Un chapuzón de lo más salvaje
La región de Madrid cuenta con seis zonas de baño natural
Es una de las sensaciones más placenteras que puede experimentar el cuerpo: pasar en un momento del calor cansino y pegajoso del verano al frescor de unas aguas cristalinas. Los madrileños que se han quedado en la ciudad guardando el castillo, atrapados en medio de la Península caldeada por el sol, sueñan con un chapuzón. Con el mar a más de 300 kilómetros la piscina parece el único refugio. Pero hay otras opciones, donde el agua no está atrapada entre azulejos.
La Comunidad de Madrid cuenta con seis zonas naturales de baño autorizadas en lagunas, arroyos y ríos de toda la región. Piscinas naturales en el valle de Lozoya, el río Alberche y en el gran Tajo, lagunas de alta montaña en la Pedriza, y la "costa de Madrid", como se conoce la ribera del embalse de San Juan. En todos los sitios el agua invita, con la fuerza de una sirena, a zambullirse para alejar el pesado calor de las tardes de agosto. Cuentan con aparcamientos e incluso con algún chiringuito. Y en ninguno cobran por bañarse.
- Las Presillas, Rascafría. En el valle tranquilo de Lozoya el río discurre debajo de majestuosos picos y en Las Presillas se detiene un rato para ofrecer unas piscinas naturales a los madrileños, sofocados por el calor. La pradera de hierba, salpicada de arboles, se cubre de familias y jóvenes jugando con pelotas o, simplemente, tomando el sol. Cuenta con servicios y un quiosco que sirve bocadillos y bebidas.
Es muy popular: un día de semana cualquiera se puede encontrar a más de cien personas. Los fines de semana el aparcamiento, que cuesta cinco euros, suele estar completo y la gente deja el coche donde puede en la carretera. Las mesas están cogidas muy pronto. La entrada está en la M-604, kilómetro 28,6, cerca del monasterio de El Paular.
- La Charca Verde, La Pedriza. Esta joya turquesa, enclavada entre rocas en el terreno accidentado del parque de La Pedriza, está en la sierra, a 50 kilómetros de Madrid. Para acceder a esta piscina natural hay que caminar. El aparcamiento más cercano, el último en la carretera, está a unos dos kilometros en pista forestal. Y si uno quiere venir los fines de semana es mejor madrugar. El parque tiene un aforo limitado de vehículos y se llena al poco de abrir, en torno a las ocho.
La Charca Verde atrae a una buena mezcla de personas. En un lado un montañero canoso se refresca después de una buena caminata. A la vera del aventurero, un grupo de jóvenes hace botellón. Y más abajo, familias con niños pequeños. En la parte superior se pueden encontrar otras pozas más pequeñas para disfrutar de un chapuzón con menos bullicio. Bajando la carretera desde el aparcamiento se encuentra una pequeña zona de bares. La entrada del parque está en el camino de la Pedriza, cerca del pueblo de Manzanares el Real.
- La Playa del Alberche. "¡Está mucho mejor esto que ir a la piscina municipal!", asegura Sara Álvarez, de 16 años, con sus pies dentro del agua del río Alberche. Al fondo, cinco amigos se sumergen en el sentido de la corriente en búsqueda de la chancla de uno de ellos, que se ha tragado el río. Sara se niega a meterse del todo, "Uf, el agua está muy fría", ríe.
Se puede llegar en coche y el aparcamiento cuesta dos euros. Sara y sus amigos vienen en autobús desde el pequeño pueblo de Cadalso de los Vidrios. "Está a unos 25 minutos de aquí", explica la chica. Junto a la playa se levanta un pequeño bosque de pinos donde hay unas mesas para preparar una comida campestre. Otra opción es el chiringuito donde preparan platos. Los niños pueden disfrutar construyendo castillos en la arena. La entrada está a 1 kilometro de Aldea de Fresno en la M-507.
- La Playa de Estremera. Si se baja tres kilómetros en la M-241 desde Estremera hasta el río Tajo se llega a una playa, donde el río discurre entre riberas frondosas. Es tal vez la menos conocida de las zonas de baño de la Comunidad de Madrid. Un portavoz del Ayuntamiento del municipio asegura que incluso los "fines de semana más populares" nunca llega a tener más de "media ocupación".
Hay carteles con ofertas que ofrecen todo tipo de deportes en al área, incluyendo voleibol, tiro con arco, una pista de bádminton. En el agua se puede alquilar un kayak o un waterball, una enorme pelota transparente en la que una persona puede entrar y flotar encima del agua. También hay un quiosco con un pequeño restaurante.
- Embalse de San Juan. Hay dos puntos en el pantano, enorme, donde uno se puede bañar, aunque están separados por 10 kilometros. Casi en la provincia de Ávila está Virgen de la Nueva, al final de la pequeña carretera, la M-957, en bastante mal estado, que se coge en San Martín de Valdeiglesias hasta la orilla. Después de comer en uno de los dos restaurantes con grandes terrazas, se baja entre los pinos a la playa grande. El sitio, de bosques de pinos y rocas, tiene un aspecto muy salvaje, aunque los kayaks que se pueden alquilar recuerdan que la civilización realmente está muy cerca.
Cerca de Pelayos de la Presa, al otro lado del embalse, se encuentra el embarcadero, donde los bañistas comparten el agua con yates, tanto de vela como motorizados. Hay muchas zonas de aparcamiento, y el último al que se llega por la carretera está supuestamente reservado para los bañistas. Toda la zona está repleta con restaurantes, quioscos, y bares. Se llega a Pelayos de la Presa y San Martín de Valdeiglesias por la M-501.
- Otros sitios. Además de las zonas naturales hay también piscinas privilegiadas por su ubicación que valen la pena descubrir. En Las Berceas, arriba del pueblo de Cercedilla, a 60 kilometros de la capital, las piscinas están en una pradera escondida en un bosque de pinos. Desde el agua, fría de montaña, solo se ven árboles, y la silueta de la cresta que une los picos de Alto de la Peñota y Montón de Arena. En el restaurante se preparan menús con platos suculentos. Vicente Redonda, que lleva el sitio, cuenta que las instalaciones con servicios y cambiadores "ganaron un premio internacional de arquitectura". La entrada cuesta 5 euros para adultos, 3,20 para niños.
Desde las aguas de Riosequillo, cerca de la A-1 en su paso por Buitrago, se ve una gran parte de la sierra norte. Está al lado del embalse del mismo nombre y depende de sus aguas. Con un largo de 250 metros, es de las piscinas más grandes de la región. Cuenta con quioscos, zonas de cambio de ropa e instalaciones deportivas. Cuesta 3,50 euros para adultos, dos euros para niños. Los fines de semana llega a estar muy llena.
Además de las zonas de baño autorizadas hay muchos lugares donde los intrépidos disfrutan de un baño salvaje. Algunos son conocidos, otros, son secretos. En el valle de Lozoya, a un par de kilómetros de un pequeño pueblo, hay un embalse, con aguas cristalinas. No aparece en ningún catálogo. Para los lugareños, sus aguas son las mejores. "Sales totalmente refrescado", cuenta una joven, el pelo aun mojado por el último chapuzón.
Precaución: un pantano no es una piscina
En la zonas de baño hay que extremar la precaución siempre. Además de los consejos que se aplican en cualquier piscina, como no entrar en el agua demasiado pronto después de comer y no quitarle el ojo a los más pequeños, es importante tener lo siguiente en mente:
En los pantanos puede haber corrientes y el agua no es tan plácida como parece. En el embalse de San Juan hace dos semanas los socorristas tuvieron que ayudar a 12 personas a salir del agua. El cuerpo no flota tanto en agua dulce como en el agua salada, lo que aumenta los riesgos en caso de incidente.
Es mejor llevar buenas sandalias o chanclas en todo momento: las superficies debajo del agua pueden ser agrestes y resbaladizas. En la Charca Verde hay zonas cerca del agua donde se resbala mucho.
En el agua fría el cuerpo se cansa antes. Hay que dejar de nadar antes de sentirse cansado.
En los ríos la fuerza del agua puede arrastrar objetos. También hay que tener cuidado si el agua proviene de un embalse, como en el río Alberche. Los niveles pueden subir muy rápido si deciden dejar escapar agua.
Menos sitios de baño
En España las zonas de baño tienen que estar incluídas en un catálogo, y las autoridades están obligados a medir la calidad de las aguas en cada sitio e informar al público sobre los resultados.
La Comunidad de Madrid actualmente cuenta con seis áreas autorizadas, un tercio de las que tenía a principios de los noventa, según un informe de Ecologistas en Acción, Aguas de Baño Continentales 2009-2010. La merma se debe, entre otras cosas, a que ahora no está autorizado bañarse en el río Manzanares en su paso por Colmenar Viejo, ni en el embalse de Vellon cerca de Guadalix de la Sierra.
Los ecologistas culpan en parte de esta reducción al deterio de agua, y sostiene que las autoridades consideran que es más fácil descatalogar una zona que mejorar el agua para que tenga una calidad suficientemente que permita el baño. La organización argumenta que en general los bañistas siguen usando los sitios tras la descatalogación, pero que ya no saben de la calidad de las aguas y "se pone en riesgo su salud".
El responsable del catálogo de zonas de baño en Madrid es la consejería de Sanidad de la Comunidad. Un portavoz asegura que su trabajo "está limitado a la aplicación de la ley vigente sobre la calidad del agua para el baño". En cuanto el agua no tiene la calidad suficiente hay que quitar el sitio del catálogo (el portavoz no dio una explicación de la desaparición de zonas de baño).
Los municipios que quieren que una zona se catalogue, pueden pedirlo a la consejería. Según el portavoz de Sanidad, la Comunidad no ha recibido ninguna petición en los últimos años. Ecologistas en Acción urge a los bañistas a que pidan la catalogación de zonas.
El informe de los ecologistas destaca que además de las 12 zonas descatalogadas desde 1994, hay 18 zonas más donde la gente suele bañarse pero que tampoco están en el catálogo, como el Río Jarama en Puebla de la Sierra y las pozas del Tajo en su paso por Aranjuez. No es de sorprender: La región cuenta con ocho ríos de tamaño mayor, un sinfín de arroyos, además de muchos embalses. Pero la Comunidad insiste en que está prohibido bañarse fuera de las seis zonas autorizadas.
La Guardia Civil es la encargada de proteger las zonas naturales. Un portavoz confirma que en principio puede caer "una multa de 300 euros o más" por bañarse en una zona no autorizada. La multa dependerá de las circunstancias (por ejemplo, que el agua sea apto para consumo humano). Asegura que al final los guardias "aplican el sentido común" y que "no se ponen agentes a vigilar si alguien se da un chapuzón en una poza en la sierra".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.