Merkel y Hollande avisan
El eje París-Berlín se muestra inflexible con una Grecia que pide un respiro
Junto al estancamiento de Francia, la desaceleración de la economía alemana con la perspectiva de recesión suave hacen más necesaria la estabilización y profundización de la Unión Monetaria y unas políticas de crecimiento a escala europea. No estamos ya en la Eurozona ante un sur que no logra salir de su marasmo frente a un norte industrioso. Estamos todos en un mismo barco y la salvación ha de ser colectiva.
En estas circunstancias, Angela Merkel y un François Hollande algo difuminado en su perfil europeo, cenaron ayer en Berlín. Tras su anterior distanciamiento, intentaron transmitir una imagen de unidad, marcando el inicio de un complicado, y crucial, curso europeo. Una vez más, por encima de todos los graves problemas existentes en la Eurozona, vuelve a asomar el de una Grecia asfixiada. Tras cinco años de recesión pide un respiro, un tiempo más largo para los recortes que se le exigen, como prometió el conservador Antonis Samarás para ganar las elecciones. Es posible que en octubre, después de que la troika haya presentado su informe sobre el grado de cumplimiento griego, se amplíe algo el margen de maniobra. Pero de momento Merkel y Hollande, con matices entre ellos, se mantienen en que Grecia debe cumplir todos sus compromisos, y muy especialmente las reformas estructurales retrasadas una y otra vez. El presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker, han ido más lejos al señalar que estamos ante “la última oportunidad” para Grecia. Aunque sería destapar la caja de Pandora, varios gobiernos parecen estar preparándose para una posible salida de Grecia del euro que a España no le conviene en lo más mínimo.
Esta incertidumbre ha vuelto a pesar en los mercados, disparando de nuevo la prima de riesgo española. Es urgente que el Banco Central Europeo haga lo que ha insinuado que va hacer para calmar los mercados de deuda, aunque el Gobierno alemán se resiste. Pero no todo tiene que venir de fuera. España necesita un plan para salir de la crisis. Confiar solo en el rescate y en el tirón exterior no bastará, pues los mercados de exportación empiezan a atravesar graves problemas. Cuando parece aproximarse el último acto, es necesario echar el resto todos juntos, en un esfuerzo combinado que salve el euro y las economías europeas. El calendario electoral en Alemania, Holanda y Austria no parece el más propicio. Pero de eso van los próximos tiempos.
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