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Rubalcaba cree haber cerrado sus listas con escasas tensiones territoriales

Blanco admite un "mínimo desacuerdo" en Madrid, donde impuso cambios

Anabel Díez

A partir del 20 de noviembre, el candidato del PSOE a la presidencia del Gobierno, Alfredo Pérez Rubalcaba, se encontrará con un equipo parlamentario "en torno a cincuenta diputados muy sólidos y todoterreno de los que ya conoce sus capacidades, aunque puede haber muchos más", según fuentes de su entorno. Este era el objetivo del candidato cuando comenzó el proceso de elaboración de listas al Congreso y al Senado, que culminó el pasado sábado con su ratificación con 174 votos a favor y 14 abstenciones. El segundo objetivo dicen en su entorno que también lo ha conseguido y que lo demuestra la votación: no provocar tensiones en las organizaciones territoriales que hubieran dejado heridas del todo inconvenientes en una etapa de graves dificultades para los socialistas.

Fernández-Vara aboga por un congreso si hay una debacle electoral

Esto se traduce en que Rubalcaba solo ha dado las batallas que "razonablemente" podía dar ante los secretarios provinciales y regionales. Aunque lo cierto es que el trabajo lo ha hecho sobre todo el secretario de Organización, Marcelino Iglesias, que se ha fajado con los líderes territoriales. Primero, para conseguir que en las listas fueran siete mujeres más como números uno: de 12 en 2008 a 19 en la actualidad. Después, para tirar de algunos parlamentarios.

Ahora bien, Rubalcaba, Iglesias y José Blanco, vicesecretario general, no han dado batallas que sabían iban a perder o provocar rupturas. Una vez asegurado ese bloque compacto que el candidato socialista quería, se han respetado casi al cien por cien las decisiones de los barones territoriales.

Madrid, solo en el último momento y precisamente por cambiar el orden en una lista que había sido votada por unanimidad en el comité regional madrileño, fue motivo de fuerte tensión en la noche del pasado viernes. Una vez que en Ferraz movieron a la baja a un representante de Izquierda Socialista, Juan Antonio Barrio de Penagos, para que subiera del 13 al 11 Pedro Sánchez, colaborador de Rubalcaba, sobrevino el conflicto: el secretario general del PSM, Tomás Gómez, consideró impropio ese cambio por respeto al comité regional y por el compromiso que había adquirido con Izquierda Socialista. Ferraz se salió finalmente con la suya y Gómez y otros miembros del comité federal madrileños respondieron con la abstención. "En Madrid solo ha habido un mínimo desacuerdo", señaló José Blanco. "Nosotros defendimos la inclusión de Izquierda Socialista y por eso nos abstuvimos, pero ya está. Ahora nos vamos a dejar la piel en la campaña", aseguró, por su parte, Tomás Gómez.

Lo cierto es que Gómez aceptó "el derecho" de Rubalcaba de rodearse de su equipo y ese es el resultado de la lista de Madrid. En todo el proceso no se ha querido violentar a nadie, también con la vista puesta en el tiempo poselectoral y en las convulsiones que pueden producirse en el PSOE si las encuestas aciertan en sus pésimos vaticinios.

Algunos barones socialistas reconocen con toda naturalidad que si el resultado es pésimo habrá que hacer un congreso de forma inmediata. Así lo expresó ayer el secretario general de los socialistas extremeños, Guillermo Fernández Vara, en Los desayunos de TVE. Un congreso para elegir a un secretario general, claro está.

Alfredo Pérez Rubalcaba (a la derecha) habla con el ministro del Interior, Antonio Camacho, ayer en Valladolid.
Alfredo Pérez Rubalcaba (a la derecha) habla con el ministro del Interior, Antonio Camacho, ayer en Valladolid.NACHO GALLEGO (EFE)

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Sobre la firma

Anabel Díez
Es informadora política y parlamentaria en EL PAÍS desde hace tres décadas, con un paso previo en Radio El País. Es premio Carandell y Josefina Carabias a la cronista parlamentaria que otorgan el Senado y el Congreso, respectivamente. Es presidenta de Asociación de Periodistas Parlamentarios (APP).
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