La maestra sin manual
El Ministerio de Educación premia a una profesora de Curtis por usar la prensa diaria para acercar las destrezas básicas a sus alumnos de cuatro años
El premio reconoce toda una forma de entender la enseñanza. La maestra Gisela García Ron no cree en los libros de texto, menos aún cuando los alumnos son niños pequeños que comienzan a leer, escribir y contar, como los suyos del CEIP de Curtis. Cuando llegó a esta escuela rural, donde tiene plaza fija desde el curso pasado, diseñó A arte e a imaxe a través da prensa, un proyecto para reemplazar el socorrido manual, casi idéntico entre escuelas, por un método más flexible y adaptado al centro. Lo hizo usando la prensa diaria y sus personajes de carne y hueso, de comportamientos no siempre irreprochables, con el objetivo de que los niños aprendan "en contacto con su entorno". El programa, que le sirve a la maestra para enseñar las destrezas básicas, pone el énfasis en las noticias sobre el mundo del arte. Los niños de cuatro años que aprenden con García Ron conocen la vida y la obra de Picasso, Seoane, Van Gogh, Dalí o María Antonia Dans -que además fue su vecina de Curtis- y además, sostiene, aprenden a leer y a escribir "más rápido" y están "más motivados".
"La escuela tiene que estar en contacto con lo que sucede fuera"
García Ron agradece que se reconozca el valor de los colegios del rural
El atrevimiento le ha valido a esta joven maestra el primer galardón nacional para el fomento de la lectura de prensa, que convoca cada año el Ministerio de Educación y Cultura. En el reparto de premios, por el que García Ron recibirá 8.000 euros, se reconoce además la labor otros dos proyectos de centros gallegos: Manuel Gil, profesor en el IES Valle-Inclán de Pontevedra, recibió un segundo premio y los IES Campo de San Alberto de Noia y Gregorio Fernández de Sarria, sendas menciones honoríficas. Todos ellos tienen algo en común: desarrollan proyectos de enseñanza novedosos valiéndose de una herramienta cotidiana como la prensa. "Me parece muy importante que el niño conozca su entorno social y cultural. La escuela tiene que estar abierta al exterior, en contacto con lo que sucede fuera", defiende García Ron, una de las pocas profesoras de Galicia que da sus clases íntegramente con proyectos propios, sin libros. En los últimos años, las autoridades educativas han reconocido la validez de estos métodos e incluso los fomentan con este tipo de premios, pero todavía son una excepción los que se animan a ponerlos en práctica, tanto pesa el hábito de la tradicional unidad didáctica, marcada por el manual de turno. "La mayoría está habituada a los libros de texto, pero mis compañeros me apoyan y hay algunos maestros de mi centro que están empezando", cuenta.
Tiene 20 alumnos en clase y para todos es el segundo curso en el que trabajan con los periódicos. La maestra escoge un personaje de interés y los alumnos acuden a los periódicos -o incluso a las olvidadas enciclopedias- en busca de información. Con la ayuda de la profesora, desgranan los titulares, aunque más que el sentido -que también le importa mucho a García Ron, enemiga de las frases descontextualizadas de los métodos de lectura- estudian las letras que lo conforman. Pero antes que nada, a los pequeños se les enseña la función de cada parte del diario, desde la mancheta a las fotografías. "La finalidad no es que un niño de cuatro años coja un periódico y se lo lea de arriba abajo, sino que entienda para qué sirve", explica García Ron, especialista en educación infantil. La maestra defiende que el aprendizaje de la escritura funcional, vinculada al uso de un medio de comunicación, adelanta el dominio de esta destreza básica porque la hace útil a los ojos del alumno. "El niño necesita leer porque quiere entender el periódico. Se interesa por realidades cercanas o lejanas y ve que las cosas que aprende en clase suceden así en el mundo real. El niño reacciona así cuando ve que lo que aprende en clase tiene sentido". El idioma vehicular es el gallego, la lengua materna de los chavales.
Aunque no es la primera vez que García Ron prescinde del manual para su trabajo, nunca antes se había presentando a un concurso de este tipo. Lo que más le ha gustado del reconocimiento es que se valore el esfuerzo de un colegio del rural y de los maestros que como ella se dedican a la educación de los niños menores de seis años, precisamente en un momento de recortes, que este curso ya se han traducido en un millar de profesores menos en las aulas. "A veces se piensa que es más un lugar de cuidado que de aprendizaje, y no es así. Hay habilidades que se tienen que desarrollar en estas edades, y es más fácil si se hace con interés", insiste la maestra, que mira con desconfianza esos manuales "pensados siempre para tener una única respuesta correcta".
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