Anna Wintour agita la campaña de Barack Obama
La prensa británica especula con una embajada para la directora de ‘Vogue’ USA
Desde hace ya unos años, para ser embajador de Estados Unidos no hace falta ni ser diplomático ni experto en política internacional o conocer al dedillo los intríngulis del sistema constitucional británico o la delicada relación que une y opone al mismo tiempo a los británicos y a los europeos continentales. Lo más importante es ser alguien muy próximo al presidente de EE UU, aunque saber de negocios no es exactamente un inconveniente.
Anna Wintour, de 62 años, cumple de forma sobrada la primera condición y probablemente no está muy lejos de cumplir la segunda, teniendo en cuenta el peso que tiene en el mundo de la moda la revista con la que se identifica su nombre desde hace 20 años, Vogue, y la importancia creciente que tiene la industria de la moda tanto en la economía como en el mundo de la comunicación, las redes sociales y la opinión de los jóvenes. Y los jóvenes son, ya se sabe, futuros votantes —o al menos individuos con derecho al voto: otra cosa es que tengan interés en ejercerlo— y, con un poco de suerte, futuros contribuyentes.
El rumor de que Anna Wintour puede ser nombrada embajadora de Washington en Londres el año que viene —cuando la plaza probablemente quede vacante y si Barack Obama gana la reelección, claro— ha sido lanzado esta vez por el dominical británico The Observer y no es estrictamente nuevo: ya surgió hace tres años, aunque nunca llegó a convertirse en realidad.
Esta vez, el combustible que ha avivado las llamas de la supuesta vocación diplomática de la señora Wintour es su creciente activismo político, tanto por el Partido Demócrata como por el presidente Obama, y la cercanía cada vez manifiesta entre el alma mater de Vogue y Michelle Obama, a la que Wintour ha ayudado a vestirse muy a la moda al tiempo que la revista apoyaba los esfuerzos de la primer dama en sus actividades en defensa de la educación y la sanidad pública, un asunto particularmente politizado en EE UU.
Anna Wintour, británica de nacimiento y satirizada en la película El diablo viste Prada como una ejecutiva arrogante y dura pero al mismo tiempo hábil y eficiente, cualidades no demasiado ajenas a las de un buen político, hace ya tiempo que está vinculada públicamente al Partido Demócrata y ya participó en 2008 en la campaña electoral de Barack Obama. Su compañero sentimental, Shelby Bryan, es descrito por el Observer como “un hombre clave en la recaudación de fondos en tiempos de Clinton”. Y ella misma se ha sumado a la búsqueda de fondos para la campaña de reelección de Obama.
Esta misma semana se unirá a la mujer del cantante David Bowie, Iman, en otro acto de recaudación a razón de mil dólares por cabeza la entrada. Una bagatela comparado a los 40.000 dólares (32.000 euros) que donan a la campaña cada uno de los asistentes a la cena para recaudar fondos organizada por Wintour y la actriz Sarah Jessica Parker.
Wintour ha puesto algo de sordina a los rumores acerca de su vocación diplomática. “Son solo rumores. Está muy contenta en su trabajo actual”, ha declarado un portavoz de la directora de Vogue citado por New York Post. Un desmentido que deja las puertas abiertas a todo…
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