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Columna
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El modelo en el banquillo

Fue su modelo. Uno de ellos, porque cambia según sople el viento. El político a imitar. Lo ponía como ejemplo de eficacia. Hoy, está sentado en el banquillo. Nueve personas decidirán en unos días si es o no un delincuente.

Javier Arenas, aspirante a la presidencia de la Junta de Andalucía desde hace 17 años, veía en Francisco Camps un guía político a seguir. Antes lo había sido Jaume Matas, cuando presidía Baleares.

Hoy, uno y otro han topado con la justicia. Camps está siendo juzgado estos días. A Matas le aguardan una veintena de juicios por distintas causas derivadas del caso Palma Arena, un monumental escándalo de corrupción, en el que también se ve envuelto el yerno del rey Juan Carlos, Iñaki Urdangarín. ¡Qué casualidad! Con quien más negocios hacía el yerno del Rey era precisamente con Camps y Matas.

Eran otros tiempos, con un Rajoy -entonces en la oposición- que se solazaba junto a Matas navegando por el Mediterráneo en el yate del presidente de Sol Meliá, Gabriel Escarrer.

A Camps, Javier Arenas lo defendió hasta el último minuto, incluso cuando su partido le obligó a dimitir en julio, dejándolo a los pies de la justicia. "Ha vuelto a demostrar que es una persona honorable", comentó entonces el dirigente andaluz. Estos días vemos en el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana hasta dónde llegaba esa honorabilidad.

Un año antes, en marzo, el mismo Arenas justificaba el sustancioso sueldo de 5.000 euros mensuales que el PP pagaba a Matas, al tiempo que un juez le imponía una fianza de tres millones de euros y el fiscal anunciaba una petición de ocho años de cárcel por un rosario de presuntos delitos de corrupción.

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Eso son amigos. Los que te defienden incluso cuando estás a punto de sentarte en el banquillo de los acusados, abrumado por una montaña de pruebas en tu contra. Claro que hay una explicación: Arenas admiraba el estilo de gobernar de Camps y Matas, a los que ponía de ejemplo. Hoy, su referencia, qué remedio, esos dos están fuera de juego, es María Dolores de Cospedal. Una persona sin mácula judicial alguna. Pero, eso sí, algo acaparadora: sigue cobrando dos sueldos, del partido y de la comunidad castellano-manchega que preside. Casi un cuarto de millón al año.

Pero, independientemente de los problemas judiciales de Camps o Matas, ¿estaban bien gobernadas sus comunidades? Echemos mano de un prestigioso periódico foráneo: el Financial Times. El rotativo conservador británico explicaba el mes pasado la crisis que sacude a España poniendo como ejemplo la Comunidad Valenciana, que "presenta muchos de los peores síntomas de la enfermedad que afecta a la economía española". Esos síntomas son el ladrillo, que ha mandado al paro a uno de cada cuatro valencianos y dejado en la ruina a dos entidades financieras, la CAM y el Banco de Valencia. Y, como recuerda el periódico británico, era el PP quien gobierna en esa comunidad desde 1995. O sea, concluye el rotativo, un gobierno del PP no es sinónimo de éxito en la gestión de la crisis.

Ese modelo es el que pretende implantar en Andalucía Javier Arenas, si a la cuarta consigue la presidencia de la Junta. Un modelo neoliberal, que privatiza servicios públicos, como se ha hecho con algunos hospitales en Valencia, con unos resultados deplorables: Valencia gasta más en farmacia, invierte menos en atención primaria y paga más tarde a los proveedores que Andalucía, por ejemplo.

Los modelos le han fallado a Arenas. En lo personal y en lo político. Incluso aunque Camps y Matas fueran absueltos, que todo entra dentro de lo posible. Porque, como ha recordado el padre de la Constitución Gregorio Peces Barba, a propósito de Undargarín, una cosa es la legalidad y otra la ejemplaridad, que siempre debe estar "por encima de la ley". Y ni Camps ni Matas son ejemplares.

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