El Nobel Kenzaburo Oe lidera la gran protesta antinuclear en Tokio
Decenas de miles de personas recorren la capital contra la energía atómica - Murakami y otros intelectuales agitan el viraje de Japón tras Fukushima
La sociedad japonesa, poco dada a protestas públicas, comienza a salir a la calle contra el desastre nuclear de Fukushima. Y lo hace con la agitación de intelectuales como Haruki Murakami o el premio Nobel de Literatura Kenzaburo Oe, que ayer lideró una protesta de miles de personas por el centro de Tokio. Los manifestantes, que se reunieron en el parque Meiji, en el corazón de la capital, corearon consignas contra la energía atómica y pidieron un cambio en la política energética para que no se repita un accidente como el que se desató tras el terremoto y posterior tsunami del 11 de marzo en la planta de Fukushima.
El escritor y premio Nobel de Literatura de 1994, Kenzaburo Oe, declarado activista antinuclear, repitió en la concentración -celebrada en un día festivo en Japón- su llamamiento por un mundo sin los riesgos de la energía atómica.
El escritor denuncia que se antepone "la fortaleza económica a todo lo demás"
El escritor publicó un artículo en el diario Mainichi en el que pide la dimisión de los responsables del accidente y subraya el trauma que ha supuesto para las familias que han tenido que abandonar sus hogares y su modo de vida. En el texto, Oe critica la apuesta atómica de Japón, por "anteponer la producción eléctrica y la fortaleza económica, por delante de todo lo demás", incluso de las generaciones futuras.
La policía estimó en 20.000 personas el número de participantes en la manifestación; los organizadores elevaron la cifra a más de 50.000. Estos números convertirían la concentración en el mayor acto antinuclear desde el accidente. A la marcha de ayer acudió también el músico Ryuichi Sakamoto.
La opinión pública japonesa, tradicionalmente pronuclear y poco dada a manifestarse en la calle contra su Gobierno, ha virado tras el accidente. En la protesta han tenido un papel relevante los intelectuales. También el conocido escritor Haruki Murakami, lanzó el pasado 9 de junio en Barcelona un encendido alegato antinuclear, y lamentó que sea precisamente el país que sufrió dos bombas atómicas el que vive ahora una catástrofe nuclear: "Los japoneses deberíamos haber renegado de la energía nuclear y no deberíamos habernos dejado guiar por el criterio fácil de la eficiencia".
En un discurso que pasó casi inadvertido en España pero que tuvo eco en el país asiático, dijo: Esta es la "segunda desgracia nuclear en la historia" de Japón, pero esta vez es diferente: "Nos lo hemos buscado nosotros mismos".
El tsunami que azotó el norte de Japón dejó decenas de miles de víctimas y el accidente nuclear de Fukushima, el más grave desde el de Chernóbil, obligó a desplazar a unas 100.000 personas en un área de hasta 40 kilómetros de la central. Mientras la eléctrica que opera la central, Tepco, aún intenta evitar fugas en los reactores afectados, muchos de aquellos vecinos siguen sin poder volver a sus casas.
Una encuesta de Associated Press realizada entre el 29 de julio y el 10 de agosto pasados mostró que el 55% de los japoneses quiere reducir el número de reactores nucleares mientras que el 35% quiere que siga igual. Antes de la catástrofe de Fukushima, solo el 28% de los japoneses estaba en contra de la energía nuclear, según una encuesta del diario Asahi. Entonces, la energía nuclear generaba el 30% de la electricidad del país, que aspiraba a llegar al 50%, y era uno de los pilares del Gobierno para potenciar la exportación de tecnología.
Ahora, más de seis meses después, los trabajos para controlar Fukushima avanzan. El nuevo Gobierno japonés quiere completar antes de que concluya 2011 la parada en frío de todos los reactores de la central nuclear de Fukushima, con lo que cumpliría de sobra con el calendario anunciado por Tepco.
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