Antisistema
¿Alguien reprochará a los miembros del BCE que en Alemania los tipos de interés para empresas y consumidores sean cercanos al 1,5%, mientras que a nosotros nos los ponen en el 6%?
Si yo fuera un antisistema de verdad, un antisistema serio, cruzaría la frontera y atravesaría los controles, y me pavonearía ante los 8.000 efectivos desplegados entre Mossos e Interior, luciendo traje, camisa y corbata. Seguro que entonces no me echarían el guante. Que es exactamente lo que han hecho —vestirse bien— los consejeros y miembros del Comité Ejecutivo del Banco Central Europeo que se reúnen hoy en Barcelona, que no son tontos y que se disponen a celebrar aquí una de sus reuniones, y a disfrutar de un par de ágapes de gorra.
De entre los obsequiosos gobernantes anfitriones, ¿habrá alguno que dé un contundente puñetazo sobre la mesa para que el BCE, que con tanta generosidad ha dictaminado salvamentos en efectivo para nuestros bancos, tome medidas para que estos empleen esa pasta en créditos para las pequeñas y medianas empresas? Qué va: ellos mismos están permitiendo que las estrangulen, negándoles créditos pese al dinero recibido, dinero que luego tenemos que pagar nosotros.
¿Reaccionarán los invitados, entre dos platos, al hecho de que nuestra producción está estancada, cuando no desaparecida? ¿Alguien les reprochará que en la Alemania de la señora Merkel los tipos de interés para empresas y consumidores sean cercanos al 1,5%, mientras que a nosotros nos los ponen en el 6%? Un mismo banco central, dos varas para medir. Cuando pongamos sobre la mesa los casi seis millones de parados y la gran porción de ciudadanía arrojada abruptamente a la cuneta, ¿reconocerán nuestro mérito? ¿Brindarán con cava por ello?
Llegada a este punto, confesaré que hay algo que me inquieta, de cara a nuestra imagen en el exterior. En caso de que uno de los visitantes se sienta indispuesto —acidez, indigestión—, ¿se le puede tratar por la sanidad pública?
Claro, tonta. ¿No ves que tienen papeles? Incluso moneda. Pasen y sírvanse.
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