala. Esta diócesis comprende el territorio de Mayo-Kebi Este y Oeste. Y le dedicaré una entrada a este programa que es muy interesante y prácticamente el único que existe en la zona sobre este tema.
Con Marta pasamos un par de días, visitando su programa y conociendo la ciudad. También vamos al estudio de un pintor local que firma como David Laurent. A parte de unos estampados de escenas típicas que hace para vender a posibles turistas que se acerquen hasta aquí, pinta cuadros en los que recoge la realidad social de su país. Está terminando uno que representa el conflicto entre agricultores y ganaderos. Dice que es una fuente de continuas disputas y que en el futuro, por la escasez de tierra cultivable, se harán cada vez más fuertes y peligrosas. En otros recoge los problemas de la guerra o la falta de servicios del país.
Hay que pensar en el regreso a Bongor. Lo hacemos un par de días más tarde y nos ponemos en marcha después de comer.
Recorremos el camino que nos llevó hasta Pala en sentido inverso: Sorga, Djikette, Bellé, Gourou-Gaya y así hasta alcanzar la carretera asfaltada en Batchoro.
Empieza a anochecer. Las luces van cambiando, los niños recogen los ganados. Pasamos por pueblos donde se ven grupos de mujeres haciendo cola ante los molinos para moler el mijo con el que prepararán la comida de la familia. Humos empiezan a salir de las concesiones. Algunos jóvenes, con sus mejores galas, caminan o van en bicicleta, posiblemente a visitar a las novias a un pueblo vecino…
A lo largo de la carretera, las furgonetas que transportan viajeros, los cars, se van parando y conductor y clientes empiezan a extender esterillas y mantas al borde del asfalto para prepararse a pasar la noche. No parece que hoy vaya a llover.
El cielo comienza a plagarse de estrellas. Pasado el pueblo de Ere se ve, a un lado, la estrella del sur y, al otro, la osa mayor. Yo no entiendo nada de esto, pero siempre pensé que si se veía una no se podría ver la otra. Parados en mitad de la carretera, con el ruido de cientos de ranas de fondo, contemplamos el firmamento.
La luna empieza a salir poco a poco. Es luna llena que alcanza todo su esplendor cuando estamos cruzando el puente sobre el Logone a la altura de Djimane.
Nos vamos acercando a Bongor. Por la carretera encontramos grupos que caminan: las mujeres transportan sobre sus cabezas ollas con comida, los hombres y los jóvenes llevan largos bastones. Posiblemente van a un funeral. Pasarán toda la noche cantando, bailando y comiendo. Si surge algún altercado entre clanes, los bastones se encargarán de ello.
Por fin entramos en Bongor. Es noche de luna llena y la gente lo aprovecha. Se ve, se puede caminar. Se oyen tambores y niños que cantan.
TODAS LAS FOTOS CHEMA CABALLERO
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