El mundo gozoso y sesentero de Malick
'Nuit de Noel', 1963, de Malick Sidibé, en The Pigozzi Collection, que promociona la obra de más de ochenta artistas africanos contemporáneos, una labor imprescindible realizada por el italiano Jean Pigozzi y el francés André Magnin. 'The great Malick Sidibé solo show', en la galería Agnes b. de Nueva York, hasta el 3 de junio.
Se diría que lo suyo es puro swing. Se diría que están felices. Son jóvenes. Bailan. Tienen todo el tiempo del mundo. Disfrutan juntos, sin más. Amorosos. Así son muchas de las fotos de Malick Sidibé (Malí, 1936): libres, relajadas, despreocupadas... Una parte de África desconocida y gozosa. Algunas de ellas se pueden ver ahora, hasta el 23 de abril, en la galería Trinta arte contemporánea, de Santiago de Compostela.
Y ahora que está de actualidad por noticias político-militares, que son siempre las peores para un país, no queda más remedio que pensar en lo mucho que Malí representa para la fotografía africana y más allá. Como ya contamos en otra entrada, la Bienal de Bamako es referencia imprescindible para describir lo que se cuece en el continente (y en la diáspora); un punto de encuentro internacional de profesionales y amantes de la imagen, y uno de los eventos que muestran lo abierto al mundo que suele ser Malí, tan distinto a esas fronteras cerradas de hoy mismo, tras el reciente golpe de Estado y los disturbios del Norte.
Quizá por eso viene bien recordar a Sidibé (1936), un hombre que retrató con maestría el África social de esos años de aire nuevo y esperanza, los cincuenta y sesenta, y que ha sido, entre otros, premio de la Bienal de Venecia en 2007 (era la primera vez que un africano recibía tal distinción); premio PhotoEspaña Baume et Mercier en 2009 y World Press Photo en 2010. Desde que fue descubierto en uno de los primeros Rencontres Africaines de la Photographie en Bamako allá por 1994, Sidibé es de un modo u otro protagonista de todo evento fotográfico en y sobre África. En la última edición de los Rencontres lo fue al hilo de su obra clasificada y archivada en el Museo Nacional de Malí, que produjo hace tiempo un corto sobre él (realizado por Susan Vögel, ver comentario) junto a dos de sus paisanos: Abdourahmane Sakaly y Soungalo Malé.
En España, ya en 2001, el festival La Mar de Músicas, en Cartagena, mostró el gran valor de sus fotografías, muchas rescatadas (o mejor desempolvadas) gracias a la labor del coleccionista André Magnin. El sabor de una época titulaba Amelia Castilla entonces la información en la que daba detalles sobre su persona, obra y lugar de trabajo.
Imagen recogida en el artículo 'From Sidibé to Quazi' en el blog Afroklectic.
En 2009, la galería Oliva Arauna de Madrid, le cedió espacio. El fotógrafo del Malí yeyé fue el titular entonces. Y se contaba cómo en el barrio de Bagadadji de Bamako, el Studio Malick permitía ser (bien) retratado por unas monedas por el mismísimo ganador del León de Oro en Venecia. Y así fue siempre: a partir de 1962 en que abrió el local todo el mundo desfilaba ante él, se ponía en manos de este hombre que había comenzado a hacer reportajes en 1957. Fiestas, celebraciones, escapadas, todo evento juvenil fue captado por su cámara. Él mismo era parte de lo retratado. Tenía mesa fija en los locales.
Ningún evento social le era ajeno.
Para la gente de aquel tiempo —como sucedió en todas partes antes de la popularización de la fotografía—, ser retratado era un puro acontecimiento: poder mostrarse ante la familia y amigos. Un acto social. "Sobre todo a los jóvenes les gustaba mucho aparecer con sus mejores galas, con sus pendientes nuevos, sus cabellos rizados, mostrando su mejor reloj, sus pulseras… también había quién quería salir con su rebaño, con su moto… para enseñar sus pertenencias a los demás, para enseñar a los demás su vida", contó él.
Una suerte de filón documental de tipologías urbanas es su obra. La radiografía de un tiempo jocoso. "Una manera de fotografíar alejada de los prejuicios de la mirada occidental hacia otras culturas. Al contrario que otros artistas, cuya clientela se recluta entre los círculos oficiales y notables de Malí, Sidibé se interesa por la juventud urbana de Bamako, inmersa en la euforia de la independencia del país, obtenida en 1960. Se convierte enseguida en el cronista de esta cultura, no como observador en la distancia, sino como uno de sus miembros", se lee en entrevista de La Fábrica Digital en 2009. Él estaba en el ambiente, tenía contactos, y la tecnología adecuada: poseía el único flash de Bamako. “Así empecé a retratar las fiestas nocturnas. Estaba en el estudio hasta la media noche, me iba a hacer fotos por las fiestas. Regresaba a mi estudio, revelaba y el lunes o martes colgaba las imágenes en mi negocio y así los jóvenes escogían”.
Sidibé es el más famoso de los fotógrafos de Malí, junto con su compatriota Seydou Keïta (fallecido en 2001), y hoy goza de reconocimiento mundial aunque lamentablemente siga sin aparecer en la mayoría de diccionarios de la fotografía del siglo XX. Pero ha quedado para siempre unido ya a esa alegría de vivir del ciudadano común y corriente.
A la moda, carteles de películas, fundas de discos y música de un tiempo... “La música occidental cambió muchas cosas en aquella época. Desde 1957 llegó el rock, el swing… fue la verdadera revolución de Malí, liberó a la juventud. Uno puede bailar al son del tamtam, pero la música occidental es lo que permitía que los chicos y las chicas se arrimaran", apuntaba el fotógrafo en 2009 en Madrid (en España, donde además ha tenido dos colectivas en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona y en el Guggenheim de Bilbao).
La obra de Sidibé permanece de gira constante por el mundo. Hay piezas suyas, por ejemplo, dentro de la colección permanente del Studio Museum Harlem de Nueva York, junto a la de su paisano Seydou Keïta (1921-2001). A menudo se les confunde y/o incluye juntos en estudios y libros, como en ese You look beautiful, hace unos años, por ejemplo. Los fondos de la Colección Pigozzi citada, son imprescindibles para seguirle. Fundamental es también otra colección, la Sokkelund, un proyecto danés que rescató material perdido de otros artistas africanos considerables: Hamadou Boukoum, Abderahmane Sakaly, Bassirou Sanni y Tidiane Shitou, a los que merece la pena mencionar siempre. Y en esta dirección realizan un buen Hommage à Malick Sidibe
“Cuando empecé a retratar jamás imaginé que después de unos años mis obras viajarían por todo el mundo. Hacía fotografías para la gente, para mi país… mis fotografías son una forma de turismo porque cuando las observas es como si viajaras a Malí". Y sí lo es. Posados, con una cortina o panel detrás apenas, la mayoría. Y tan expresivos. Un viaje. Se ve Malí entero allí, se palpa el optimismo de una nación, se ve a su gente, su manera de moverse, vestir, bailar, relacionarse... Se ve tiempo por delante. Futuro. Pura vida.
Nota: muy recomendable para saber más sobre lo que representa este tipo de fotografía es el libro Events of the Self: Portraiture and Social Identity Contemporary African Photography, The Walther Collection, por Okwui Enwezor.
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