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Una investigación policial muy cuestionada

Javier Martín-Arroyo

Tras la sorprendente imputación de los tres mandos policiales un año después de haberse descubierto el robo de la droga en 2008, numerosos agentes de la Jefatura apuntaron a que los mandos habían sido cabezas de turco ante la alarmante falta de seguridad que sufrían los calabozos. "Como el jefe superior era un mando con demasiado cariz político, ellos pagaron el pato", recuerdan fuentes del caso.

Entonces careció de importancia que los indicios fueran débiles y la colaboración prestada por los policías para poder detener al supuesto autor del robo, que había pertenecido a la Udyco. En los últimos años, los métodos de investigación de la unidad de Asuntos Internos han sido censurado en múltiples ocasiones. Entre las últimas figura la anulación del Tribunal Supremo de la condena a prisión de dos mandos de la Udyco de la Costa del Sol porque las pruebas presentadas contra ellos estaban viciadas desde el principio.

El último escrito presentado ante la juez por la defensa de los tres mandos de la policía de Sevilla, desbarata con crudeza la tesis de Asuntos Internos para demostrar la culpabilidad de los agentes. "Después de más de nueve meses de tener intervenidos los teléfonos, solo se ha extractado un par de conversaciones, de contenido absolutamente ambiguo e interpretación que pudiera pensarse maliciosa".

Los investigadores estimaron que la aparición de los perfiles genéticos de los agentes suponían un indicio en su contra, a pesar de que como jefes de grupo debían extraer muestras de los alijos para su análisis de pureza. Asuntos Internos denunció ante la juez que los imputados les habían remitido "notas informativas" con datos inexactos, pero nunca aclararon el contenido de las mismas para incorporarlo al sumario.

Los policías resaltan cómo Asuntos Internos no comprobó si la obstrucción de la cerradura de los calabozos "era real", y tampoco encontraron cuatro juegos de llaves tras un año de investigación. La comprobación solo llegó tras una visita de la juez y el fiscal a las dependencias policiales, donde estos comprobaron asombrados cómo todos los agentes podían coger las llaves para acceder a la droga.

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Sobre la firma

Javier Martín-Arroyo
Es redactor especializado en temas sociales (medio ambiente, educación y sanidad). Comenzó en EL PAÍS en 2006 como corresponsal en Marbella y Granada, y más tarde en Sevilla cubrió información de tribunales. Antes trabajó en Cadena Ser y en la promoción cinematográfica. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y máster de EL PAÍS.
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