Volver al elitismo educativo de los 60
Reducir de un modo draconiano los presupuestos educativos, a la vez que se hinchan las tasas académicas, constituye una infamia. Hacerlo, además, en un contexto en el que muchas familias están sufriendo serias estrecheces económicas, denota una enorme insensibilidad. Y alegar que esa vampirización de la escuela pública no va a incidir en la calidad y equidad educativas, raya en lo chulesco. Y la guinda la ponen al tratar de justificarlo apelando a que el sistema educativo español es horrible y que lo van a arreglar con la doble sangría del tijeretazo y el aumento de los gravámenes académicos.
Cuando yo tenía 13 años muchos de mis amigos abandonaron la escuela. Han pasado cuatro décadas, y en ellas la educación en España ha tenido un crecimiento exponencial. Hace 40 años el índice de estudiantes de educación secundaria entre los hijos de obreros y campesinos era muy reducido; y en la universidad constituían una excepción. Los índices de mujeres universitarias eran muy inferiores a los de los varones, sobre todo en carreras técnicas. En cuatro décadas hemos avanzado enormemente en igualdad de oportunidades, en integración del alumnado con necesidades educativas especiales, en éxito y continuidad académicas, en titulaciones y formación de nuestra infancia y juventud. Ha habido un gran esfuerzo y una apuesta muy importante de las familias (que sus hijos estudiaran más que ellos), del profesorado y —¿por qué no decirlo?— también de las administraciones.
¿Quieren retrotraernos al cerrado elitismo de antaño? Causa tristeza tener que dar la razón a Macbeth (Shakespeare) cuando define el mundo como “una historia llena de sonido y furia contada por un loco”.— José Eugenio Abajo
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.