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El FMI reclama a Bruselas más dureza con los países que incumplen el déficit

La institución que lidera Lagarde dice que la eurozona está "en un momento crítico" por una política económica equivocada, el Brexit y el auge del populismo

Claudi Pérez
El comisario europeo de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici
El comisario europeo de Asuntos Económicos, Pierre MoscoviciEFE

"La eurozona está en un momento crítico". El Fondo Monetario Internacional (FMI) no se anda con rodeos en su informe sobre la zona euro: desde la primera frase subraya los enormes riesgos que acechan al bloque del euro, critica sin ambages la política económica, alerta del mal estado de la banca y deja un rejón final dedicado a España y Portugal: "Para recuperar la confianza y la disciplina fiscal, es necesaria una aplicación más estricta [de las reglas fiscales] para los países que han violado el Pacto de Estabilidad".

España incumplió el objetivo de déficit en 2015 y se enfrenta a una posible sanción de hasta 2.100 millones de euros. El procedimiento se pondrá en marcha a primeros de julio. El Gobierno en funciones descarta que vayan finalmente a imponer la multa por tierra, mar y aire: el ministro de Economía, Luis de Guindos, ha explicado a la prensa española desplazada en Luxemburgo —unas horas antes del inicio del Eurogrupo— que sería "un sinsentido" una sanción para España. Pero el riesgo está ahí: y al FMI se le sumaba esta mañana el BCE. Ambas instituciones creen que Bruselas debe ser dura con los países incumplidores.

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Pero más allá de los problemas de España, el informe del FMI sobre la eurozona es demoledor. "Las divisiones políticas crecientes y el euroescepticismo han debilitado la posibilidad de acciones colectivas y dejan a la zona euro cada vez más vulnerable a una serie de riesgos", apunta el Fondo.

La institución reclama una política económica "más equilibrada", que combine reformas estructurales con "apoyo fiscal" desde Bruselas, a través de una ampliación del Plan Juncker de inversión y de otras iniciativas que estimulen la demanda interna. Berlín y compañía se han resistido una y otra vez a esa opción, pese al llamamiento del jefe del BCE, Mario Draghi, al que se suma con claridad el FMI. A largo plazo, la institución pide incluso un Tesoro europeo, eurobonos y una capacidad fiscal para la zona euro, algo que está completamente fuera de los radares de Bruselas por la oposición de Alemania, que se niega incluso a avanzar en la unión bancaria por la necesidad de mutualizar los fondos de garantía de depósitos.

Desequilibrios y amenazas

El PIB del euro crece con fuerza desde hace seis meses. Pero el Fondo considera que la eurozona está plagada de desequilibrios: en especial, una inflación desaparecida, altos niveles de deuda pública y privada, un elevado desempleo y un superávit comercial en Alemania que se acerca al 10% del PIB y dificulta el ajuste del resto del bloque. Los desafíos económicos son formidables. Pero las grandes crisis acaban siempre enfangando la arena política: el FMI apunta que los riesgos políticos "crecen acusadamente". La crisis de refugiados, apunta el organismo, ha provocado una fuerte división "que podría incrementarse" y limitar la libre circulación de personas y el mercado único. Pero quizá el riesgo más inmediato es el referéndum del 23-J para determinar si Reino Unido sigue en la Unión. "Un voto que suponga la salida o incluso un resultado ajustado a favor de quedarse podría exacerbar las tensiones y contribuir a un alza del euroescepticismo y de la incertidumbre".

Lagarde y los suyos insisten en las recetas de ayer, hoy y siempre —reformas estructurales y recortes en los países donde la deuda pública ha crecido más rápidamente—, pero deploran la política económica seguida en la eurozona. Bruselas asegura que este año habrá una leve expansión fiscal, y que la política fiscal volverá a ser neutra en 2017. Pero la economía europea no alcanza velocidad ni siquiera con las medidas extraordinarias del BCE: el FMI pide "apoyo fiscal", especialmente en los países con margen para ello (Alemania, claramente, aunque el Fondo evita señalar a ningún país). Frente a los halcones que dominan el debate de la política fiscal en Europa, el Fondo reclama mayor activismo: pide un estímulo centralizado, a través del Plan Juncker o de inversiones públicas patrocinadas por Bruselas. A cambio, reclama mano dura en el cumplimiento de las reglas fiscales.

Christine Lagarde, directora gerente del FMI
Christine Lagarde, directora gerente del FMI

La banca sigue débil

Eso no es todo. El estancamiento económico, la baja inflación, los altos niveles de deuda pública y privada y las persistentes y elevadísimas cifras de paro son la versión europea de la crisis financiera que arrancó en 2008 y que dista mucho de cerrarse. Los problemas de la banca son tal vez el elefante en la habitación que nadie termina de ver en Europa. El Fondo señala que la rentabilidad del sector bancario europeo "es persistentemente débil".

El saneamiento de los balances de la banca "debería acelerarse", dice el Fondo, que subraya los altos niveles de morosidad en varios países. El FMI reclama también "un esquema de garantía de depósitos común con un colchón fiscal común" para resolver de una vez los problemas en la banca europea. Para eso, como para todo lo anterior, Lagarde debería levantar el teléfono y marcar algún número con el prefijo +49, el alemán. Y escuchar al otro lado algo distinto del ya tradicional nein.

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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