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Draghi pide más poder para sancionar

El BCE quiere que la UE refuerce sus competencias para multar en su nueva etapa como supervisor del sector El organismo decidirá la idoneidad de los directivos

Amanda Mars
El presidente del BCE, Mario Draghi, el pasado febrero en Bruselas.
El presidente del BCE, Mario Draghi, el pasado febrero en Bruselas.

Plagada de matices y rebajada respecto a las aspiraciones iniciales, la unión bancaria europea empieza a tomar forma y a confirmar el poder del Banco Central Europeo (BCE) sobre las entidades financieras y frente a las autoridades nacionales. El reglamento del Mecanismo Único de Supervisión (MUS), que el organismo con sede en Fráncfort acaba de aprobar y hacer público para entrar en vigor el próximo noviembre, refleja este nuevo papel. La normativa establece que será el BCE el que evalúe la “idoneidad” de los directivos de entidades supervisadas, a los que someterá a revisiones periódicas. Además, los hombres de negro del órgano europeo podrán llevar a cabo inspecciones “sorpresa” in situ,sin que obviamente los bancos afectados por este examen tengan aviso, entre otras medidas. Pero el presidente, Mario Draghi, ha pedido también a Bruselas más poder para sancionar.

Draghi reclama al Consejo Europeo la modificación del reglamento sobre las competencias del BCE para imponer sanciones. Las recomendaciones para este cambio, publicadas el viernes, persiguen dar una mejor cobertura jurídica a sus sanciones, pero además elevan enormemente los límites para imponer multas diarias coercitivas a los bancos “para obligarlos a cumplir los reglamentos o decisiones del BCE en materia de supervisión o para poner fin a las infracciones continuadas”. Hasta ahora el límite era de 10.000 euros al día y el BCE quiere que se eleve al 5% del volumen de negocio diario

Además, advierte de que los límites de las multas a imponer por el BCE por incumplir una decisión o reglamento del propio supervisor deben ser los mismos a los de las multas que puede imponer por violar el derecho comunitario. Y pide, por tanto, que se igualen al alza, desde 500.000 euros hasta el 10% del volumen de negocios anual o el doble del beneficio obtenido con la infracción.

Los ‘hombres de negro’ podrán hacer inspecciones sorpresa a las sedes

El BCE también quiere más plazo para decidir castigos. “Puesto que las investigaciones de supuestas infracciones en materia supervisora son más complejas, la facultad de imponer y ejecutar sanciones administrativas en esa materia debe someterse a plazos más largos que los establecidos respecto de (...) funciones distintas de la supervisión”, apunta.

Por otra parte, con la entrada en vigor del MUS, el BCE también podrá vetar las operaciones de compra. La autoridad nacional evaluará que dicha “participación cualificada en una entidad de crédito” cumple con las condiciones de la legislación del país y presentará al BCE “el proyecto de decisión para que se oponga o no se oponga a la adquisición al menos 15 días hábiles antes de que expire el plazo de evaluación”.

En cuanto a los responsables de los bancos, la normativa deja en manos del BCE su visto bueno. "Para evaluar la idoneidad de los directivos de entidades supervisadas significativas, el BCE gozará de las competencias de supervisión atribuidas a las autoridades competentes con arreglo a la legislación nacional y de la Unión aplicable", señala el reglamento.Además, habrá una "revisión continua".

El BCE dará el visto buena a la toma de participaciones significativas en entidades

Aunque las entidades consideradas “significativas” —por volumen de activos, importancia para la economía del país miembros o sus operaciones transfronterizas— quedarán bajo supervisión más estrecha del BCE, los países también tendrán la obligación de informar al banco que preside Mario Draghi “cuando la situación de una entidad supervisada menos significativa se deteriore de forma rápida y significativa, especialmente si dicho deterioro pudiera traducirse en una solicitud de asistencia financiera directa o indirecta” del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE).

El BCE también organizará una unidad de investigación independiente con miembros designados por este que no podrán participar ni haber participado en los dos años anteriores a esta actividad en la supervisión de la entidad que se ha empezado a investigar. Este equipo podrá convocar a los responsables del banco en estudio a una audiencia oral de carácter privado.

También habrá equipos de inspección del BCE in situ, como los hay actualmente por parte de las autoridades nacionales. Habitualmente el órgano con sede en Fráncfort informará de estas inspecciones a las autoridades al menos una semana antes de que se produzca la visita a la entidad financiera. Sin embargo, “cuando así lo requieran la correcta ejecución y la eficacia de la inspección”, se producirán esas visitas por sorpresa, “sin notificación previa a la entidad supervisada”. Y en estos casos, el BCE se cura en salud para evitar fugas de información y deja claro que la autoridad nacional “será informada tan pronto como sea posible antes de que comience la inspección”.

El Santander reclama al supervisor que unifique las reglas de juego en la eurozona

A. M.

El Banco Central Europeo (BCE) ha recibido toda una batería de consultas y propuestas por parte de bancos centrales, gobiernos, organizaciones bancarias, entidades e incluso particulares tras la publicación del borrador del reglamento del nuevo Mecanismo Único de Supervisión (MUS) el pasado 7 de febrero. Entre los 36 comentarios recibidos están presentes las patronales de los principales países (Alemania, Francia, Italia, Portugal...), pero llama la atención la ausencia de la Asociación Española de Banca (AEB), que no ha aportado documento alguno, de acuerdo con la lista que publica el BCE.

El único comentario procedente de España corresponde al Banco Santander, que expresa al BCE su “preocupación” por el hecho de que el nuevo supervisor único deba asegurar el cumplimiento de 18 regímenes nacionales diferentes. “Vemos recomendable que el MUS desarrolle una estrategia de medio plazo para impulsar una convergencia regulatoria haciendo uso de los instrumentos a su disposición: cooperar con la Autoridad Bancaria Europea para diseñar las directrices, las decisiones Pillar 2 [proceso de revisión supervisora de Basilea II], mejorar la divulgación de los criterios nacionales...”.

Para el Santander, el MUS será un buen vehículo para lograr “unas mismas reglas de juego” entre los bancos de la zona euro “pero la existencia de criterios nacionales podría bloquear ese proceso”. El banco que preside Emilio Botín también advierte de que tiene la misma inquietud respecto a las normas de contabilidad, que aún son divergentes, y sobre las que el mecanismo de supervisión único no tendrá competencia.

El Santander también muestra interés por que el BCE se asegure de mantener convenios de supervisión con otros países no europeos.

El primer banco español también pregunta respecto al informe con el historial y perfil de riesgo de las entidades que los bancos centrales de cada país deben remitir al MUS el próximo 4 de agosto. “Creemos que debe asegurar la consistencia entre este informe y una valoración completa”, dice. Además, el Santander apunta que “no está claro si las instituciones tendrán acceso a los contenidos de este informe”, algo que considera “conveniente, especialmente si contiene alguna información que aún no se ha reunido en las primeras fases de los exámenes (como el análisis de la calidad de activos)”.

Hay otro elemento de carácter más práctico que también preocupa al banco con relación al uso del inglés como lengua vehicular para las instituciones significativas. El banco pide que se clarifique qué tipo de documentos quedarán afectados por este acuerdo y deberán ser traducidos al inglés y advierte de que hacerlo con los documentos de “terceras partes” podría resultar costoso y, además, facilitar estas traducciones de carácter no oficial podría conllevar problemas legales.

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Sobre la firma

Amanda Mars
Directora de CincoDías y subdirectora de información económica de El País. Ligada a El País desde 2006, empezó en la delegación de Barcelona y fue redactora y subjefa de la sección de Economía en Madrid, así como corresponsal en Nueva York y Washington (2015-2022). Antes, trabajó en La Gaceta de los Negocios y en la agencia Europa Press

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