Menos salario y más prestigio
Llegados de la empresa privada, muchos altos cargos renuncian a elevados sueldos
El flautista hizo sonar su música, pero a su llamada acudió bastante menos gente de la que esperaba. Así se ha sentido en las últimas semanas Mariano Rajoy, como un moderno flautista de Hamelín cuya música apenas seduce. "Ha tenido problemas, más de los esperados, a la hora de completar su dibujo de Gobierno", revela una fuente conocedora de este proceso. Por dos razones. La tardanza en nombrar ministros -quienes se encargan a su vez de designar a los secretarios de Estado, subsecretarios y directores generales- y una "oferta" poco interesante.
Y es que, ¿cambiaría usted unos ingresos de más de 300.000 euros al año por solo 70.000 con el añadido de estar sometido a la crítica y al escrutinio público constante en un país de camino a la recesión? No suena muy atractivo. Este es el cambio de cromos que ha hecho, por ejemplo, Luis de Guindos, el nuevo ministro de Economía y Competitividad. De Guindos era consejero de Endesa, donde cobraba más de 220.000 euros (retribución fija, variable y dietas) según los últimos datos disponibles, de 2010. También era consejero del Banco Mare Nostrum, donde percibía 65.000 euros y, además, era director del Centro de Investigación del Sector Financiero de PricewaterhouseCoopers (PwC) e IE Business School y pertenecía al consejo de Unedisa, editora de El Mundo. Hagan cuentas.
Luis de Guindos deja un sueldo de más de 300.000 euros por los 70.000 que gana como ministro
Pero incluso peor le irá, en lo financiero, claro, a Jaime Pérez Renovales, nuevo subsecretario de la Presidencia, quien deja la dirección de la asesoría jurídica del Banco Santander y la vicesecretaria del consejo de la entidad. El banco no desgrana en su informe anual su salario, pero estaba incluido en un grupo de 22 directivos que cobrron de media 66 millones de euros en 2010, aunque fuentes del mercado señalan que su retribución estaría algo por debajo del millón de euros. Por si se lo están preguntando, un subsecretario gana unos 64.000 euros.
Otro puntal del nuevo equipo económico, Miguel Ferré, actual secretario de Estado de Hacienda, ha dejado de ser socio de fiscalidad internacional de PwC, una posición que se suele valorar en más de 200.000 euros. Mal pagado tampoco debía de estar Pedro Morenés (ministro de Defensa), director de la filial española de la compañía europea de misiles MDBA y de Segur Ibérica, que presta servicios de seguridad a los atuneros españoles que faenan en el Índico. Y cabe suponer lo mismo de las retribuciones de Pedro Argüelles (secretario de Estado de Defensa), quien deja la presidencia de Boeing España y Portugal y la vicepresidencia de Boeing Internacional.
Entonces, ¿por qué cambian? ¿Es solo por un sentido de compromiso con el país en un tiempo crítico o hay que buscar otras explicaciones? Mariló Dancausa, consejera delegada de
Bankinter, apunta, en primer lugar, a ese sentimiento público. "Las personas que renuncian a brillantes carreras profesionales, con retribuciones altas y muy pocas incertidumbres sobre su futuro, para incorporarse a la función pública lo hacen, por regla general, por una sincera vocación de servicio a los demás, por poner su experiencia, su talento y su capacidad a disposición de la sociedad en la que viven. Y además suelen ser un eficaz antídoto contra la peor lacra que padecemos: la corrupción". Así que, "bienvenidas sean todas las personas que, sin necesitarlo, dan un generoso paso al frente para servir en la función pública", cierra Dancausa.
Aunque también hay otras miradas sobre el mismo tema. "El servicio público es una vía para dejar huella en la sociedad y aporta una visibilidad muy atractiva", reflexiona Diego Sánchez de León, socio de Talento y Personas de Accenture. Aun así, ¿tanto compensa dejarse ver cuando del cielo llueven clavos? "En España, la situación de dificultad genera un sentimiento de reto en algunas personas que están en el sector privado. Ese deseo de ser recordado como alguien que ha participado en una gesta heroica", apunta Francisco José Fernández, socio responsable de proyectos de consultoría de organización y procesos de Everis.
Desde luego, oportunidades para sentirse como el Cid no les faltarán. Pero también, de fondo, subyace una reivindicación de eso que los romanos llamaban res publica (la cosa pública) y que tan denostada ha estado en los últimos años. En Estados Unidos, por ejemplo, haber sido oficial del Ejército es un añadido a la hora de que una empresa privada contrate a un trabajador, pues a estos profesionales se les supone conocimientos técnicos, disciplina, orden y capacidad de sacrificio. Cualidades que parecen hacer bastante falta.
"El ADN de muchos de estos nuevos cargos viene marcado por lo público, ya que o son funcionarios de carrera o han ocupado puestos relevantes en la Administración", dice Alberto Bocchieri, socio de la firma de cazatalentos Pedersen & Partners. De hecho, Pedro Argüelles fue (1996-2000) director de gabinete con Eduardo Serra (entonces ministro de Defensa) cuando Pedro Morenés era su número dos (secretario de Estado), e Íñigo Fernández de Mesa (actual secretario general del Tesoro y Política Financiera) trabajó (1994-2004) como subdirector general del Tesoro para pasar en 2007 a Lehman Brothers y un año después a
Barclays. Morenés comparte con De Guindos haber sido secretarios de Estado con Aznar en la misma cartera que ahora capitanean. Todo ello sin olvidar a Cristóbal Montoro, ministro de Hacienda con Rajoy y con el propio Aznar.
Prietas las filas, los nuevos fichajes han optado por la lealtad, pero no a Mariano Rajoy o su programa político, sino, sobre todo, a sus antiguos jefes o amigos en la empresa privada, que han descolgado el teléfono para hacer una llamada a la que no han podido negarse. "En muchos casos incluso renunciando a una retribución elevada en el mundo de la empresa con tal de seguir formando parte de un equipo con el que han venido colaborando", sostiene Julio Gómez-Pomar, director del centro de innovación del sector público de PwC y el IE. "También hay mucha gente que es joven, de unos 40 años [como Álvaro Nadal, director de la Oficina Económica de Moncloa], para quienes ocupar altos puestos en la Administración encaja, en términos de currículo, con su futuro profesional al finalizar su etapa política".
Sin embargo, a este escenario "de todos a una" también acuden las dudas. ¿Serán estos nuevos nombramientos inmunes a las presiones que sin duda ejercerán los lobbies empresariales de los antiguos sectores donde han trabajado? "Si se cumplen los procedimientos legales garantistas y no se saltan los pasos, es muy difícil que se hagan cosas fraudulentas. El problema es que a veces estos procedimientos no se cumplen", analiza José Ramón Pin, profesor del IESE y exdiputado. O, como bien argumenta Ramón Aragón, director de relaciones externas de la escuela de negocios ESCP Europe, "tiene que haber murallas chinas que impidan la connivencia con algunos intereses".
Suponiendo que esta estanqueidad será un hecho, el Gobierno, ya sea de tecnócratas o de políticos, hay que valorarlo no por lo que recorta (o "reforma", según terminología acuñada por Montoro), sino por lo que crea, ya sean puestos de trabajo, riqueza o, sencillamente, esperanzas. Esta es, sin duda, la vara con la que la sociedad los medirá los próximos cuatro años. Entonces, los sueldos serán mera anécdota.
Tecnócratas 'made in' Goldmad Sachs
Muchos recordarán a Alessio Rastani, un trader independiente de origen indio de lenguaraz conversación quien aseguraba hace unos meses estar haciéndose millonario mientras las bolsas se desplomaban y que eran realmente los bancos de inversión, con Goldman Sachs como gran estandarte, quienes regían el mundo. Al final se demostró que más que broker era un mero aficionado en busca de sus cinco minutos de gloria financiera. Pero en algo acertó. En el peso de Goldman Sachs y en la oleada de tecnócratas y exfinancieros que han impuesto los tiempos. Corrado Passera deja su puesto como consejero delegado del Banco Intesa San Paolo, y casi cuatro millones de euros anuales, para ser ministro de Desarrollo Económico de Italia; Mario Draghi, exvicepresidente de Goldman Sachs Internacional, preside el Banco Central Europeo; Mario Monti, primer ministro de Italia, ha sido desde 2005 asesor de Goldman Sachs, y el portugués Antonio Borges, quien fuera managing director también de Goldman Sachs Internacional, era el responsable hasta noviembre pasado del FMI en Europa. No es extraño que algunos digan que el banco de inversión americano gobierna el mundo. -
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