Nadie quiere a Paris
Lo que se conoce en ingeniería informática como "el problema Paris Hilton" no tiene nada que ver con las metafísicas dudas que sobrevienen cuando no se sabe cómo combinar ese novio con esos zapatos. No. Se refiere al intento por lograr que los buscadores de Internet disciernan cuando el usuario teclea "Paris Hilton" si lo que quiere es lo último sobre la rica heredera o tan solo una habitación en el hotel de la cadena en la capital gala. En 2007, cuando Google regurgitaba 68 millones de páginas al introducir esa búsqueda, los que planificaban un fin de semana en París se hallaban en clara minoría. Hoy esa minoría ha sido sustituida por quienes aún quieren saber algo sobre esta mujer.
El último reality de esta celebridad de 30 años, The world according to Paris (El mundo según Paris), tuvo en su estreno el pasado mayo una audiencia de solo 400.000 espectadores, una cifra ridícula si la comparamos con los 13 millones que siguieron en 2003 el alumbramiento de The simple life (La vida sencilla). El pasado 20 de septiembre, Paris concluía su condena por posesión de cocaína. Un juez de Las Vegas la condenó a un año de libertad condicional, una multa de 2.000 dólares y 200 horas de servicios a la comunidad. Durante este año, Hilton ha pasado de trueno mediático a brisa inocua.
Llegó a ser tan famosa que Associated Press, a modo de experimento, decidió pasar una semana entera sin informar de ella. El Libro Guinness de los récords creó una entrada diseñada a su medida: celebridad más sobrevalorada del planeta. En 2008, último año oficial de su reinado, la MTV le regaló un reality en el que la heredera debía buscar, entre una pléyade de aspirantes, a su mejor amigo. De ese programa provienen sus últimas grandes frases: "Mi mejor amigo debe tener aspecto cachondo, sea cual sea la circunstancia". De cualquier modo, el éxito del programa no se hallaba en el perfil de su protagonista, sino en la constatación de que, tras más de un lustro de omnipresencia mediática, sus enseñanzas habían calado hondo. "Paris debe escogerme como mejor amiga porque poseemos la misma estructura ósea", declaraba una de las aspirantes.
La fría respuesta ante su último reality ha venido acompañada de una serie de aventuras de perfil bajo, que advierten sobre un agotamiento de la marca Paris Hilton. Años atrás celebrada como modelo a seguir por todos aquellos que quisieran convertirse a sí mismos en empresa rentable, la heredera parece haber sido expulsada a la periferia de los centros de poder del famoseo. Puso su nombre y su escote a un equipo del mundial de motociclismo patrocinado junto a la marca de ocio nocturno madrileña SupermartXé. Ella, que en 2007 podría haber convencido a Ferrari de abandonar el rojo en favor del rosa, se veía ahora adosada a una escudería de 125 cc. Amenazó también con emprender el negocio inmobiliario que tan buenos resultados había dado a su estirpe y terminó como consejera de un resort en Filipinas.
Este pasado verano, durante una entrevista con la rubia en su mansión de Hollywood, un periodista de la cadena estadounidense ABC sugirió que Hilton tal vez no tenía el mismo éxito que antaño. Indignada, la celebridad abandonó el plató. Incluso uno de sus mayores aportes a las normas de estilo de la pasada década, el perro-bolso (término con el que la heredera describía los canes que caben en un Louis Vuitton de 1.000 euros) corre peligro. Durante 2010, 400 perros de estas características llegaron a las perreras del Reino Unido. La cifra significa un aumento de un 44% con respecto al año anterior.
Las razones del declive de la marca Paris Hilton tienen que ver tanto con su incapacidad para definir un perfil sólido de sí misma como para adaptarse a los nuevos tiempos. Y es que, en todo estos años, Hilton no ha cambiado siquiera de peinado y su anuncio de contratar a David Guetta para que la convierta en la mejor dj del planeta no hace más que advertirnos sobre lo lenta y cruel que se adivina su decadencia. Adicta a ser ella misma, la heredera insiste en repetir una y otra vez lo que cree que la gente sigue esperando de su biografía, cuando tal vez ya no se espera nada más de un personaje mediático totalmente amortizado.
El asalto a los pijos
Entre octubre de 2008 y agosto de 2009, una banda de adolescentes, bautizada como Bling Ring, se dedicó a desvalijar las casas de las celebridades en Beverly Hills. Rachel Bilson, Orlando Bloom, Lindsay Lohan o Megan Fox fueron algunas de sus más insignes víctimas. Lo afanado en casa de Bilson no les gustó demasiado, así que lo vendieron sobre una acera de Venice Beach, mientras que durante el robo en la residencia de Orlando Bloom uno de los seis miembros de la banda iba tan borracho que terminó vomitando y orinando en el jardín. Pero, como no podía ser de otra manera, la celebridad que más padeció su embiste fue Paris Hilton. En la primera visita a su mansión descubrieron que la rica heredera no se molestaba ni en cerrar la puerta. Volvieron cuatro veces más y, según su propio testimonio, encontraron cocaína. No fue hasta la quinta visita, cuando sustrajeron joyas por valor de dos millones de dólares, que Paris presentó una denuncia. Los seis miembros fueron detenidos y acusados de robo, posesión de armas y consumo de estupefacientes. En total, se les atribuye más de tres millones de dólares sustraídos en joyas, obras de arte y relojes. El pasado 26 de septiembre se estrenó en EE UU un telefilme dando cuenta del caso. Una de las asaltantes, Alexis Neiers (en la foto), tuvo un 'reality' propio antes de ingresar un mes en prisión y planea lanzar su propia marca de ropa. Muy Paris todo.
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