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Análisis:ANÁLISIS
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Muerte por falta de convicción

Cuando Rita Barberá llegó a la alcaldía de Valencia, a inicios de los años noventa, convirtió la oferta temática que los ayuntamientos gobernados por los socialistas habían tejido, no sin polémica, alrededor de la concepción cultural del Mediterráneo en un puro desastre. El Encuentro de Intelectuales del Mediterráneo, simplemente, se olvidó; la Trobada de Música del Mediterrani, un festival de planteamientos similares a los del actual y exitoso certamen La Mar de Músicas, que se celebra en Cartagena, pasó a ofrecer actuaciones de Dova, Salomé, Francisco y Tony Artis, para perderse por el sumidero, y la Mostra de Cinema del Mediterrani, que en 1991, a modo de emblema, estrenó etapa con una película de Isabel Pantoja en la gala inaugural, sobrevivió en un estado de improvisación permanente solo porque servía de excusa para que desfilaran cada año por una alfombra roja sin argumento actores y actrices como Sofía Loren, Faye Dunaway, Ornella Mutti, Claudia Cardinale, Gerard Depardieu, Don Johnson o Andy García. Unas estrellas que Barberá recibía entre focos, con un protagonismo insólito en otros certámenes, aunque el festival a menudo no tuviera previsto, ya no un ciclo, sino la más mínima aproximación a sus trayectorias.

Valencia tenía fama de ciudad cinéfila gracias a una minoría que todavía acude a las salas
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Los recortes del PP en cultura acaban con la Mostra de Valencia

Valencia tenía fama de ciudad aficionada al cine. La tenía gracias a una minoría cinéfila de la que todavía quedan supervivientes entre los espectadores de las salas de proyección. En ese caldo de cultivo se puso en marcha una Mostra que siempre fue discutida en ambientes culturales y que fue combatida con virulencia desde la derecha local, que entendía que la bandera mediterránea desprendía tufo a izquierda y anticolonialismo. Cuando heredó una convocatoria que había tardado en ser reconocida como festival especializado por la Federación Internacional de Asociaciones de Productores de Filmes (FIAPF) porque no se centraba en un tema o un género sino en una procedencia geográfica, trató de convertirla en otra cosa que nadie sabía bien qué era. Lluís Fernández, el desaparecido Jorge Berlanga, José Antonio Escrivá o Salomón Castiel se han sucedido en la dirección, de crisis en crisis, con sus ocurrencias y sus intenciones sin lograr evitar que la Mostra languideciera hasta la agonía.

En Valencia, donde ahora se anuncia la suspensión del certamen, que iba a entrar en su 33ª edición, se celebra un festival, Cinema Jove, de pretensiones más modestas, que ha dejado todavía más en evidencia que la Mostra, en realidad, era un muerto viviente, de escasa repercusión mediática y falto por completo de convicción. La falta de convicción en las iniciativas culturales y deportivas es algo que caracteriza la política de grandes eventos que el PP ha promovido, sin mirar los gastos, en los años en que parecía que los valencianos atábamos los perros con longanizas. No importaba el contenido, solo la proyección, el chute de autoestima y el autobombo político que el espectáculo deparaba. La Mostra de Valencia, con el viejo lastre del Mediterráneo en su etiqueta, fue un precedente modesto del desvarío. Pero ya estaba condenada hacía tiempo por falta de convicción. Nadie se la creía.

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