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Guindos pacta con Bruselas al menos un año extra para rebajar el déficit

Bruselas abre la puerta incluso a un segundo año de margen, que dependerá de las próximas previsiones de primavera

Claudi Pérez
El ministro de Economía, Luis de Guindos y el comisario de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici, el pasado enero
El ministro de Economía, Luis de Guindos y el comisario de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici, el pasado eneroFRANCOIS LENOIR (REUTERS)
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El ministro de Economía, Luis de Guindos, pactó con el comisario Pierre Moscovici, el pasado fin de semana en Washington (en los aledaños de la cumbre del FMI), una nueva prórroga para ajustar el déficit público español, según fuentes comunitarias y de La Moncloa. La decisión al más alto nivel no está tomada, a la espera de las cifras definitivas y de resolver el vacío político en Madrid. Pero habrá un año más, y Bruselas abre la puerta incluso a un segundo año en función de las próximas previsiones de primavera, que se conocerán en mayo y reflejarán la desaceleración global que augura el FMI. Bruselas concede así algo de aire a España, pero a cambio reforzará la tutela fiscal por el déficit excesivo y puede abrir un expediente sancionador.

El Gobierno ha anunciado un ajuste de 2.000 millones, ha hecho un ejercicio de realismo —al fin— con la rebaja de sus previsiones ante la desaceleración global que se avecina, y busca la manera de poner en vereda el gasto autonómico sin provocar una refriega con las comunidades. En paralelo, Bruselas espera los datos definitivos de déficit de Eurostat —el jueves— y la llegada del Plan de Estabilidad —que hará público hoy Guindos y enviará a la Comisión en unos días— para hacer números y tomar una decisión. Una alta fuente europea explicó ayer que el análisis técnico y la negociación están muy avanzados, pero el debate político al más alto nivel no ha empezado.

El primer paso llegará esta semana en el Eurogrupo, y a partir de ahí Bruselas empezará a fijar posiciones. Pero Europa es consciente de que España necesita más tiempo: la cuarta prórroga para el déficit en lo que va de Gran Recesión está atada y bien atada por la vía de los hechos. España no tiene ninguna posibilidad de cumplir sus metas.

Un desafío excesivo para 12 meses

Fuentes europeas apuntan que reducir el agujero fiscal del 5% a menos del 3% en un año "sería un enorme desafío para cualquier economía, incluso en mitad de un boom". En España no hay, ni mucho menos, un boom. Está lejos de su nivel de PIB precrisis y extremadamente lejos de los niveles de paro precrisis. Y el robusto crecimiento de 2015 —por encima del 3%— se deshincha: Guindos anunció en Washington que el alza del PIB se desacelerará al 2,7% en 2016 y al 2,4% en 2017.

Con esas cifras en la mano, tanto Madrid como el ala más ortodoxa de Bruselas se decantan por un año extra. "Pueden ser dos en función de las nuevas previsiones, porque el ajuste tiene que ser razonable", indican fuentes comunitarias. El comisario Pierre Moscovici es partidario de estudiar esa posibilidad; el equipo del vicepresidente Valdis Dombrovskis se muestra menos entusiasta.

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En los últimos tiempos, las mayores diferencias entre Madrid y Bruselas llegaron por el excesivo optimismo del Gobierno. Bruselas preveía hace dos meses un crecimiento del 2,8% este año y del 2,5% en 2017, una décima más que las cifras que aparecerán en el programa de estabilidad que enviará el Ministerio a la Comisión en los próximos días. Pero el nuevo pronóstico europeo puede ser muy similar, a la vista del pesimismo que rezuman organismos como el FMI. Fuentes del Gobierno sostienen que esta vez el cuadro macroeconómico "es idéntico al de Bruselas". "Hay acuerdo para extender el plazo, y el hecho de que sean uno o dos años es un asunto menor".

Esfuerzos y rebajas

Guindos es partidario de pedir un solo año, para dar una imagen de mayor rigor: si finalmente se impone su punto de vista, el Gobierno situaría el objetivo fiscal de este año en torno al 3,7% del PIB, para bajar del 3% en 2017. Para tomar una decisión sobre el plazo, la Comisión evaluará el esfuerzo hecho hasta ahora: tanto las medidas efectivas como el balance estructural (eliminando los vaivenes del ciclo) cuentan la historia de un Gobierno que lleva dos años en una extraña siesta fiscal, que se permitió una rebaja de impuestos cuando no podía, que no supo embridar el gasto autonómico y que ahora incluso presenta problemas en la Seguridad Social.

No hay comidas gratis: a cambio del tiempo extra para el déficit, es probable que España suba un escalón en el procedimiento de déficit excesivo de España. En plata: viene un ajuste duro con una supervisión reforzada —de nuevo bajo tutela, con informes trimestrales— e incluso posibles sanciones. El veredicto llegará en mayo, aunque Bruselas podría dejarlo en suspenso. "España está en una situación atípica. En un vacío político, sin Gobierno. En otros casos se ha esperado, y esta vez puede que también tenga sentido esperar para ver cómo se despejan las incógnitas políticas", apuntan fuentes comunitarias.

En contra de España están los continuos incumplimientos, el sainete protagonizado por el Gobierno y Moscovici a cuenta del déficit, y la opinión negativa del ala más ortodoxa por el hecho de que Madrid no haya hecho casi nada últimamente. A favor, una narrativa que gana adeptos en pos de una cierta expansión fiscal en Europa para no ahogar a media docena de países, en medio de varias crisis entremezcladas que se refuerzan unas a otras: Grecia, el Brexit, Ucrania-Rusia, los refugiados y ese largo estancamiento en el que se ha metido la eurozona.

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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