"Es más importante el respeto del público que el de todos los críticos"
Los dos saben lo que es una crítica sin contemplaciones, de las que no se olvidan. Michael Bolton las colecciona: "Baladista empalagoso", "demasiada laca para los oídos" o "cantante que parece que tiene una hernia", como dijo el veterano compositor Irving Gordon, famoso por colaborar con Nat King Cole o Bing Crosby. Kenny G no se queda atrás: "bufón real del saxo", "emperador de la música para ascensores" o "barón del aburrimiento". Pero a los dos les da igual lo que digan. Ambos se han atrevido a versionar clásicos incontestables -Bolton a Frank Sinatra y Kenny G a Louis Armstrong- mientras han conocido lo que no conocen todos: el éxito o, mejor dicho, el superéxito. Porque los dos han vendido millones de discos con cifras propias de los Beatles o Michael Jackson, y también han recibido críticas favorables de gente importante. Kenny G también es famoso por ser el saxofonista favorito de Bill Clinton.
Kenny G: "¿De qué vale que lea una crítica mala y me venga abajo?"
"Internet ha cambiado todo, las cosas están peor", según Bolton
Amigos desde hace más de 20 años, cantante y saxofonista compartieron ayer escenario en las Noches Mágicas de La Granja. No suele ser normal que concedan una entrevista conjunta pero sacaron un rato en el tranquilo parador en el que se hospedaban, dando la sensación de que, más allá de compartir penas y alegrías artísticas, parecen hechos el uno para el otro.
Pregunta. A pesar del éxito comercial, ¿no les preocupa que la crítica especializada les tenga en tan baja estima?
Michael Bolton. Para mí, lo más importante es el respeto de la audiencia antes que el de todos los críticos. Y el público acude a nuestros conciertos y nos muestra su cariño allí donde vamos. Si estamos en China, la gente nos muestra su aprecio. Eso vale todo porque no hay crítica que te pueda enseñar lo que yo aprendo de la gente que asiste a mis actuaciones.
Kenny G. Yo practico con mi saxo las mismas horas todos los días, me esfuerzo igual, pongo todo mi interés en hacer mi trabajo y gasto toda mi energía en ser mejor músico. Al final del día me quedo con eso. ¿De qué vale que llegue a casa, lea una crítica mala y me venga abajo? El crítico no sabe lo que vale mi trabajo. Yo, sí.
M. B. Hace unos años vinieron mis hijos a verme a un concierto a Inglaterra y mi hija salió fascinada con el ambiente. El público entregado y yo feliz con el resultado. Al día siguiente, cuando mi hija leyó lo que ponía el periódico de mi actuación no se lo podía creer. Se puso a llorar [risas]. No, no, es broma, pero era para que llorase. Aprendió que lo que importa son sus sensaciones y nunca lo que diga nadie.
K. G. Los críticos son necesarios pero hay cosas curiosas. Yo toqué un año en un festival de jazz de Nueva York, donde actuaba Miles Davis, y la crítica del periódico fue buenísima. "Kenny G lo hizo muy bien". Al año siguiente, volví a tocar, las mismas canciones y con las mismas ganas, y la crítica del mismo periódico fue horrible. ¿Por qué? Porque me había convertido en un músico comercial.
P. Pero hay artistas que consiguen tener el cariño del público y la crítica a la vez.
K. G. La verdad que es divertido. ¿Cómo lo haces? No lo sé. ¿Si vendes tus discos en Starbucks ya no vales lo de antes? Para entonces, te ven como un producto comercial. Tu disco es como un café.
M. B. Lo mejor es coger el disco y salir corriendo [risas].
P. ¿Cómo afecta a un músico superventas la crisis del disco?
M. B. Con Internet todo ha cambiado muchísimo. Las cosas están peor para todos. Antes los discos eran como toda la pizza y ahora la gente ya no quiere todo, quiere solo una porción de la pizza. Esa porción es el sencillo, la canción que conocerá todo el mundo. Y en eso tenemos que centrarnos porque el público se descarga canciones sueltas.
K. G. Yo preferiría estar viviendo hace 20 años [risas]. Todo va hacia abajo, en todas partes. Lo oyes todos los días: la industria se está derrumbando porque la gente quiere la música gratis...
M. B. Cierto -Bolton se disculpa amablemente con el saxofonista por interrumpirle-. A lo mejor tendremos que dar los conciertos también gratuitos [risas]. La verdad que hay que esforzarse más que antes porque muchas personas dependen de nosotros.
K. G. Ese es el problema: hay muchísima gente viviendo de nosotros.
M. B. Productores, arreglistas, diseñadores... mucha gente depende de nuestro trabajo. Por eso, es importante adaptarse al negocio. Es como en el periodismo. Ahora, lo que no está en portada de un periódico no se lee. Hay tanta información que no se sabe por dónde empezar. Tienes que aprender a colocar tu producto en la portada para que la gente lo conozca y acuda a él. El sencillo, la canción que le puede gustar a la gente, es lo que tienes que trabajar más en estos tiempos. Y también los conciertos. Hay que girar mucho más que antes.
P. ¿Decidieron actuar juntos para ofrecer una propuesta más interesante al público?
M. B. Creo que nos da una energía superior. Es mejor para el público y para nosotros.
Vidas paralelas de dos 'reyes Midas' del jazz
Michael Bolton
- Nació en 1953 en New Haven, Connecticut.
- Empezó en una banda de heavy metal llamada Blackjack, llegando a girar con Ozzy Osbourne.
- Debutó en solitario en 1975 con Michael Bolton. En los ochenta, saltó al estrellato como baladista romántico de soul blanco.
- Ha vendido más de 53 millones de copias de sus discos y sencillos, según cifras de Billboard.
- Ha actuado con Plácido Domingo, Ray Charles, Luciano Pavarotti o Céline Dion, entre otros.
Kenny G
- Nació en 1956 en Seattle, Washington.
- Con 17 años, todavía en la escuela, empezó su carrera dentro de la orquesta de Barry White.
- En 1982, debutó en solitario con Kenny G. Se hizo rápidamente famoso como saxofonista de ambiente, que mezclaba el funk y el jazz.
- Con 75 millones de discos vendidos, es el músico instrumental que más ha facturado.
- Ha colaborado con Whitney Houston, Andrea Bocelli, Aretha Franklin o Toni Braxton.
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