El restaurante perfecto
Decálogo de interiorismo, por Tarruella y Picado-De Blas
Dos de los más destacados interioristas españoles, Sandra Tarruella (Tragaluz, Can Jubany) y el equipo de arquitectos Picado-De Blas (La Broche, Tondeluna), elaboran un decálogo de los profesionales para conseguir el restaurante perfecto.
» 01 Sonido
Básico: estudio de insonorización y absorbentes acústicos. ¡Y que no moleste el volumen, si es que tiene que haber música!
» 02 Luz
Aprovechar al máximo la natural, abrir ventanas, de lado a lado, si se puede. Y combinarla con luz indirecta, pantallas bajas... Ojo con las bombillas led, muy frías. Y, por favor, nada de luces cambiantes de color.
» 03 Mobiliario
Seleccionar mesas y sillas, manteles, vajilla... ¡y hasta el vestuario! Lo peor es el mal diseño, la pretenciosidad, la imitación.
» 04 Entrada
Cuidar al cliente desde el inicio, que el lugar se relacione con la calle e invite a entrar.
» 05 Cocina
La tendencia es dejar la cocina a la vista. Enseñar la preparación le da dinamismo, aunque no tiene por qué ser el centro de atención.
» 06 Materiales
Son el carné de identidad, y se tiene que ver de dónde vienen: que todo sea lo más noble posible. Que el plástico parezca plástico, digno, que no simule otra cosa. En todo caso, materiales sostenibles: maderas certificadas o planchas multilaminadas. Y ser monomatérico es como ser monocromático: nunca te vas a equivocar.
» 07 Vistas
Potenciarlas, si están bien (como la terraza de The Americano, en Manhattan...), y, si no, dirigir la mirada hacia dentro, tal vez un patio, un jardín.
» 08 Altura
Si no se cuenta con una sala alta como la de Olsen, en Buenos Aires, trabajar los techos con soluciones que eviten que el cliente se sienta encerrado.
» 09 Distribución
Diferenciar ambientes: con desniveles, una barra, una chimenea, biombos o vidrio translúcido, que dan amplitud e intimidad. Siempre fraccionar el espacio: no puedes meter a 100 personas en 200 metros como en un comedor de colegio. Deben sentirse recogidas.
» 10 Coherencia
La armonía ha de primar. No requiere lo mismo un chiringuito que el restaurante Lhardy, del siglo XIX. No hay un paradigma cerrado del establecimiento perfecto, sino muchos caminos. Lo importante es que el resultado sea cómodo.
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